Atletas se tumban exhaustas tras participar en una de las pruebas heptatlon en los Juegos de Río
Atletas se tumban exhaustas tras participar en una de las pruebas heptatlon en los Juegos de Río - EFE

El cuerpo humano desafía sus propias marcas

Más de 70 récords batidos en los Juegos de Río demuestran que las fronteras del esfuerzo son una incógnita

Madrid Actualizado: Guardar
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«Citius, Altius, Fortius». Más rápido, más alto, más fuerte. El lema olímpico parece no tener límites. En 1896, Tom Burke corrió en Atenas los 400 metros lisos en 54,2 segundos; Wayde van Niekerk lo hizo el pasado domingo en 43,03 segundos, estableciendo un nuevo récord. La superación de plusmarcas no ha parado desde el inicio de los Juegos modernos. Ahí están las más de 70 batidas en los Juegos de Río de Janeiro que finalizan hoy. ¿Dónde está la frontera infranqueable?

Y la respuesta es que «el ser humano tiene un límite. Pero no se sabe dónde está», afirma Xavier Aguado, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha y experto en Biomecánica. «Los estudios dicen que en la segunda mitad de este siglo se habrán alcanzado en las pruebas clásicas, pero están basados en cálculos estadísticos de registros históricos, y cada deportista es un mundo.

En un ensayo mecánico controlas todo y puedes determinar límites. El atleta sometido a una competición de máximo nivel es imprevisible», asegura este experto.

En este sentido, Alfredo Córdova, catedrático de Fisiología del Deporte en la Universidad de Valladolid, recuerda que «cuando se decía que estábamos en el límite para los 100 metros lisos, apareció Usain Bolt. Y cuando corría el maratón Abel Antón (bicampeón mundial), que era imposible bajar de 2 horas y cinco minutos. Pero se logró. Y esas marcas también caerán», sentencia.

Equipos de especialistas

Las nuevas técnicas de entrenamiento, con equipos de especialistas en nutrición, biomecánica, fisiología del esfuerzo, psicología e incluso de ingenieros diseñando prendas deportivas, abren un horizonte inimaginable. «El cuerpo humano es muy complejo y la experiencia nos dice que 2 más 2 pueden ser 4, o 22, dependiendo del atleta», señala Córdova. Y de la misma opinión es Alfredo Santalla, profesor de Fisiología en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. «A nivel muscular, de contracción de las fibras, los estudios en laboratorio nos dicen que estamos más cerca del límite. Pero en lo referente a la actividad neuromuscular, a la respuesta de un músculo estimulado por un nervio, se desconoce mucho. La capacidad de concentración de un deportista, su agresividad... pueden darnos aún sorpresas. Un Bolt tarda 30 años en aparecer, pero acaba saliendo».

Si en los 100 metros lisos aún hay margen de mejora, con más razón en otras disciplinas. Alejandro Lucía, catedrático de Fisiología de la Universidad Europea de Madrid, señala que «los humanos somos los únicos mamíferos para los que la potencia muscular ya no es una ventaja evolutiva. De hecho, la tendencia es a volvernos más resistentes a la fatiga, y eso se ve en la alta frecuencia entre caucasianos y asiáticos de unas mutaciones en el gen que codificael gen alfa-actinina-3, el que hace que los músculos se contraigan explosivamente. Somos cada vez más lentos pero más resistentes», afirma.

Con todo, Lucía puntualiza que «la Historia está llena de ejemplos que rompen pronósticos. Todos decían que no se podía correr la milla por debajo de los 4 minutos. Hasta que el 6 de mayo de 1954, en Oxford, Roger Bannister lo hizo en 3:59,4. Llegará un momento en que la tasa de mejora tenderá a estabilizarse, pero eso no quiere decir que no haya más avances», opina Lucía.

Genética, evolución, entrenamiento, motivación... En cualquiera de estas variables puede estar la clave del nuevo récord. «Hay gente que gasta menos oxígeno, por ejemplo los corredores de África del Este. Llevan corriendo en altura desde pequeños y por eso sus músculos son muy ahorradores. Sus piernas son muy largas y finas, lo que implica menos cantidad de peso para acelerar y decelerar en cada zancada. Pero también hay que tener en cuenta su entrenamiento y motivación. Muchos de los niños de esta zona van y vuelven cada día corriendo desde sus casas al colegio, que está a 20 km. Cuando un occidental empieza a hacer series con 15 años, ellos ya llevan tiempo haciendo muchísimos diarios. Es más, saben que si son buenos corredores escaparán del hambre», explica Santalla.

Pero cuidado, aunque lo parezca, ni los blancos están más dotados para unos deportes, ni los negros para otros. «Se confunde raza con genética. Que haya muchos keniatas o etíopes que batan marcas de resistencia no quiere decir que una etnia esté más dotada para un deporte. Es más una cuestión de factores socioeconómicos que han favorecido la práctica de una disciplina. Nuestros niños no quieren ser corredores, quieren ser sobre todo futbolistas o jugadores de la NBA. Por eso tenemos buenos resultados en esos deportes», aclara Lucía. Y Córdova coincide en que la raza no tiene nada que ver. «No hay estudios serios en base a las diferencias de las razas, casi todos son en función de valores antropométricos, sexo, carga genética, entrenamiento... Al final, los países más desarrollados son los que más medallas consiguen, porque ponen más medios». El ejemplo más ilustrativo de esto lo da Lucía. «Los británicos realizaron un análisis hace años de cuáles eran los deportes en los que era más viable obtener medallas, y uno era el ciclismo en pista. Se volcaron en ello, y en Río han batido cuatro récords».

Inimitables

Pero aún hay una variable más. La que desafía a todas las anteriores: la de la genialidad, por ilógica que sea. Los hay que no tenían ninguna ventaja, y triunfaron.

Emil Zatopek era un desastre corriendo y realizó un triplete en los mismos Juegos jamás repetido, los 5.000 metros lisos, los 10.000 y la maratón. Mireia Belmonte comenzó a nadar por sus problemas de espalda y Mark Spitz por su asma. Incluso Bolt, que ostenta también el récord de los 200 metros lisos, «es, en teoría, demasiado alto para coger la curva de los 200 con eficacia», comenta Aguado. Pero ahí están los tres oros olímpicos conseguidos por el jamaicano en esta distancia, el último en Río. «Igual en unos años es superado por un corredor más bajo, más fibroso y con otra técnica», aventura. Habrá que esperar 30 años, o quizás lo veamos en la próxima cita deportiva. ¿Quién sabe?

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