Imagen de las instalaciones de las Bodegas González Byass
Imagen de las instalaciones de las Bodegas González Byass
gastronomía

Tío Pepe sabe ocho idiomas

Paseo por la bodega González Byass, un parque temático del vino de 4,5 hectáreas

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Francisco Román, uno de los guías más veteranos que recorre cada día el recinto sabe explicar el recorrido de hora y media por las instalaciones hasta en japonés. Su próximo reto, en el que ya está enfrascado, es hacerlo en chino. No cabe duda de que tiene que estar preparado, las bodegas González Byass de Jerez, un inmenso parque temático en torno al vino de 4,5 hectáreas, fue visitado en 2013 por más de 200.000 personas y este año las cuentas pueden arrojar incluso números mejores. Por comparar baste un dato, el museo arqueológico de Cádiz fue visitado en 013 por 93.000 personas. La bodega jerezana, que va camino de los 200 años de historia, ya que se fundó en 1835, volvió a ser el año pasado la más visitada de Europa y es la confirmación de que lo del turismo gastronómico no es algo anecdótico y puede ser una fuente de ingresos.

Para hacernos una idea gráfica de la gente que visita cada día la bodega del Tío Pepe, baste decir que la media es de 550 personas, es decir como si cada día hubiera en las puertas de las instalaciones, situadas a la entrada de Jerez, 11 autobuses. Cada jornada hay 12 visitas básicas, además de las especiales concertadas. Hay 5 en español, 4 en inglés y 3 en alemán. El recorrido dura una hora y media y al final se puede optar desde probar sólo un par de vinos hasta comer en el impresionante bar situado al final del recorrido y con aires futuristas.

Nos apuntamos a la visita de las 12. Las azafatas llevan un traje de ese color a juego con el sombrero de ala ancha que ha hecho famoso el Tío Pepe. Son 13 euros la visita básica. Si tienes un teléfono móvil de última generación te puedes descargar una aplicación por la cual en distintos espacios de la bodega te salen personajes virtuales que te dan explicaciones de los detalles más divertidos. El programa ha sido desarrollado por una empresa gaditana, Guideo, y te permite jugar con personajes como el propio fundador de la firma o la reina Isabel II, que lió una gorda cuando visitó la bodega. Luego te lo contamos.

Un tren con 3 vagones llega a la puerta. La azafata da la bienvenida y el tren se mueve hacia la primera parada. Por ser la primera, impresiona: una inmensa cúpula de hierro. Recuerda a los techos de las estaciones de trenes antiguas. Debajo, en semicirculo botas de vino ordenadas en filas. En ellas están las banderas de los 120 paises donde actualmente exporta la empresa. La azafata explica que el diseño puede deberse al propio Gustav Eiffel, el que diseñó la famosa torre de París. La estructura se construyó para la visita de la reina Isabel II a mediados del XIX, aunque en torno a la autoría de Eiffel hay controversia. Algunos aseguran que el edificio fue diseñado por el británico Joseph Coogan

Llega el tren

Después llega a unos jardines, los de Villa Victorina. Lo mandó hacer Victorina Soto, la mujer de Manuel María González Angel, el fundador de la bodega. Para hacerlo se trajeron plantas y árboles de los países a los que se exportaban los vinos en el siglo XIX. Para los amigos de la experiencias únicas, el espacio se alquila para celebraciones.

El tren pasa por una zona de viñas situada en el interior, donde se puede ver cómo van creciendo y hace parada en una plaza presidida por un botellón de Tío Pepe. Se accede a unas centenarias instalaciones donde se producía antes del brandy Lepanto. Nuevo paseo en tren. Destino: bodega La Cuadrada. Allí descansan 4000 botas de vino, cada una de 500 litros. Habría para llenar un millón y medio de botellas de vino. En medio de la bodega se aparece una sala de proyecciones. Ante los visitantes aparece el propio Tío Pepe: José Ángel de la Peña y Vargas, el tío del fundador de la bodega, que dió nombre al fino.

Tío Pepe es una de las obras cumbre del marketing. El nombre ha perdurado en el tiempo. La botella vestida con la chaquetilla roja, la guitarra y el sombrero la creó en 1935 el entonces «jefe de propaganda», Luis Pérez Solero, uno de los pioneros en lo que ahora sería el marketing. El también creó el famoso lema de que Tío Pepe es el sol de Andalucía embotellado.

La visita alcanza uno de sus puntos más curiosos cuando se recorren las «calles» que hay en el interior de la bodega. Son calles de Jerez que, con el crecimiento de la firma fueron quedando dentro de las instalaciones. Por ellas se accede a una de las bodegas más espectaculares, la de Los Apóstoles. La estancia la presiden 12 grandes botas de vino y el Cristo, un barril de casi dos personas de altura que está colocado en todo el centro.

Todo surgió por un capricho de la reina Isabel II que quiso visitar las instalaciones allá por 1862. Su visita lo revolvió todo y se construyó especialmente la bodega entonces revolucionaria de Eifell. La reina se empeñó en que quería ver la pisa de la uva y la vendimia había terminado. Al dueño de González Byass se le ocurrió hablar con los agricultores para que recogieran las uvas sueltas que hubieran quedado en las vides. Con esta pequeña producción le hicieron una pisa especial a su Majestad y se llenó el majestuoso barril que preside la estancia y que es capaz de almacenar 16.500 litros de vino, lo mismo que 33 barriles normales. Por eso se le apodó el Cristo por coincidir el número de barriles con la edad de Jesús de Nazareth.

A pocos metros, otra bodega con historia. Los visitantes contemplan atónitos una copa de vino dulce en el suelo, sobre la que se apoya una escalera como de los click de Famobil, la que utilizan los ratones que viven en la bodega y que tienen el «trabajo» de alimentarse de insectos que estropean los barriles. Un día un venenciador, José Gálvez, comprobó cómo un grupo de ratones salía a comerse las mijitas que caían al suelo del bocadillo. Un día se le ocurrió hacer el primer maridaje para ratones del mundo y le sirvió también un poquito de vino dulce. El venenciador les fabricó la escalera para que pudieran acceder a la copa de vino. Desde entonces los ratones salen a beber el vino aunque sólo lo hacen en la intimidad.

Las leyendas continúan en otra bodega monumental, la de los Reyes, el de las firmas de los ilustres que la han visitado. Al lado, el origen de todo: el cuarto de muestras, la pequeña habitación con más de 150 años de historia donde trabajaba el propio fundador de la firma.

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