Bangladés, ejemplo de convivencia frente a la persecución en Birmania

«Aquí, a pesar de todas las diferencias, vivimos juntos y practicamos nuestra fe» explica el obispo auxiliar de Dacca

Iglesia del Sagrado Rosario PABLO M. DÍEZ
Pablo M. Díez

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Bendecidos. Así se sienten los católicos de Bangladés por la visita del Papa Francisco, que concluyó ayer su viaje a este país tras su paso por Myanmar (nombre oficial de la antigua Birmania). Frente a la persecución religiosa que sufren los musulmanes de la etnia rohingya en dicha nación budista, los católicos bangladesíes se enorgullecen de que el Sumo Pontífice ha destacado la convivencia en este país que profesa mayoritariamente el islam.

«En Asia hay multiculturalidad y numerosas lenguas . Aquí, a pesar de todas esas diferencias, vivimos juntos y practicamos nuestra fe. Por supuesto, a veces hay incidentes. Pero no son grandes», explica a ABC el obispo auxiliar de Dacca, Shorot Francis Gomes.

Mientras habla en el Obispado, de fondo se escucha el canto del muecín llamando a la oración en una mezquita cercana. Con 167 millones de habitantes, Bangladés es el tercer país musulmán más poblado del mundo, tras Pakistán e Indonesia. Aunque los católicos suponen solo el 1 por ciento, su labor en tareas sociales de las que se benefician los musulmanes, como la educación y la sanidad, le ha valido el respeto general. «Aunque Bangladés ha sido siempre un país de catástrofes y calamidades, la economía está moviéndose mucho ahora, pero sigue habiendo grandes diferencias», señala el obispo auxiliar. En su opinión, «Bangladés es un país pobre, pero rico en valores y donde nos ayudamos unos a otros».

Para Shorot Francis Gomes, esta visita de Francisco es tan trascendente como la que efectuó San Juan Pablo II en 1986 , cuando se ganó el corazón de todos , musulmanes, hindúes, budistas y católicos, al besar el suelo nada más aterrizar en el aeropuerto de Dacca. En aquel entonces, el obispo auxiliar era solo un estudiante y le tocó llevar al Papa en un «rickshaw». Ahora, ha sido uno de los principales responsables de la organización de la visita de Francisco y, sin duda, el «rickshaw» del que ha tenido que tirar era mucho más pesado.

El motivo es que el Santo Padre ha llegado a Bangladés en un momento especialmente complicado por el éxodo de los refugiados rohingyas. Con más de 600.000 personas de esta etnia musulmana huidos de Birmania por los brutales ataques del Ejército contra sus pueblos, en Bangladés todos han aplaudido que Francisco alce su voz a favor de los rohingyas.

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