«En este restaurante no trabajan extranjeros»

El propietario de un restaurante italiano coloca un cartel para señalar que su «personal es 100 % italiano», creando polémica nacional porque se discute en el Parlamento con gran tensión una ley sobre nacionalidad para inmigrantes

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«Personal 100 % italiano». Con este cartel, en el que aparecen los colores de la bandera italiana, Giorgio Nardin, propietario de un restaurante de Mogliano Veneto (Treviso), en el norte de Italia, indica que en su local no trabajan extranjeros. La decisión ha creado gran polémica en este municipio de 28.000 habitantes, suscitando también un debate nacional, porque en estos días se discute en el Parlamento, con enorme enfrentamiento entre los partidos políticos, una ley para conceder la nacionalidad italiana a los hijos de los inmigrantes nacidos en este país. Ante las protestas de algunos concejales y ciudadanos de Mogliano Veneto, que exigían la retirada del cartel, el propietario del restaurante no cede ni un milímetro en su posición: «No es una cuestión de racismo.

Se trata de una certificación de calidad, de Made in Italy, sobre nuestros productos genuinos, un concepto extendido a los trabajadores. Denominación de origen controlada aplicada a quien cocina o te sirve un plato en la mesa», así explica Giorgio Nardin la motivación de su cartel.

El propietario del restaurante subraya que no pretende indicar que los extranjeros no saben trabajar: «He querido destacar un punto: En mi restaurante hay dependientes italianos, lo que es un valor añadido, como el usar productos de calidad, porque, por ejemplo, conocen mejor las recetas tradicionales que proponemos. En el pasado he tenido trabajadores de otros países y no me encontraba bien», afirma Giorgio Nardin. El teniente de alcalde, Daniele Ceschin, delegado de integración del municipio, considera que se trata de «un episodio grave».

El restaurante ha sido defendido por los populistas de la xenófoba Liga Norte. El vicepresidente del Senado, Roberto Calderoli, exministro y destacado miembro de la Liga, ha afirmado: «Yo iré al restaurante, mejor platos tradicionales cocinados por quien ha nacido en la zona».

Polémica sobre el derecho a la nacionalidad

Lo que podía ser considerado una simple anécdota, ha tenido trascendencia nacional, porque en el Parlamento se registra una fuerte tensión ante las enormes discrepancias entre las fuerzas políticas sobre el «ius soli», la ley que prevé conceder nacionalidad a todos los hijos de extranjeros que nazcan en Italia. El texto fue aprobado en la Cámara de diputados en el 2015, con la oposición de Forza Italia de Berlusconi, Liga Norte, Hermanos de Italia, y la abstención de los populistas del Movimiento 5 Estrellas (M5E). Desde entonces, este partido del cómico Grillo ha dado un fuerte giro: La ley se discute ahora en el Senado con una gran oposición del M5E, un giro que se explica por el afán de Grillo de cazar votos en amplios sectores de la población contrarios a la inmigración incontrolada que se registra en Italia. Para este año se espera la llegada de unos 200.000 inmigrantes, lo que constituiría un récord. De aprobarse la nueva ley, los potenciales nuevos ciudadanos italianos serían 600.000, hijos de inmigrantes nacidos en Italia desde el 1998 hasta hoy, y cuyos padres residen en este país desde al menos 5 años. A estos se podrían añadir otros 178.000 por el «ius cultural», otorgados a inmigrantes nacidos en el extranjero, llegados a Italia antes de los 12 años, que hayan completado 5 años de escuela en Italia.

La discusión en el Senado está registrando fuertes momentos de tensión, con batalla campal incluida: El jueves fue herida y acabó en la enfermería la ministra de Educación, Valeria Fedeli, durante una fuerte protesta de los senadores de la Liga Norte, que llevaban carteles son las frases «stop a la invasión», «no ius solo».

El último enfrentamiento sobre la ley se registró ayer entre la Liga Norte y los obispos. El secretario de la Conferencia Episcopal, monseñor Nuncio Galanteo, criticó a la Liga y al Movimiento 5 Estrellas porque en cuestión de inmigración «siguen solamente sus intereses de partido». Además calificó de «trifulcas innobles en el parlamento» las protagonizadas por ambos partidos. Monseñor Galantino fue atacado por estos dos movimientos populistas: «Queridos obispos, pensad en los italianos sin trabajo y pensión digna», dijo el senador lingüista Calderoli. En defensa de la Iglesia intervino el presidente del Senado, Piero Grasso: «Los obispos siempre han defendido a los débiles y no merecen estos ataques».

Nacionalidad sin contrapartida, un error

Frente a quienes se oponen a la concesión de este derecho de «ius soli», el primer ministro, Paolo Gentiloni, del Partido Democrático, centro-izquierda, ha manifestado que «es un acto de civismo el conceder la nacionalidad a los niños nacidos en Italia». Pero la ley está resultando muy polémica, porque incluso se levantan críticas entre quienes son favorables a la línea general de la nueva ley sobre concesión de nacionalidad. Este es el caso del historiador Ernesto Galli della Loggia, quien se muestra contrario a una concesión automática de la nacionalidad sin que exista el valor simbólico de una contrapartida: «No está prevista una comprobación preliminar sobre el conocimiento de la lengua italiana, de las costumbres y de las reglas italianas de la sociedad italiana».

Iba más lejos Giovanni Sartori, uno de los politólogos más estimados y escuchados de Occidente, recientemente fallecido, que precisaba: «La idea de conceder la ciudadanía a los extranjeros después de cinco años de escuela es la propuesta más estúpida, superficial y desconcertante que jamás he escuchado. Para ser ciudadano italiano, un inmigrante debería haber rechazado el derecho teocrático o de Alá». Solo así se podría hablar de integración, según explicó el propio Sartori en una entrevista a ABC: « El Islam es incompatible con nuestra cultura. Sus regímenes son teocracias que se fundan en la voluntad de Ala, mientras que en Occidente se fundan en la democracia, en la soberanía popular».

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