Irene Hierro (i) y Belén Fernández, en representación a la Fundación Obra San Martín
Irene Hierro (i) y Belén Fernández, en representación a la Fundación Obra San Martín - EFE

Discapacidad intelectualLas personas con discapacidad intelectual ahora sí se hacen mayores

Gracias a las investigaciones e innovaciones, su esperanza de vida ha crecido, así como la autodeterminación a la hora de tomar ciertas decisiones

Santander Actualizado: Guardar
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La esperanza de vida crece, año tras año. Es algo que se nota, más si cabe, en las personas con discapacidad intelectual. En situación de dependencia a lo largo del ciclo vital, pueden llegar a vivir hasta los 81 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), siendo mayor el porcentaje de vida en mujeres que en hombres.

«En cuestiones de investigación, nunca todo lo que se consiga será suficiente pero sí ayuda a innovar y a seguir». Es el claro pensamiento de la Fundación Obra San Martín, encargada de darle una mejora en la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual en Santander. «Una vida que no sería posible sin la ayuda de las familias», afirma Sonia Fernández, responsable de Centros de Atención Diurna de la Fundación.

Desde los 4 hasta los 74 años, son las edades de las personas que atienden desde estos centros de atención, dando apoyo durante todo el ciclo vital. «Se hacen mayores, algo que antes no ocurría. Por ello, ayudamos también en cuestiones de envejecimiento positivo», comenta Irene Hierro, responsable de Centros Residenciales de la Obra San Martín.

Según el INE, más de 250.000 personas sufren discapacidad intelectual reconocida (con grado igual o superior al 33%) en España. Aunque estos datos no son del todo precisos, ya que solo incluye a personas que disponen de un certificado de discapacidad. Suficientes personas para continuar investigando y avanzando con el paso del tiempo.

Formar a las personas

El rol del profesional ha cambiado. «Ahora lo importante es acompañar a la persona, no dirigirla», apunta Hierro. Esto ayudará a las personas con discapacidad intelectual, en un futuro, a saber desenvolverse con total independencia. El modelo educacional se basa, por tanto, en formar a las personas para que sean capaces de tener una vida cada vez más plena, con un mayor porcentaje de inserción.

«Trabajamos sobre la calidad de vida de las personas con discapacidad, tratando de potenciar sus capacidades», cuenta Fernández. Además, el trabajo de los profesionales debe basarse en ampliar sus relaciones interpersonales, que sean capaces de tomar decisiones, autodeterminación.

Todo lo anterior no sería posible sin las familias, quienes sufren también momentos complejos por la falta de preparación. Un camino de ensayo y error hasta que llegan a un lugar que les da tranquilidad en un proceso que no es nada sencillo. «Nadie está totalmente preparado para tener un hijo pero mucho menos con que tenga discapacidad intelectual», afirma Fernández. Los casos son múltiples y diversos pero todos tienen un denominador común: la preocupación de cada familia por la búsqueda de un recurso educativo que sea capaz de dar respuesta a las necesidades que tienen sus hijos.

Tal es el progreso que muchas personas de la Fundación han conseguido «independizarse». Es decir, que viven en pisos de vida independiente, cuando previamente habían vivido en residencias para personas con discapacidad intelectual. Un paso de gigante, accediendo a otro tipo de vida y situación de vivienda.

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