Un grupo de jóvenes bebiendo alcohol en la calle
Un grupo de jóvenes bebiendo alcohol en la calle - De San Bernardo

Alcanzar el famoso «puntillo», principal aspiración de los jóvenes cuando salen de fiesta

Un estudio de la FAD revela que para alcanzar ese «descontrol controlado», los jóvenes dosifican la ingesta de psicoactivos para regular el «subidón» y el «bajón»

Madrid Actualizado: Guardar
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Un peligroso juego de equilibrios. Esa es la estrategia que utilizan los jóvenes cuando salen por las noches de fiesta. Dosifican el consumo excesivo de alcohol y conjugan la ingesta de distintos sustancias psicoactivas para regular el «subidón» y el «bajón». Se trata de un «descontrol controlado», según las conclusiones del estudio «Sudar material. Cuerpos, afectos, juventud y drogas», llevado a cabo por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogradicción (FAD) con el apoyo del Plan Nacional sobre Drogas.

Ese «famoso puntillo» permite a los jóvenes desinhibirse, estar en un cierto estado de euforia y ser más sociables, según se desprende de este informe presentado este miércoles en el seminario «Exceso y ocio juvenil.

La extraña pareja»

Casi el 60 por ciento de los menores de 30 años cree que estos consumos tienen que ver con divertirse y pasarlo bien y el 30 por ciento con el deseo de sentir nuevas sensaciones. Una percepción que puede explicar el hecho de que esta población sólo considere que un consumo de sustancias es excesivo cuando la persona no es capaz de mantener un control mental y corporal por los efectos de dichas sustancias, pierde la noción del tiempo y del lugar y experimenta estados de enajenación mental, 'malos viajes', conductas agresivas, desmayos o se quedan inconscientes.

Además, al realizar normalmente estos consumos los fines de semana, los jóvenes piensan que tienen un control sobre ellos y los suelen valorar positivamente.

Conductas de riesgo

El director general de la FAD, Ignacio Calderón, ha destacado la importancia de que la sociedad general y las instituciones sigan dando vueltas a la solución que se debe plantear ante estas conductas de riesgo de los jóvenes, ironizando con que todavía no se ha logrado encontrar «el puntillo que ellos encuentran con las drogas y el alcohol».

«Estamos ante conductas de una importancia grandísima y, aunque en España tenemos la tendencia de minimizar y simplificar los grandes problemas, debemos profundizar al máximo en el conocimiento de la realidad del asunto, promover una movilización social y unirnos todos los que tenemos que decir algo en este asunto», ha señalado.

De la misma opinión se ha manifestado el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco de Asís Babín, quien ha reconocido que la contribución a la generación de evidencia empírica de los aspectos que provocan los comportamientos que generan estos consumos es una «asignatura permanente», porque en ellos influye la complejidad del proceso en sí y el hecho de que las costumbres del consumo de sustancias van cambiando con el tiempo, informa Ep.

Esta podría ser una de las causas por las que, por ejemplo, todavía no existe una legislación específica sobre el consumo de alcohol. Si bien, el director técnico del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, Eusebio Megías, ha ido más allá, asegurando que se debe a que estas bebidas suponen «indudables beneficios» para la estructura social de España y a que se intenta sólo culpabilizar a los jóvenes, sin reconocer que es un problema social que «afecta a todos».

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