Lo que esconde cada taza de café

Los expertos quitan hierro a algunos mitos creados en torno a este producto, con efecto protector de la salud si se consume de modo moderado

Radiografía de su consumo en España

Madrid Actualizado: Guardar
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El aficionado a tomar café, el «cafetero» de toda la vida, se desayuna cada mañana su taza con una noticia nueva. Se vuelve loco si sigue la actualidad y un día, tomar café es malo, al siguiente previene hasta el cáncer colorrectal. El resultado, como admiten varios nutricionistas consultados por este periódico es un batiburrillo de estudios que no despejan la duda de cuánto y cómo debe tomarse, como el presidente de la Sociedad Española de Nutrición, Luis Moreno. El último informe, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aviva el debate acerca de que tomarlo caliente, igual que el té y mate, provoca cáncer de esófago. Moreno subraya, en cualquier caso, que globalmente estos trabajos no han sido concluyentes.

«Según nuestras propias indicaciones, el consumo debe ser moderado», agrega el presidente de la Sociedad Española.

El doctor Ramon de Cangas, dietista-nutricionista y miembro del Comité asesor del Consejo General de Dietista-Nutricionistas de España, avala que «el café es una bebida que se obtiene a partir de las semillas tostadas y molidas de los frutos de la planta del café. Su principal característica es que se trata de una bebida estimulante debido a su contenido en metilxantinas, concretamente la cafeína. Las características nutriciónales del café van a depender mucho del tipo, procedencia, cosecha, etc. Pero en general, el café se caracteriza por ser rico en sustancias antioxidantes, con efectos antioxidantes, concretamente los polifenoles y pequeñas cantidades de algunos minerales como el potasio, selenio, magnesio y fósforo. También aporta pequeñas cantidades de vitaminas del grupo B como ácido pantotenico y ácido folico y algo de vitamina K»

Moreno remarca que el café es un extracto, una infusión del grano de café, que es un producto de origen vegetal, y como tal, tiene algunos componentes que son altamente nutricionales (sus valores antioxidantes), junto a contenido en vitamina B3. Además, tiene cafeína, que es un potente estimulante del sistema nervioso central. De la mano de ambos elementos -su poder antioxidante- y la cafeína surgen muchos mitos en torno al café.

Primer mito: por qué quita el sueño con arbitrariedad

La pregunta que más se hace la gente sobre la cafeína es por qué roba el sueño a unos y a otros no, por qué el café tiene efectos de actividad sobre unas personas y a otras siquiera les incomoda un poco. La explicación es que en el cerebro, la cafeína afecta la acción de un trasmisor nervioso que se llama adenosina. La cafeína bloquea su efecto, interfiere sobre la sustancia que genera nuestro organismo vinculada a la calma y la tranquilidad y por eso el cuerpo se mantiene en estado de vigilia. Produce euforia y mayor actividad.

Los expertos en trastornos del sueño aducen que dependiendo de lo desarrollados que tenga la persona sus receptores neuronales, así altera más o menos la cafeína. Les quita más el sueño a quienes lo tienen menos desarrollados.

Segundo: los hipertensos no pueden tomar cafeína

La cafeína tiene un contra importante para las personas que tienen anemia, reumatismo u osteoporosis, que no deberían tomarla en altas cantidades, puesto que absorbe parte del hierro y el calcio. Los hipertensos encuentran un mal aliado en esta sustancia, advierten algunos estudios. Pero ni siquiera en esto se ponen de acuerdo las investigaciones, ya que se dice que este efecto de la cafeína no es prolongado y no perdura la elevación de la presión arterial por mucho tiempo. No existe consenso sobre si un hipertenso y una persona mayor debe abandonar por completo, al cien por cien, la toma de café. Llegó a publicarse un estudio en Grecia acerca de que dos o tres tazas de café eran buenas para las personas mayores, puesto que tenían unos vasos sanguíneos más elásticos que los mismos ancianos que habían declarado la guerra a esta bebida.

Ramón de Cangas señala, en este sentido, que «tradicionalmente se consideró al café como algo perjudicial desde el punto de vista de la presión arterial, es decir, se consideraba que el consumo de café aumentaba la tensión arterial (debido a la cafeína) y ciertos estudios así lo parecían indicar. En efecto, parece que el café, debido a la cafeína, eleva momentáneamente la tensión pero no parece demostrado que su consumo frecuente pueda provocar hipertensión arterial. Parece que el café puede en algunas personas elevar la tensión arterial pero en otros no». Prosigue el dietista-nutricionista: «Se ha sugerido como explicación a esto la existencia de dos versiones del gen CYP1A2, este gen codifica una encima que metaboliza la cafeína, pero una versión metaboliza la cafeína más lentamente que la otra. Por lo tanto, a unos les perjudicaría el consumo de café y a otros no, e incluso puede que les beneficie (quizás porque el café tiene algunas sustancias antioxidantes)». Toda persona hipertensa debe consultar con su médico, en todo caso, recmienda De Cangas.

Tercer mito: en cuánto se fija el límite al número de tazas

Una de las controversias que más ha suscitado el café es el interés por fijar en cuántas tazas está el límite, la línea roja que no se ha de atravesar para que no haya riesgo para la salud. En este sentido marcó un antes y un después un estudio, realizado por la Escuela de Harvard de Salud Pública el pasado año 2015, según el cual se demostraba que las personas que incrementaron el consumo de café en más de una taza diaria durante un periodo de tiempo de cuatro años tenían un riesgo de hasta un 11% más bajo de sufrir diabetes tipo 2.

Más de cinco tazas diarias, no obstante, no es una cantidad recomendable. Investigadores de la Universidad alemana de La Trobe en Melbourne establecieron que la toma de más de cinco tazas al día, sumadas a un nivel de estrés elevado, pueden conducir a la alucinación. El profesor de Psicología, Simon Crowe, uno de los autores del estudio, reveló a este periódico: «La combinación de cafeína y estrés aumenta la probabilidad de que un individuo experimente síntomas propios de la psicosis». El consumo, secundó Crowe, debe ser responsable. «Tenemos directrices sobre el consumo de alcohol, pero no sobre el de la cafeína, a pesar de que es una sustancia estimulante». El abuso de bebidas azucaradas y con cafeína, completó Simon Crowe, puede generar dependencia psicológica y física, adicción en suma, junto a trastornos físicos con frecuentes dolores de cabeza, taquicardia, arritmias y problemas gástricos. entre otros.

En opinión de algunos especialistas, habría que tratar de desmitificar ya la mala imagen que proyecta el café. «Está marcado», dicen, con una especie de estigma que desvirtúa sus buenos efectos. Según varios reportes de revistas científicas, el consumo de dos a cuatro tazas de café es bueno: se relacionan con un grado de protección, como decimos, y reduce el riesgo de infarto de miocardio e infarto cerebral. Un estudio publicado en 2006 tuvo efecto probatorio acerca de que quienes consumen café tienen un 20% menos de opciones de desarrollar cirrosis. Es bueno para el hígado, especialmente tras la ingesta de alcohol.

Beneficioso contra el ictus y para el alzhéimer

Como señala Luis Moreno, una de las bondades atribuidas al café, como al té, es su alto contenido en antioxidantes y, por eso, se ha vinculado siempre con efectos beneficiosos en la prevención del cáncer. Una cuestión que, solo en el caso del cáncer de esófago, pone ahora en entredicho la máxima autoridad mundial de Salud, con sede radicada en Ginebra. Al café se le atribuyen propiedades antioxidantes y por ello, refuerzan la protección celular y de los tejidos, así que se ha visto que un consumo moderado es positivo en el tratamiento de enfermedades oncológicas, cardiovasculares, inflamatorias e incluso neurodegenerativas, como el alzhéimer.

Investigadores de la Universidad de Miami y del sur de Florida descubrieron que las personas mayores de 65 años que tenían altos niveles de cafeína en sangre desarrollaban el mal de Alzheimer con mayor retardo que el resto, hasta dos o tres años de retraso.

Un estudio realizado en 2012 y que se publicó en la revista «Science Daily» reveló que las personas que consumen cafeína son menos propensas a tener mal de Parkinson y que la misma sustancia ayuda a quienes tienen que controlar sus movimientos.

¿Malo para el diabético, bueno para el deprimido?

Un elemento pernicioso de la cafeína, según la creencia generalizada, es la de que aplaca la eficacia de la insulina, y por ende, reduciría la sensibilidad celular al tratamiento idóneo para diabéticos. «No es bueno para las personas que sufren diabetes tipo 2» es una frase muy extendida, que derribó el estudio citado de Harvard. De acuerdo con ese informe, la incidencia entre las personas que aumentaron su dosis en una taza era un 11% más bajo que aquellos que no consumían esta bebida. Quienes disminuyeron el consumo, dispararon en un 17% sus probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2.

Por otro lado, el Instituto Nacional de Salud estadounidense se esforzó en comprobar que tomar cuatro tazas de café al día produce menos riesgo, un 10%, de sufrir una depresión. Es decir, el antioxidante y la cafeína mezclados te hace algo más feliz. La razón científica es que el café actúa como un antidepresivo al activar la producción de serotonina, dopamina y noradrenalina.

Según diversos estudios, un cerebro con café funciona más eficientemente y tiene activo el estado de alerta y el razonamiento lógico. 400 miligramos diarios mejoran el rendimiento cognitivo, fue un famoso estudio acuñado desde la Universidad de Barcelona en 2012, lo que equivale a cuatro tazas cada jornada.

¿Es recomendable tomarlo durante el embarazo?

Si se debe tomar o no durante la gestación es un tema que suscita gran controversia. El consumo en cantidades moderadas -concluyen diversos estudios- no se asocia al riesgo de aborto espontáneo, ni a la muerte súbita del lactante, ni tampoco a la infertilidad o el bajo peso de un bebé al nacer.

¿Existe o no la cafeína «cero»?

Uno de los mitos que circulan con mayor profusión es el de que el café descafeinado no tiene cafeína. Es un error; sí tiene una menor concentración de cafeína y efecto estimulante, por descontado, pero no se elimina el estimulante en su totalidad. Contiene alrededor de 0,3-1,1% de cafeína, mientras que el normal tiene entre 0,8-2,5% de cafeína. La máxima concentración de cafeína y el máximo poder estimulante se obtiene pasada una media hora, alrededor de cuarenta minutos, después de haberlo bebido. Los efectos del café se aprecian durante la hora siguiente a su absorción y duran, en general, de 3 horas a 3 horas y media.

El café no engorda; engorda lo que acompaña

De acuerdo con la autora de veinte libros de temas gastronómicos, Lourdes March, «como nutriente, el café tiene un importante contenido en vitamina B3 y aporta una cantidad apreciable de sales minerales (potasio, calcio, magnesio y calcio). Marcha añade un dato que a muchos les resultará de gran interés, su valor calórico: «Una taza de café aporta solo dos calorías, a lo que habrá que aumentar las del azúcar (un sobre tiene 40 calorías) y si se le añade leche (si es entera, tiene unas 30 calorías), así que la suma global será de unas 70 calorías».

Por último, el doctor de Cangas refrenda que «el valor calórico del café es despreciable de tal forma que consumido solo y sin azúcar se puede incluir perfectamente dentro de una dieta hipocalórica».

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