España se queda fuera de la alianza global para eliminar el carbón

Francia, Reino Unido e Italia sellan un tratado de Bonn para cerrar las centrales más sucias. Alemania y Polonia tampoco se suman a la declaración

Cientos de personas protestan con pancartas en las que se lee «Proteger el clima», por el uso del carbón como fuente de energía frente al Bundestag, en donde la canciller alemana, Angela Merkel, negocia con los liberales y los verdes la formación de un gobierno en coalición, en Berlín (Alemania) hoy, 16 de noviembre de 2017 EFE

ROSALÍA SÁNCHEZ

Tras una conmovedora intervención del primer ministro de Fiyi y presidente de la cumbre del clima que se celebra en Bonn, Frank Bainimarama, en el que relató cómo en su país «la subida del nivel del mar, los fenómenos climatológicos extremos o los cambios en la agricultura amenazan nuestro modo de vida y en algunos casos incluso nuestra existencia», Francia, Reino Unido e Italia lideraron la firma de un documento de compromiso para prescindir de la energía procedente del carbón, primer fruto de la reunión a solo 24 horas de la clausura. Al acuerdo se sumaron rápidamente otros 20 países, entre los que no estaban ni Alemania ni España.

En el caso de Alemania, Merkel está negociando todavía la formación de su próximo gobierno con liberales y verdes, la denominada «coalición Jamaica» , en cuyas conversaciones el carbón es precisamente uno de los puntos más conflictivos. Tras el desastre de Fukushima, Merkel legisló el abandono exprés de la energía nuclear en alemania y como consecuencia del cierre de centrales ha ido aumentando el uso del carbón hasta el punto que el 40% de la energía consumida en Alemania procede hoy en día de esa fuente. El lignito es una de las fuentes de energía que emite más gases de efecto invernadero y ese es el motivo por el que alemania tiene muy difícil por el momento cumplir con lo acordado en París.

En el caso de España, la ministra Tejerina justificó que «ya está implementando» lo asumido en el Acuerdo de París y explicó, ante un pleno de la conferencia, que su Ministerio está trabajando en una Ley de Cambio Climático y Transición Energética para el año 2030, «un marco cierto para las Administraciones Públicas, sector privado y sociedad civil que permita descarbonizar la economía» , lo que sugiere que el no de España es un no por ahora.

España acude a la cumbre de Bonn con los deberes hechos. Tejerina recordó que «estamos en senda de cumplimiento de su objetivo de reducción de emisiones a 2020, con una disminución de gases del 3,5 % en 2016 respecto a 2015, y con 595 millones de euros aportados en 2016 de financiación climática que nos acercan a la meta de movilizar 900 millones de euros anuales prometidos a partir de 2020», indicó. Apuntó también que se está «poniendo en marcha medidas de adaptación a los impactos del cambio climático en sectores tan vulnerables como el agua y la agricultura» y presentó la nueva Plataforma Española de Acción Climática, que busca alinear las estrategias empresariales con las acciones gubernamentales. A partir de esto, «pidió una reflexión bien informada sobre el nivel de ambición necesario, en línea con lo que demanda la ciencia».

Apenas se hizo público el anuncio del acuerdo para prescindir del carbón, la industria energética movió ficha y sobre Bonn cayó como un jarro de agua fría el anuncio de la multinacional alemana Siemens, un recorte de 6.900 empleos del que culpaba a «la presión que las energías renovables están ejerciendo sobre las tradicionales» y a «cambios legislativos rápidos que están haciendo mella en el sector». La mitad de esos empleos serán eliminados en Alemania, el resto en los demás países europeos. En España, recordemos, Siemens emplea actualmente a 3.342 trabajadores .

Las protestas por esta medida no tardaron en hacerse oír, tanto desde sindicatos alemanes como IG Metall, como desde organizaciones no gubernamentales como Greenpeace, que durante la cumbre de Bonn ha llevado a cabo vistosas manifestaciones contra el carbón, como el abordaje de uno de los barcos cargueros que trasportan lignito río abajo, por el Rin, mostrando una imagen de la canciller alemana vestida de minera, con la cara ennegrecida, y sobre el que colocaron una gran pancarta con la inscripción «el sucio secreto de Merkel».

El país más ambicioso en la despedida del carbón es por ahora Francia. Macron cerrará las centrales eléctricas de carbón en 2022, ya está decidido, y además está presionando para conseguir en la UE una tasa por tonelada de dióxido de carbono producida de 30 euros, frente a los 7 que marca actualmente el mercado europeo de emisiones, que iría destinada a la protección del clima. Esa tasa elevaría tanto el precio de la energía procedente del carbón que la sacaría del mercado. Reino Unido, por su parte y ante el bajo precio del mercado ETS, fijó en 2013 un suelo propio para sus empresas de 18 libras por tonelada, unos 19,3 euros, medida tras la cual la energía con el carbón como fuente ha quedado reducida al 2% del total que consume el país en un tiempo exprés. En 2012, inmediatamente antes de implementarla, todavía el 40% de la energía consumida en Reino Unido era de este tipo.

El bloque de países firmantes es el mismo que apuesta claramente por la energía nuclear. La delegación de Austria ha llegado incluso a proponer en la cumbre que la nuclear sea incluida entre las energías «renovables» en la clasificación de la Agencia Internacional de la Energía. Y argumentan que el carbón es la fuente más contaminante, como se encargó de recalcar la ministra de Medio Ambiente de Canadá, Catherine MacKenna , recordando que «es una de las mayores fuentes de contaminación y de problemas de salud para las personas». La representante en la cumbre de Canadá, que ha fijado como fecha de final del carbón 2030, calificó el acuerdo de «buena noticia para el clima, para nuestra salud y para nuestros hijos porque el carbón asfixia, literalmente, nuestras ciudades y es el responsable de la muerte prematura de un millón de personas al año».

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