Ayahuasca, el alucinógeno de moda que se extiende por España

Se multiplican los grupos de «terapia» que utilizan la droga amazónica

Un grupo de personas participa en la ceremonia de Ayahuasca en la ciudad de Guadalajara (México) EFE

Miquel Vera

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De las profundidades de la región colombiana del Putumayo a las casas rurales de las afueras de Barcelona. Este es el curioso recorrido que hacen cada vez más a menudo los chamanes que han exportado el viejo ritual de la ayahuasca a España, atraídos por una moda que mueve miles de euros ofreciendo una mezcla alucinógena de plantas amazónicas con supuestas virtudes terapéuticas.

La ayahuasca la utilizan desde hace siglos muchas tribus de Sudamérica en sus rituales. Ahora ha llegado con fuerza a occidente como una solución rápida y mística a los problemas de la estresante vida del primer mundo. Su uso ha atraído a todo tipo de personas, sobre todo profesionales liberales, dispuestos a pagar mucho dinero por estos viajes «espirituales» sin control.

«En España hay unas cien personas dirigiendo sesiones de ayahuasca, pero muchas lo hacen sin un diagnóstico previo ni una concepción terapéutica. Fácilmente, pueden haber unas 800 personas que toman ayahuasca cada semana en España», explica a ABC el psicólogo y antropólogo Josep María Fericgla, autor de «Ayahuasca: La realidad detrás de la realidad» y gran conocedor de este fenómeno.

Alertados por el auge de esta mezcla de plantas, desde el Colegio de Psicólogos de Barcelona, su vicedecano, Ricard Cayuela, advierte de que esta sustancia es «alucinógena y adictiva» y puede resultar especialmente peligrosa si cae en manos de advenedizos sin conocimientos médicos. «Puede producir ataques de pánico, ansiedad y alucinaciones, incluso brotes psicóticos», alerta Cayuela. Sin embargo, hasta el momento no han registrado denuncias por casos relacionados con terapias relacionadas con este producto. A pesar de estas advertencias, cada vez son más los psicólogos que incitan a sus pacientes a usar estas sustancias, y algunos, incluso las introducen en sus terápias discretamente.

La moda de la ayahuasca ha obligado a la Generalitat a tomar cartas en el asunto. El subdirector general de Drogodependencias, el doctor Joan Colom, advierte que este brebaje no sirve como remedio a problemas de adiciones, como se publicita habitualmente. También subraya que en determinadas personas su consumo puede derivar en «crisis de tipo psicótico» . El Gobierno catalán publicará a finales de año una guía para reducir los riesgos y dar recomendaciones sobre esta terapia. «Quiero pedir a los usuarios que tomen todas las precauciones del mundo como con todo lo que no es oficial ni está normalizado. Si alguien tiene un problema de drogas o de salud mental tiene que ir a un médico», apunta.

Con una simple búsqueda en internet se pueden encontrar empresas y organizaciones que ofrecen retiros que incluyen el consumo de ayahuasca en las inmediaciones de las grandes ciudades españolas. El precio de estas sesiones, que duran entre dos y cuatro días, ronda los cuatrocientos euros. No obstante, algunos terapeutas de alto standing ofrecen terapias mucho más costosas a un público selecto.

«Normalmente, una sola sesión puede valer entre 50 y 90 euros , que es lo que costaría una dosis de buena ayahuasca de unos 50 mililitros, pero también conozco algún psiquiatra que cobra unos 5.000 euros a rusos millonarios que vienen a Barcelona cada dos o tres meses», agrega Fericgla. También hay advenedizos tratando de sacar provecho de este fenómeno con prácticas peligrosas que ponen en riesgo la salud pública.

«Algunos lloraban, otros no decían nada»

«La ayahuasca es una sustancia lo suficientemente peligrosa como para que requiera un control », resalta el vicedecano de los psicólogos catalanes. Por ahora, el vacío legal existente da rienda suelta a un sector que, de forma más o menos discreta, va introduciéndose en la cotidianidad de ambientes cada vez más variados. David V., un profesional liberal noruego residente en Barcelona, explica en primera persona cómo fue su experiencia con estas terapias. «La ayahuasca se toma por la noche porque te vuelve muy fotosensible . Antes de empezar, los chamanes limpiaron la habitación. Luego nos hicieron beber una taza de ayahuasca y nos sentamos durante una hora. Al principio no notaba nada, luego tomé una segunda taza y empecé a notar cosas, como ganas de vomitar y también emocionales. A mi alrededor unos no decían nada, otros lloraban. La sesión empezó a las doce de la noche y duró hasta las cinco de la mañana», relata.

Según han explicado a este diario algunas voces de este incipiente sector que han preferido mantener el anonimato, existen casos de «retiros» en los que los organizadores no han podido obtener ayahuasca suficiente para garantizar un «buen viaje» a todos sus clientes. ¿La solución? Cocinar un dudoso cóctel de hierbas y líquidos varios salpimentados con éxtasis líquido para garantizar las alucinaciones a sus confiados pacientes. Afortunadamente, hasta ahora estas prácticas no han acabado en desgracia pero ponen en evidencia el vacío legal por el que se mueve esta moda de estética «new age».

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