RELATO DE ANTONIO FERNÁNDEZ, SU ENCARGADO GENERAL

El primer hospital universitario que tuvo Sevilla

Lo cedieron los militares americanos en un momento de necesidad para la ciudad

Antonio Fernández Pérez narrando cómo se organizó el hospital que se instaló en la base americana M.J.LÓPEZ OLMEDO

AMALIA F.LÉRIDA

Tiene tanto que contar de Sevilla como años ha cumplido. Quién lo diría cuando se le ve y se le escucha que ya va camino de los 93 y está haciendo el doctorado de la carrera de Derecho, que la estudió con los 70 cumplidos .

Antonio Fernández Pérez fue el encargado de todo el personal subalterno que puso en marcha el primer hospital universitario de Sevilla, antes base americana. Nació, vive y lucha en El Arenal. Lucha, porque es inasequible al desaliento y todo lo que cree injusto lo denuncia.

No en vano su lema en la vida es «Ultra et recte» , o sea, «Adelante y por derecho» y no en vano también ganó la batalla al Ayuntamiento de Sevilla contra la botellona en el TSJA, ha criado a tres hijos y sobrelleva con amargura la muerte de su mujer, junto a la que ha estado cerca de 80 años: el «amor de su vida».

Llora cuando habla de ella y cuando recuerda cómo en 1969 desahuciaron de su piso arrendado al Parque Móvil de Ministerios Civiles —donde fue chófer tras ganar una plaza de funcionario— a sus tres hijos pequeños después del «traslado forzoso» a Barcelona «por unas críticas que hizo en público sobre el funcionamiento del bar adscrito al recinto de dicho organismo».

Visita del gobernador civil en 1971 al Hospital de San Pablo, cedido, provisionalmente, por el gobierno de los Estados Unidos ABC

Sólo en esos dos momentos —el recuerdo de su esposa y de sus hijos fuera de la casa— se viene abajo .

Por lo demás, no se achanta con nada . En la actualidad, sigue sus estudios y su lucha al frente de la asociación de vecinos Torre del Oro del Arenal que preside y de la que fue cofundador en 1978 , en su casa, tranquilo, con el amparo de sus hijos y con una memoria fuera de orden.

Pero lee y escucha noticias del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, de la masificación que hay en la sanidad y del abandono el Hospital Militar, «magnífico donde los haya» , y echa la vista atrás con dolor porque «los militares americanos cedieron a Sevilla un hospital en un momento de carencia y necesidad y ahora tenemos ahí el Militar abandonado, a pesar de que crece la población».

Pero ¿cómo fue esa cesión?, ¿qué pasó para que el gobierno de los EE.UU. tuviera que auxiliar a Sevilla? ¿es que no había en Sevilla un hospital?

Las Cinco Llagas

Antonio Fernández se remonta a cuando él tenía 15 ó 20 años y solo funcionaba el de las Cinco Llagas.

«Estuvo en ruinas —sigue— y entonces se hizo un hospital universitario en un complejo de la base de San Pablo que antes había servido al ejército americano. El 17 de febrero de 1972 las autoridades de las Fuerzas Aéreas de los EE.UU. entregaron las llaves al General Queipo de Llano (hijo) que representaba a nuestro Ministerio del Aire y éste a su vez al rector de la Universidad, José Antonio Calderón Quijano, y al decano de la Facultad de Medicina, doctor Suárez Perdiguero. Y luego me la entregaron a mí».

Terrenos del campo universitario de deportes en el que se levantó el Macarena. Fue huerta del de las Cinco Llagas ABC

Era necesario montar un hospital provisional. El de las Cinco Llagas estaba en ruinas y el que conocemos como Virgen Macarena se estaba construyendo. De modo que se organizó en San Pablo . Estaba naciendo el primer hospital universitario de Sevilla — el Virgen del Rocío y el de Valme no lo fueron hasta la década de los 80 en la que se firmaron los acuerdos con la Hispalense— y Antonio Fernández fue nombrado encargado general, responsable de todo el personal subalterno, de comunicación, contabilidad de los almacenes, maquinarias, control de lavandería y servicio de correos.

En total, eran siete edificios en los que se encontraban «una pequeña clínica con dos quirófanos, una sala con veinte habitaciones de post operatorio, Rayos X, Riñón Artificial, Servicio de Prematuros con ocho incubadoras, Farmacia, oficinas de dirección, conserjería y cafetería».

La tropa

Ese era el Pabellón C. «El A era un pabellón de oficiales en el que instalamos Ginecología y Paritorio —sigue Fernández—, además de la Congregación de Hermanas de la Caridad y la escuela de ATS. En otro pabellón, el E, se ubicó Pediatría y Medicina Interna. El pabellón T era un edificio de tres plantas que había sido habitado por la tropa del ejército americano y a ellos trasladamos las camas del viejo y ruinoso hospital de las Cinco Llagas, hoy Parlamento de Andalucía».

Una iglesia, unas cocinas de gran tamaño , una central eléctrica —con generadores de 380 voltios que se tuvieron que adaptar a 220— y una central telefónica completaban el recinto sanitario.

Antonio Fernández con Juanito. El joven quedó inválido tras un accidente y en las afueras del Macarena se le concedió un puesto de chucherías ABC

Como encargado general y como aficionado al tráfico rodado, Fernández ordenó hacer unas placas que fueron instaladas en la carretera general Sevilla-Madrid, en las que se anunciaban con una flecha: «Hospital Universitaro. A 3 kilómetros» . El hospital se inauguró el 1 de junio de 1972 y el día 5 nació el primer bebé, Paula Raissa Landeira Luque , que hoy día es médico de Familia en Madrid. Unos meses después hubo un accidente de tráfico e ingresó un joven llamado Juanito que «se quedó siempre al lado de nosotros y ya inválido se le concedió el kiosco de chucherías que hay en las afueras del VirgenMacarena, cerca de la puerta principal, que abrió sus puertas en 1974».

Allí fue jefe de personal subalterno y tras varios sinsabores y problemas estuvo hasta 1994. Allí también conoció en 1978 el fuego que le dejó una secuela pulmonar y que se originó en el sótano del Virgen Macarena «que no tenía escaleras exteriores de emergencia y que motivó la evacuación de enfermos a los hoteles de Sevilla y a García Morato».

Obras del Hospital Virgen Macarena. Mientras terminaban, la actividad asistencial se ofrecía en San Pablo ABC

«Nunca se supo qué sucedió ni cómo se originó», dice. Ahora ha ido como usuario y ve muy bien el Macarena, «muy moderno y organizado» pero lamenta cómo está el Hospital Militar.

«Parece mentira —termina— que los militares americanos entregaran a Sevilla un hospital en un momento de necesidad y ahora que la población está creciendo dejamos caer en ruina el Hospital Militar, el Vigil de Quiñones. ¡Con lo que era eso por dentro, magnífico en todos los sentidos..!».

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