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Protesta dentro de la Cumbre de París - REUTERS
Medio Ambiente

EE.UU., China e India fuerzan en la cumbre del clima de París que los recortes de CO2 no sean vinculantes

El secretario de Estado norteamericano promete duplicar las ayudas de su país a los países más vulnerables al cambio climático

ENVIADA ESPECIAL A PARÍS Actualizado: Guardar
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El texto base del acuerdo de París deparó ayer una sorpresa con la desaparición del artículo donde se obligaba a cada país a ratificar su contribución nacional al recorte de emisiones para poder formar parte del acuerdo. Esta redacción impedía que en la práctica Estados Unidos y China pudieran sumarse al acuerdo, pues sería demasiado injerencia en su soberanía, mientras que la India siempre dijo que no aceptaría que los tiempos se los marcaran fuera de sus fronteras.

La fórmula para lograr este consenso es que los Estados quedan obligados a adoptar las medidas necesarias para cumplir con sus compromisos pero no a responder de las medidas concretas que adopten ni a corregirlas, es decir, se deja a los legisladores nacionales la potestad sobre las cifras de reducción de emisiones y la corrección de sus acciones.

Las negociaciones bilaterales entre los americanos y los europeos ayudaron a desbloquear este asunto y no parece que haya vuelta atrás. Fuentes de la negociación explican que es muy difícil que algo que sale del documento vuelva a entrar. Y esto podría explicar la intervención ayer del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, quien anunció que su país duplicará la partida que destina para que los países en desarrollo puedan adaptarse a los impactos del cambio climático antes de 2020, que pasará de 430 a 860 millones anuales de dólares. Este avance podría despejar el camino hacia el acuerdo, aunque aún «queda mucho trabajo por hacer», según reconoció la ministra de Medio Ambiente española, Isabel García Tejerina, quien ayer se incorporó a la negociación.

Otra contrapartida a esta cesión podría ser que el texto recoge -si bien no en el acuerdo sino en las decisiones que lo desarrollan- la posibilidad de que las actuales contribuciones nacionales de recorte de emisiones a 2025 y 2030 sean revisadas en 2018-2019 y que los países actualicen sus contribuciones en 2020-2021, lo que permitiría aumentar la ambición, pues los recortes actuales sobre la mesa son insuficientes y nos llevan a un aumento de la temperatura a final de siglo de 2ºC.

Objetivo a largo plazo

El nuevo texto presentado por la presidencia francesa con los resultados de los grupos de trabajo refleja un enorme trabajo de síntesis -ha pasado de 48 páginas a 29- pero sigue manteniendo otras cuestiones clave. Así, sigue abierto el objetivo a largo plazo -no se sabe si se logrará sacar adelante un objetivo a 2050 como reclama la UE, ni si se fijará un pico a las emisiones ni tampoco si tenemos que tender a la descarbonización a final de siglo -algo que rechazan los países productores y exportadores de petróleo- o nos conformamos con emisiones netas igual a cero. Tampoco hay consenso en la ambición; esto es, si se recoge un límite de aumento de temperatura de 2ºC sobre el nivel preindustrial o de 1,5ºC.

Sigue abierta la cuestión mollar de la negociación, que es la diferenciación de las responsabilidades. Mientras los países emergentes en desarrollo, con China e India a la cabeza, quieren que los compromisos en diferentes aspectos del acuerdo vayan en función de las responsabilidades de cada país en las causas del problema, esto es, en las emisiones históricas y acumuladas de cada uno, la UE y Estados Unidos lideran al grupo de desarrollados que quieren que esa diferenciación sea en función de las capacidades.

El plenario que se convocó para última hora de la tarde de ayer servirá de termómetro para este primer texto, pero distintas fuentes consultadas dijeron que se está más cerca del acuerdo.

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