César Nombela

Ciencia y salud

Manejamos trillones de datos pero el reto está en convertir esta información en conocimiento

César Nombela Cano

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El avance científico actual se acomoda poco a la clásica interpretación de Khun. Según ésta, los periodos en que el conocimiento se amplía en horizontal solían ir seguidos de etapas de revolución, en las que se remueven los paradigmas y cambian los fundamentos. Ahora vivimos momentos diferentes; se obtienen con precisión y manejan trillones de datos pero el reto está en convertir esa información en conocimiento aplicable para la solución de problemas. Esa es la revolución científica pendiente.

Las Ciencias de la Vida y la Biomedicina constituyen un ejemplo muy ilustrativo pero no el único. Es posible determinar los detalles de la dotación genética de cada individuo, con lo que los proyectos genoma llevan a plantear una medicina personalizada, que con precisión pudiera establecer las bases de cada patología así como el mejor tratamiento individualizado. Se inician estudios de cohortes cada vez más grandes, como el que abarcará en Estados Unidos en 2018 hasta un millón de personas. Pero las soluciones «revolucionarias» tardan en llegar más de lo que representa la demanda social. Los tiempos de desarrollo de nuevos fármacos tras su descubrimiento se pueden demorar una década. El otro genoma humano, el microbioma, en estudio desde 2008, añade complejidad a las bases genómicas de la patología. Las nuevas terapias, como el empleo de células madre para la Medicina Regenerativa se introducen con lentitud y demandan más pruebas para su aplicación segura. Algo similar ocurre con la terapia génica, bien definida y enfocada desde hace cuarenta años, pero aún a la espera de la solución técnica definitiva que probablemente llegue de la mano de CRISPRCas.

No cabe duda de que en 2018 surgirán novedades en las que el conocimiento se traslade en forma de soluciones más eficaces para la salud, como nuevos fármacos biológicos incluidos los que bloquean la activación de ciertos genes. Sin olvidar que la humanidad no puede ignorar la persistencia y agravamiento global de epidemias, como difteria, cólera, fiebre amarilla o SIDA, cuya solución ya existe.

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