Manuel, que sufrió un ictus hace dos años, junto a su mujer, Carmen
Manuel, que sufrió un ictus hace dos años, junto a su mujer, Carmen - VANESSA GÓMEZ
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Sobrevivir a un ictus en Andalucía depende del lugar donde se resida

En el Día Mundial de esta enfermedad reivindican la contratación de neurólogos en los hospitales comarcales

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Manuel lucha a diario contra las secuelas del ictus que le sobrevino hace dos años. Ni él ni su mujer, Carmen, pueden dejar de pensar en el instante en el que las manecillas del reloj de sus anteriores vidas se pararon, justo, a las siete de la tarde de ese 29 de enero. Fue una extraña sensación en el brazo izquierdo el primer signo de ese punto y aparte. «No atinaba a coger una botella de agua, perdió la fuerza y, seguidamente, el gesto de su cara cambió», cuenta Carmen. Ésta, alarmada por la situación, dio aviso rápidamente a los servicios sanitarios que, con la misma prontitud, identificaron los síntomas del ictus que estaba padeciendo Manuel. Lo trasladaron al hospital Virgen Macarena, que cuenta desde 2012 con una Unidad de Ictus, y allí comenzaron a tratarlo.

Hasta ahora, puede resultar normal y lógica esta consecución de acontecimientos: aparición de la lesión, reconocimiento de los síntomas y el tratamiento, casi de inmediato, en una unidad especializada. Sin embargo, a juicio de Carmen Fátima Ruiz, presidenta de la Asociación Sevillana de Ictus, Manuel puede considerarse una persona afortunada. «Dependiendo de donde vivas, tienes más o menos posibilidades de salvar la vida tras sufrir un ictus. En Sevilla sólo los hospitales Virgen del Rocío y Virgen Macarena tienen unidades especializadas y en los hospitales comarcales ni siquiera hay neurólogos. Manuel, posiblemente, no habría tenido las mismas posibilidades si hubiese vivido en otro municipio».

Carmen Fátima Ruiz Rodríguez
Carmen Fátima Ruiz Rodríguez - V. G.

Éstas, la carencia de neurólogos en los hospitales comarcales y de unidades de ictus en los centros de referencia -en Andalucía sólo existen 5 de las 16 que debería haber-, son dos de las principales reivindicaciones que la Asociación Sevillana de Ictus, pacientes y familiares lanzan con motivo del Día Mundial de la enfermedad, que se celebra este sábado 29 de octubre. Asimismo, apuestan por el aumento de centros con la posibilidad de realizar trombectomías mecánicas (extracción de trombo) en la fase aguda del ictus -actualmente sólo se hace en Sevilla, Córdoba y Cádiz-; reclaman más apoyo a la investigación y una mayor difusión sobre el ictus y la necesidad de acudir a un hospital donde haya neurólogos expertos en esta patología.

Una demanda que se asienta sobre las cifras del ictus en nuestro país, donde actualmente es la segunda causa de mortalidad, la primera en el caso de las mujeres. Además, es el primer motivo de discapacidad en el adulto.

En 2015, 21.000 personas sufrieron en Andalucía un ictus, causando la muerte en el 30 por ciento de los casos y una discapacidad grave al 40 por ciento de los enfermos. Según los datos que maneja esta asociación, una de cada seis personas padecerá un ictus a lo largo de su vida. Y pese a que suele afectar más a personas mayores, también puede darse en jóvenes. En este sentido, la presentación del ictus, o Accidente Cerebro Vascular (AVC), está evolucionando en los últimos veinte años hacia una mayor incidencia en personas jóvenes, detectándose un aumento del 25 por ciento en los menores de 65 años. Un incremento que tiene como raíz los malos hábitos: las drogas, el alcohol, el tabaco, el sedentarismo, la obesidad...

Sin recursos

Aun con estos números sobre la mesa, desde la Asociación Sevillana de Ictus muestran su incredulidad ante los reducidos recursos que las distintas administraciones públicas destinan a la difusión de la prevención y la detección de los síntomas, la investigación y el desarrollo de nuevas terapias para su tratamiento.

«Durante las tres primeras horas es fundamental la atención del ictus para evitar graves secuelas y salvar la vida. Invirtiendo más en la atención inmediata se evitaría la Administración muchos gastos posteriores para el tratamiento de la discapacidad que ocasiona», asegura Carmen Fátima Ruiz, quien, por otro lado, afirma que la atención en Sevilla capital ha mejorado «ligeramente» este año, tras dotar mejor las unidades de ictus, «aunque todavía hay muchas carencias». «En Sevilla, ahora, hay 24 horas de neurorradiólogo para trombectomías. Pero tuvimos un paciente antes del verano al que le dio un ictus y tuvieron que trasladarlo al hospital de Córdoba, porque era fin de semana y no había especialista de guardia».

«Hemos tenido pacientes que han recibido la cita con el neurólogo a los seis meses de salir del hospital y para Rehabilitación, al mes, cuando ésta debe darse ya desde el propio hospital»

No obstante, una vez pasado el ataque del ictus, viene incluso otro «golpe» peor: asimilar y enfrentarse a una nueva vida repleta de obstáculos. Un shock tremendo en todos los aspectos, que no es otro que el paso de no tener discapacidades a perder casi todas las habilidades. Además, de la falta de información.

«Cuando al paciente le dan el alta en el hospital, no tiene la vivienda adaptada, no tiene nada para esa nueva vida. Puedes pedir ayudas, pero no son inmediatas. Y, ante la falta de recursos, los propios médicos dan folletos informativos de la asociación a los enfermos para que se dirijan aquí para informarse y ser tratados por nuestros fisioterapeutas mientras le llega la cita para las sesiones de rehabilitación en el hospital». Y añade Cristina Sánchez, fisioterapeuta de la asociación: «Hemos tenido pacientes que han recibido la cita con el neurólogo a los seis meses de salir del hospital y para Rehabilitación, al mes, cuando ésta debe darse ya desde el propio hospital. Pero la figura del fisioterapeuta no está implantada en los centros de referencia. Es como un artículo de lujo cuando no debería ser así. Por suerte, existen las asociaciones que cumplen esa función».

La experiencia

Manuel, vecino de Sevilla Este de 74 años, vio como su activa vida quedaba postrada en una cama durante los primeros meses después de salir del hospital. Es su mujer, Carmen, quien cuenta la experiencia mientras Cristina, la fisioterapeuta de la asociación, trabaja con Manuel para recuperar la movilidad.

«Cuando salió del hospital -detalla Carmen- era un vegetal, no comía ni bebía si no era con espesantes y tampoco se sostenía si no era con almohadones. Como un bebé. Cuando salió del Virgen Macarena, me dijeron que la rehabilitación iba a tardar mucho, así que me dieron el folleto de la asociación y vine al día siguiente. Estaba totalmente perdida sin saber qué hacer».

Después de dos semanas, Manuel comenzó la rehabilitación, pero a los seis meses el SAS declinó a seguir con el tratamiento. «Me dijeron que él ya no se recuperaría más, y que a partir de ahora sólo iba a tratarse de un mantenimiento y que la Seguridad Social no lo iba a pagar y menos con una persona mayor. Así me lo dijeron».

Carmen se alegra de haber insistido en la recuperación de su marido a través de la asociación. «Sigue mejorando día a día. De ser un vegetal, hoy habla y camina». En esta línea, Cristina Sánchez señala que desde la sala de rehabilitación de esta entidad ofrecen un trabajo multidisciplinar e integral, tratando todas las áreas que han sido dañadas por la enfermedad, incluso la psicológica. «Si mejoran a nivel físico se traduce en una mejora emocional. Sobre todo cuando hay un avance en la recuperación de la marcha. Nuestros tratamientos van orientados a que consigan la mayor independencia posible, que es el objetivo del tratamiento de todas las enfermedades neurológicas».

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