El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, este jueves en rueda de prensa
El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, este jueves en rueda de prensa - ernesto agudo

Conferencia episcopal: «La compasión no puede llevar a la muerte»

Gil Tamayo afirma que la Iglesia «está en contra de la eutanasia pero tampoco es partidaria del encarnizamiento terapéutico»

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El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo, recordó este jueves que en el caso de los enfermos terminales «la compasión no puede llevar a la muerte». Se refería en concreto a la niña ingresada en situación médica irreversible en el hospital Universitario de Santiago y cuyos padres solicitan que le retiren la alimentación artificial.

Con prudencia y admitiendo en todo momento desconocer los detalles del caso, el secretario general explicó que la «doctrina de la Iglesia es clara». «La Iglesia está en contra de la eutanasia, de poner fin a una vida humana por medios médicos, pero tampoco es partidaria del encarnizamiento terapéutico», indicó Gil Tamayo, quien en todo momento aclaró que se refería a «principios éticos» y no de «juicios» sobre la petición concreta de los padres de Andrea, la niña gallega de 12 años que sufre una enfermedad neurodegenerativa.

Para explicar la posición de la Iglesia sobre la eutanasia y los cuidados paliativos, el secretario general apeló a un documento de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida que se presentó en 1993 y lleva por título «100 Preguntas y Respuestas sobre la Defensa de la Vida Humana y la Actitud de los Católicos».

En contra de la eutanasia pasiva

En texto, que fue elaborado por médicos, filósofos, farmacéuticos, enfermeras, teólogos, juristas y moralistas, plantea que «no se puede legitimar ninguna forma de 'eutanasia pasiva'», es decir, por omisión. En concreto señala que «cuando la muerte aparece como inevitable porque ya no hay remedios eficaces, el enfermo puede determinar, si está en condiciones de hacerlo, contentarse con los medios paliativos que la Medicina le pueda ofrecer para mitigar el dolor, aunque no tengan ninguna virtud curativa».

Ante la inmencia de la muerte, el documento apunta que el paciente «puede rechazar el tratamiento obstinado o encarnizamiento terapéutico que únicamente vaya a producir una prolongación precaria y penosa de su existencia, aunque sin rehusar los medios normales o comunes que le permiten sobrevivir», como podrían ser la alimentación y la hidratación.

El portavoz de los obispos explicó que «estos son los principios que pueden valorar los padres, que, sin lugar a dudas, quieren lo mejor para su hijo en medio de un gran sufrimiento». En esta línea, también recordó que es necesario «escuchar el consejo de los expertos, del comité ético y de los propios facultativos que son los que tienen los datos».

Sobre la labor de los médicos ante un paciente terminal, el secretario general explicó que de acuerdo «al código deontológico médico» los facultativos «tienen el deber de intentar la curación o la mejoría del paciente siempre que sea posible y cuando no lo sea permanece su obligación de aplicar las medidas necesarias y adecuadas para conseguir el bienestar del enfermo o cuando de ello pudiera derivarse, a pesar de su correcto uso, el acortamiento de la vida». «Pero lo que nunca podrán es terminar con la vida de una manera directa. No hay una compasión que lleve a la muerte», insistió Gil Tamayo.

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