El alcohol, enemigo del cerebro
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El alcohol retrasa el desarrollo psicológico de los adolescentes

Es también el principal factor de riesgo de años de vida perdidos entre los 10 a 24 años

Madrid Actualizado: Guardar
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Los patrones de consumo de alcohol han cambiado dramáticamente en los últimos años, pasando de la ingesta moderada (1-2 copas de vino al día), propia de los países mediterráneos, al consumo masivo por atracón en un corto espacio de tiempo, especialmente entre los más jóvenes.

Si al consumo moderado se atribuyen algunas virtudes saludables, esta nueva forma de beber se asocia con un mayor riesgo cardiovascular, muerte prematura, hipertensión y accidente cerebrovascular.

Según un trabajo del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, de Santander, el alcohol es, además, la principal causa de cirrosis y trasplante de hígado en Europa, y supone el 1,8% de todas las muertes causadas por enfermedades del hígado. Es también el principal factor de riesgo de años de vida perdidos entre los jóvenes de 10 a 24 años.

A esto se une un mayor riesgo de trastornos mentales, ya que el alcohol provoca alteraciones estructurales y funcionales en el cerebro, como explica María Sixta Siles, psicóloga clínica infanto-juvenil del centro Beck Psicología: «El alcohol retrasa el desarrollo psicológico normal del adolescente, cuyo cerebro está aún en formación. Afecta a la corteza prefrontal del cerebro, implicada en el autocontrol, la motivación y la fijación de metas, y puede agravar vulnerabilidades genéticas y psicológicas ya existentes».

Y además los efectos psicológicos del alcohol «provocan una deshinibición de la conducta y las emociones; cambios bruscos de humor e irritabilidad; pérdida de la capacidad de autocontrol, que puede llevar a conductas agresivas; deterioro de la atención, la memoria y la concentración y también del juicio para percibir el riesgo», explica Siles.

En especial, el consumo masivo provoca en los adolescentes bebedores, según algunos estudios, lagunas de memoria semejantes a las que se observan en adultos con una historia prolongada de alcoholismo.

«Es frecuente que el consumo de alcohol favorezca los conflictos familiares, porque el adolescente se aisla de la familia, miente y desobedece las normas», advierte esta especialista

Efecto en la descendencia

Pero el consumo excesivo de alcohol no sólo es peligroso para el desarrollo del cerebro de los adolescentes y la convivencia familiar. Incluso deja huella en el material genético, al cambiar los grupos químicos que regulan su expresión (patrón de metilación), con lo que aumenta riesgo de padecer cáncer, sobre todo del tracto digestivo, como ha advertido la Organización Mundial de la Salud (OMS). La metilación es un mecanismo epigenético que regula la expresión del ADN en función del estilo de vida de cada persona.

Y esas alteraciones pueden saltar una generación y afectar también al cerebro de los hijos de los adolescentes bebedores, haciendo a las futuras generaciones más propensas a la depresión, la ansiedad o los trastornos metabólicos, según un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Loyola, en Chicago. El trabajo se acaba de presentar en la reunión anual de la Sociedad Americana para la Neurociencia, que se celebra estos días en San Diego y reúne a más de 30.000 neurocientíficos de 80 países.

El estudio, que se basa en un modelo animal, encontró que en el consumo excesivo de alcohol en los roedores “adolescentes” altera los interruptores que encienden y apagan múltiples genes en el cerebro de sus crías. Cuando los genes se activan, ordenan a las células producir proteínas, que en última instancia controlan rasgos físicos y de comportamiento. La investigación mostró que en la descendencia de los roedores adolescentes bebedores, los genes que normalmente están activados se apagaron, y viceversa.

El consumo excesivo de alcohol entre los adolescentes es un importante problema de salud en Estados Unidos y Europa. Según algunas encuestas, el 21% de los adolescentes ha consumido alcohol durante los últimos 30 días. Y entre los bebedores menores de 21 años, más del 90% del alcohol se consume en forma de atracones. El consumo excesivo de alcohol se define como el aumento de la concentración de alcohol en la sangre del 0.08 por ciento, el límite legal para conducir y equivale a unas cinco bebidas para un varón y cuatro para una mujer.

En las crías de los roedores expuestos al alcohol, se examinaron los genes en el hipotálamo, una región del cerebro involucrada en muchas funciones, incluyendo la reproducción, la respuesta al estrés, los ciclos de sueño y la ingesta de alimentos. Los investigadores buscaron cambios moleculares en el ADN que alteraban los interruptores de encendido y apagado en genes individuales. Encontraron 159 de tales cambios en los hijos de madres que habían bebido al estilo “botellón”, 93 cambios genéticos en la descendencia de padres “botellón” y 244 cambios genéticos en las crías cuando ambos progenitores fueron expuestos al consumo excesivo de alcohol.

El estudio es el primero en mostrar una vía molecular que indica que el consumo excesivo de alcohol en la etapa adolescente no solo puede causar alteraciones en la salud neurológica de los propios jóvenes que lo consumen sino también en las generaciones posteriores, cuando cualquiera de los padres ha abusado del alcohol.

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