El Papa Francisco preside una nueva sesión de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos
El Papa Francisco preside una nueva sesión de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos - efe

El Papa pide «no reducir el Sínodo al problema de la comunión a los divorciados»

Exhorta a los participantes a «no dejarnos condicionar» por debates mediáticos parciales

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Saliendo frontalmente al paso del reduccionismo de los medios de comunicación europeos y norteamericanos, el Papa Francisco ha dicho este martes a los padres sinodales que «no debemos dejarnos condicionar y reducir nuestro horizonte de trabajo del Sínodo como si el único problema fuese el de la comunión a los divorciados, casados o no».

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, informó que cuando nadie lo esperaba, el Papa tomó la palabra para clarificar de una vez por todas dos puntos importantes. El primero es que «la doctrina sobre el matrimonio no ha sido tocada ni puesta en duda por el Sínodo precedente», celebrado en octubre del 2014. Los alarmistas están, pues, equivocados.

El segundo tema importante es que este Sínodo tiene una agenda muy rica, detallada en el Documento de Trabajo, y no debe distraerse por las polémicas sobre divorciados y homosexuales que alimenta una docena de padres sinodales y multiplican por mil los medios de comunicación europeos y norteamericanos.

En definitiva, el Papa ha intervenido para separar el «Sínodo real» del «Sínodo mediático» que, naturalmente, queda en manos de los responsables de cada medio pues nadie puede poner puertas al campo.

Curiosamente, los países ricos de Europa parecen incapaces de hacer frente a sus problemas más graves: la implosión demográfica, el hecho de que los jóvenes no se atreven a casarse pues la generación anterior les ha dejado sin trabajo y con deuda pública, la fragilidad afectiva de las nuevas generaciones, el asombroso porcentaje de gente que vive sola, la pérdida del contacto enriquecedor entre las tres generaciones de abuelos, padres e hijos, la falta de flexibilidad en el trabajo que dificulta la maternidad, etc.

El Sínodo debe abordar también problemas graves de otros continentes como la poligamia y el parasitismo de los maridos ociosos en África, la entrega –o a veces, venta- de niñas menores de edad para el matrimonio en África y en Asia, el machismo y la violencia contra las mujeres en América Latina y otros lugares, etc.

Con su intervención, el Papa Francisco deseaba liberar de las presiones exteriores sobre todo a los participantes que acuden por primera vez a un Sínodo y están un poco desconcertados por el circo mediático y el protagonismo de algunos extremistas en las semanas anteriores.

De hecho, el Papa tomó la palabra después de que el secretario general del Sínodo, cardenal Lorenzo Baldisseri, explicase de nuevo la metodología de trabajo a los nuevos participantes.

Según Federico Lombardi, Francisco se sumó a la explicación para clarificar un aspecto clave: que «este Sínodo debe vivirse en continuidad con el anterior», y que «los únicos documentos oficiales son los dos discursos del Papa, al comienzo y al final de la asamblea del 2014, y el Documento Final que, enriquecido entre las dos asambleas, es el Documento de Trabajo actual».

El Papa hizo notar también otro cambio respecto a los Sínodos de pontificados anteriores, y es que él mismo participa directamente en los trabajos de la secretaría general.

A diferencia de sus predecesores, Francisco se desplaza con frecuencia en su pequeño automóvil a la sede de la secretaría para participar en las reuniones importantes. El tema de la familia es crucial, por eso lo sigue de cerca.

El Papa quería que todo el mundo, en especial los recién llegados lo supiesen, para que nadie tuviese la impresión de que se comienza desde cero. Les dijo que él mismo había participado en la selección de los diez padres sinodales que se encargarán de redactar el documento final de esta asamblea, del mismo modo que participó en la reunión que dio el visto bueno al Documento de Trabajo actual.

Sus comentarios iban dirigidos tanto a los nuevos participantes -más susceptibles a sufrir la presión de medios informativos que reducen todo a la comunión a los divorciados y al trato a los homosexuales- como a la docena de padres sinodales excesivamente entusiastas o excesivamente alarmados por esos temas. Por fortuna, el 90 por ciento de los padres sinodales vive ajeno a los dos «monotemas», y las 76 intervenciones de la primera jornada de trabajo cubrieron todo un abanico de problemas reales.

Si el primer día había tomado la palabra un matrimonio mexicano para abordar las dificultades económicas de las familias desempleadas, la primera intervención del segundo día corrió a cargo de un matrimonio sudafricano, Meshack y Buysile Nkosi, asesores de la conferencia episcopal de su país.

Pero la verdadera estrella familiar del aula sinodal es el pequeño Davide, que no dice una palabra y se limita a llorar un poquitín de vez en cuando, pues tiene sólo tres meses. Sus padres, Massimo y Patrizia Paloni, son italianos afincados en Holanda como familia misionera del Camino Neocatecumenal, y participan en este Sínodo a título de misioneros.

Los Paloni tienen doce hijos que se han quedado en Holanda pero naturalmente, al pequeñín tenían que traerlo consigo. Ahora, en los pasillos, todo el mundo quiere hacerse fotos con Davide, su papá y sobre todo su mamá, que es bióloga pero trabaja también como ayudante espiritual laica en un centro de ancianos.

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