Francisco: «Ante el mal y el egoísmo, el cristiano es solidario con el que sufre y el que llora»

Después de un canto a la belleza de la creación, «un don maravilloso que Dios ha puesto en nuestra manos para que entremos en relación con él», el Papa Francisco ha lamentado este miércoles que «cuando el ser humano se deja llevar por el egoísmo, termina destrozando las cosas más hermosas, incluso la naturaleza creada».

En su encuentro con miles de peregrinos de la audiencia general en la plaza de San Pedro, el Santo Padre ha lamentado que «por desgracia, esto está ante nuestros ojos cada día. Cuando el hombre rompe la unión con Dios, pierde su propia belleza originaria y termina desfigurando todo a su alrededor».

Según Francisco, darse cuenta de las patologías personales y sociales provoca dolor pues «el cristiano no vive fuera del mundo, sino que sabe reconocer en la propia vida y en su entorno las señales del mal, del egoísmo y del pecado».

Pero no pierde la esperanza ni se queda parado sino que «es solidario con el que sufre, el que llora, el marginado, el que se siente desesperado…».

Francisco reconoció que «a veces, incluso los cristianos nos sentimos tentados por la desilusión, el pesimismo o el lamento inútil», pero en ese momento «acude en nuestra ayuda el Espíritu Santo, alma de nuestra esperanza, capaz de ver para nosotros más allá de las apariencias negativas del presente».

Hambruna en Sudán del Sur

El Papa ha aprovechado el encuentro para lanzar un grito de alarma ante la hambruna que castiga Sudan del Sur y Somalia a consecuencia de la interminable guerra civil y la fuerte sequía, pidiendo «no quedarse solo en declaraciones, sino aportar ayuda alimentaria concreta y permitir que llegue a las poblaciones que sufren». Según la FAO, las personas gravemente afectadas por el hambre en el Cuerno de África suman ya diecisiete millones y la emergencia va a peor.

Francisco ha dirigido un saludo a los peregrinos españoles y también «a los miembros de la Operación Naval Sophia, destinada a prevenir las tragedias de personas humanas en el Mediterráneo».

En su saludo final, el Papa ha dado las gracias a un pequeño grupo de artistas de circo que realizaron una breve exhibición de equilibrismo, danza contemporánea e incluso el típico forzudo que lanza gigantescas llamas desde la boca. Ha hecho notar que los artistas «crean belleza, y la belleza nos acerca a Dios. ¡Continuad creando belleza! ¡Nos ayuda a todos!».