Las cuevas de hielo de los Picos de Europa se derriten

Las masas de agua sólida se han reducido a la mitad por el aumento de la temperatura y el descenso de los aportes de nieve

Imagen de la cueva de hielo de Peña Castil YOUTUBE

PILAR CHATO (DIARIO MONTAÑES)

Un reciente estudio de la revista «Science» fijaba ya una fecha para el cataclismo climático: en el 2090, el desierto habrá engullido la mitad de la Península Ibérica , de Lisboa a Alicante, y el norte de España será el nuevo mediterráneo.

Los efectos del cambio climático, se van haciendo evidentes con ejemplos concretos y cuantificables. En los Picos de Europa los «neveros» -acumulaciones de nieve helada que se aguantan en el verano- se hacen cada vez más pequeños o desaparecen y las cuevas de hielo como la que hay en Peña Castil pierden volumen cada año, según el «Diario Montañes».

José Manuel Gutiérrez , profesor del Grupo de Meteorología del Instituto de Física de la Universidad de Cantabria, asegura que estas masas de agua sólida en Picos de Europa y en los Pirineos ya han perdido la mitad de su volumen. En los Picos de Europa, que está a menos altura, el proceso «vas más rápido».

La razón es la subida de las temperaturas . Hace 100 años, en 1850, la península registró un mínimo de temperatura, a partir de ahí no ha dejado de subir y en los últimos años «se ha disparado», explica Gutiérrez. La cueva de hielo de Peña Castil, a casi 2.200 metros de altura, está en la vertiente asturiana de los Picos de Europa. Es un lugar sorprendente y poco conocido del parque nacional que en pleno verano presenta gruesas capas de hielo que se han ido acumulando a lo largo de los años.

Pero ese volumen agua sólida esta disminuyendo y Gutiérrez lo atribuye sobre todo al «aumento de las temperaturas que los está fundiendo». La escasez de nieve de este año también ha contribuido a acentuar el problema. Pero si tuviera que ver solo con un descenso de las precipitaciones sin que la temperatura variase, el volumen de hielo se hubiera estacando, pero no, está descendido en ésta y en otros lugares similares.

Fermín García tiene 70 años y toda una vida en la montaña, miembro de la Federación Cántabra de Deportes de Montaña, cuenta lo que sus ojos ven, más allá de las explicaciones científicas: «En los últimos años ha bajado muchísimo, hay una diferencia abismal con lo que era la cueva hace 30 o 40 años. Peña Castil se empieza a derretir y lo nota hasta un profano».

Este montañero va más allá y asegura que cuando hace 30 años en verano se miraban los tres macizos de Picos de Europa desde el Coriscao -a 2.234 metros de altura- se veían cantidad de neveros y «ahora, hoy, en estas fechas, apenas hay motitas ». Este profesor jubilado no puede evitar recriminar a quienes niegan el cambio climático y la acción culpable del hombre en todo ello.

Menos nieve

«El problema de la cordillera Cantábrica es que es una media montaña y somos más vulnerables al cambio climático », explica José Manuel Gutiérrez, quien precisa que esto mismo influye en el número de nevadas. «No es igual estar a 4.000 o 3.500 metros, que a algo más de 2.000». Eso ha hecho que también disminuya el número de días en los que nieva en Alto Campoo, puede ser que llueva, pero lo que hace años se convertía en nieve hoy se queda en agua «porque no hace suficiente frío» Y esta situación puede afectar a la «sostenibilidad» de la Estación de Esquí. El Instituto de Física realizó ya en 2008 un estudio a petición de la Consejería de Medio Ambiente en el que se evidenciaba la ‘mediterranización’ de Cantabria, el clima en los valles interiores se ira pareciendo cada vez más al clima de Murcia y en el litoral al de Liébana.

¿Y llegará en 2090 ese desierto hasta el sur de la península? El profesor del Instituto de Física señala que las proyecciones sobre el cambio climático responde a modelos con unos intervalos y promedios, las fechas que surgen significa que «hay una probabilidad científica de que eso ocurra, es un futuro plausible, científicamente real». Los plazos hay que verlos con unos «estándares holgados», será en 30 o en 60 años, «pero no en 300».

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