Displasia de cadera

La displasia es una enfermedad multifactorial, multigénica y hereditaria, es decir, son varios los factores que predisponen y la causan. Una enfermedad, sin duda temida, contra la cual criadores, propietarios y veterinarios luchan sin cuartel desde hace décadas

MADRID Actualizado: Guardar
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Estimados lectores, hoy toca hablar de una patología. Un proceso morboso que afecta a un número elevado de razas caninas: la displasia de cadera. Una enfermedad, sin duda temida, contra la cual criadores, propietarios y veterinarios luchan sin cuartel desde hace décadas. El veterinario Javier Álvarez de la Villa la define como «una alteración de la arquitectura óptima que afecta a la articulación de la cadera. Aparece en los primeros meses de vida y en la juventud de nuestros perros. A medida que el cachorro ha ido creciendo, la unión entre su cadera y las extremidades posteriores se ha desarrollado de manera no adecuada. Para que nos entiendan, aparece holgura y falta de congruencia articular (tengan en cuenta que el encaje entre el esqueleto pélvico y extremidades ha de ser milimétricamente perfecto) y, como no podía ser de otra forma, esto tendrá unas consecuencias en la calidad de vida del paciente».

Escrito en los genes

La displasia de cadera viene escrita en los genes de nuestra querida mascota afectada, es decir, es hereditaria. Por mucho que nos esforcemos cuidando a nuestro cachorro, si tiene que aparecer, aparecerá. Además, aunque los padres estén libres de displasia la enfermedad podrá saltar desde generaciones anteriores y aparecer en el cachorro que con tanta ilusión hemos adquirido. Las razas grandes están más predispuestas como Pastor Alemán ,Mastín, San Bernardo, Golden Retriever, Labrador, etc. Pero los medianos como Cocker Spaniel, Cocker Americano, Beagle, Spaniel Bretón, etc.,tampoco se libran. Es pues también, cuestión de tamaño. En las razas de gran porte el peso se convierte en un hándicap. Los perros grandes y gigantes tendrán un pronóstico más reservado que los más ligeros. A nivel de raza el pronóstico también varía y resulta llamativo el caso del Pastor Alemán ,en los cuales su morfología característica, «muy caídos de atrás», los hace especialmente sensibles a esta patología.

En la displasia de cadera, «la articulación coxofemoral está mal fabricada y lo notaremos tarde o temprano». Aparecerá sintomatologia, y el propietario, observador y amante de su mascota, se percatará sin duda: «marcha de conejo», es decir, correr con las patas posteriores juntas, cojera de una o ambas extremidades ,anquilosamiento tras el sueño, con dificultades para caminar hasta que entran en calor, dificultad para saltar o subir al coche, falta de recuperación tras el ejercicio o juego, atrofia de la musculatura de las extremidades posteriores con la subsiguiente debilidad, intolerancia al ejercicio, apatía, y en muchos casos, dolor o tristeza», comenta el doctor del Centro Veterinario Víctor de la Serna. Lo mejor será evidentemente un diagnóstico temprano. En las razas predispuestas ,el veterinario se encuentra en guardia y le aconsejará un examen radiológico. Entonces podrá emitir un diagnóstico, y lo que es mucho más importante, un pronóstico, y una actuación o tratamiento eficaz. Aquí, la experiencia médica es de especial importancia. No se trata de alarmar, se trata de ayudar a la mascota de la manera más sencilla y eficaz, para preservar su felicidad y calidad de vida. No les vamos a hablar de tecnicismos, diagnósticos y nomenclaturas. «La esencia del diagnóstico consiste en saber si la articulación esta dañada o no, y en caso afirmativo, saber el grado de alteración. Así podremos categorizar como leve,moderada o grave a esta afección», comenta Javier Álvarez de la Villa. Pero bueno, lo importante es que usted sepa lo que puede esperar y sobre todo, cómo puede ayudar a su querido compañero perruno.

Tras el diagnóstico, el veterinario actuará, es decir, realizará una radiografía técnicamente perfecta, en la cuál se observarán posibles signos displasicos como incongruencia articular, cabeza femoral no esférica en forma de «champiñón», ángulo de Norberg posiblemente disminuido, acetábulo poco profundo, signos de osteoartrosis más o menos graves, angulatura anormal del cuello femoral, remodelación ósea, osteofitos, y un largo etcétera, sólo tendría sentido no para preocupar al propietario, si no para darle una visión veterinaria plenamente realista y práctica. Así, el veterinario podrá indicar actuaciones que limiten el desarrollo y progresión de esta enfermedad. Dentro de estas actuaciones , podran muchas veces optar por tratamientos conservadores de elevada y probada eficacia .Las actuaciones quirúrgicas deberán reservarse para casos de elevada gravedad que no respondan al tratamiento médico. Es decir, si la displasia es grado C y muy grave, si la mascota sufre y no puede caminar , y no hay repuesta a las medidas médicas , podremos optar siempre por una técnica quirúrgica con un traumatologo acreditado (prótesis de cadera, escisión de la cabeza femoral, osteotomía triple de cadera, etc). Pero no se olviden, , como es lógico, se intentarán primero las medidas conservadoras mas sencillas y con menos riesgos. Un veterinario con sentido común y experiencia le podrá aconsejar sin crear dudas acerca del camino más adecuado. Los años de práctica intensa viendo cientos de casos de displasia y comprobando los mejores tratamientos , serán sin duda, un fiel aliado para su interés.

¿Qué podemos hacer una adquirimos una raza con riesgo de displasia?

Primero exija a su criador un certificado de - libre de displasia- de los parentales. Segundo, realice una primera consulta en su veterinario de confianza donde se podrá explorar de manera minuciosa al nuevo cachorro. El veterinario tendrá que dar el visto bueno o no tras una concienzuda exploración, no sólo de sus articulaciones, si no de todo el organismo (sistema cardiovascular, neurológico, digestivo,etc). Será bueno que usted disponga de un contrato de compra-venta donde el criador se responsabiliza de enfermedades infecto-contagiosas y congénitas , como la displasia de cadera. En este caso particular de displasia, un veterinario avezado podrá adivinar síntomas precoces de la misma, como la subluxacion tras el test de Ortolani, la conformación de las extremidades , la evaluación de la marcha caminando, al trote y corriendo, la evaluación de los aplomos. Sencilla pero eficaz esta primera visita en un veterinario expeditivo. Es interesante hacernos otra pregunta: ¿Es la displasia una enfermedad únicamente hereditaria? Pues no. Los factores de manejo y cuidados en la época de desarrollo de razas grandes, gigantes y predispuestas , también influyen. Así, les podemos indicar que se ha demostrado el influjo negativo de una alimentación excesiva e inadecuada que promueva obesidad o del ejercicio extenuante e intenso en edades tempranas. Tendremos que promover un crecimiento no demasiado rápido . Existe muchas veces la obsesión de «hacer más gigante al gigante» de por sí. Imagínense un Gran Danés que a parte de su menú de pienso, su propietario, mal asesorado, le implementa con un exceso calórico y proteico (raciones de huevos, carne, calcio, yogures, etc) , este cachorro puede crecer demasiado rápido y por encima de su designio genético y acarrear problemas como la displasia , que de otra manera no hubieran aparecido. Déjense asesorar por un veterinario experto y conocedor. Él le propondrá, sin duda, medidas de manejo y alimentación preventivas de esta y otras patologías.

Para finalizar nuestro veterinario consultado nos hace una reflexión: «El ser humano produce maravillosas razas caninas, pero sobre las mismas no impera la selección natural, y junto a los bellos ejemplares, acompañan las misteriosas taras y enfermedades congénitas. La naturaleza habría sido inmisericorde, como un lobo, e implacable. Nosotros nos hemos vistos obligados a seleccionar responsablemente, evitando el cruce y reproducción de animales portadores de genes defectuosos. Así debe ser por el bien de estas maravillosas razas».

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