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Carga de una de las piezas fabricadas por la empresa Megusa - FOTO: RAÚL DOBLADO | VÍDEO: J. M. SERRANO
INDUSTRIA

El nuevo megapuente de Canadá tendrá sello sevillano

Megusa envía las dos primeras estructuras de las más de veinte que fabricará para este coloso, de 3,4 kilómetros de longitud

SEVILLA Actualizado: Guardar
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El nuevo megapuente de Canadá se sostendrá sobre la espalda de la ingeniería sevillana. En la capital se fabrican los principales elementos de refuerzo que mantendrá en pie a este enorme coloso, de 3,4 kilómetros de longitud y una inversión de 1.800 millones de euros. La compañía metalúrgica Megusa ya ha cargado los primeros cabeceros que llegarán directamente a Montreal desde los muelles de la capital andaluza. El buque enviado por la adjudicataria de este tremendo proyecto –la UTE formada por Dragados y la canadiense SNC-Lavalin– llegó el domingo a Sevilla para recibir dos de las 24 estructuras completas que la empresa tiene encargadas, tras firmar el que ha sido el contrato más generoso de su trayectoria, que no es corta precisamente.

Megusa acaba de cumplir 150 años desde que comenzara a trabajar el metal en la antigua Fundición San Clemente, cuando todavía estaba ubicada a pocos metros de la Alameda. Su gerente, Miguel Silvestre, no olvida ese pasado aunque el negocio tenga ahora un aspecto muy diferente. «Empezamos con puentes pequeños cuando dejamos los barcos y ahora participamos en los mayores del mundo», asegura.

El papel de la firma sevillana en el nuevo acceso de Cádiz ha sido el aval para que el grupo que preside Florentino Pérez volviera a confiar en ella. Las piezas en cuestión son las llamadas Pier-cap, unas enormes estructuras en forma de V que estarán a la vista, justo debajo el tablero del puente New Champlain y que darán estabilidad a la infraestructura. «Nosotros fabricaremos 24 de los 32 que lleva y cada uno de ellos tiene una faena de más de 7.000 horas», señala. En este proyecto está también implicada otra inquilina del Puerto sevillano, Tecade, que construye los cajones metálicos del tramo atirantado del puente canadiense.

Varios trabajadores, durante la carga de una megaestructura
Varios trabajadores, durante la carga de una megaestructura - RAÚL DOBLADO

La actividad en el recinto de Megusa ha crecido hasta el punto de verse obligados a ampliar la superficie de trabajo con la concesión de otros 8.000 metros cuadrados. Este nuevo espacio les ha permitido contar con un acceso directo al río en la misma Carretera de la Esclusa, junto a las instalaciones de los viejos astilleros donde acaba de desembarcar la compañía vasca Gonvarri.

El proyecto ha obligado a formar a la plantilla y a tratar con proveedores canadienses

Miguel Silvestre no es el único responsable de esta empresa familiar en la que la segunda generación ya empuja con fuerza. Su sobrina Cristina es la encargada del departamento técnico y la que ha coordinado la llegada de este gran buque, cuyas dimensiones rozan el límite que puede soportar el canal de navegación. Cuenta que «el proyecto ha sido un reto increíble, porque ha obligado a cambiar por completo la dinámica» y ha generado más valor. Lo primero ha sido una mejor formación de la plantilla de soldadura, que ha tenido que obtener la acreditación canadiense para poder participar en la obra. También se han visto obligados a tratar con nuevos proveedores, todos del país cliente, que ha impuesto esa condición. «Para nosotros ha sido más trabajo y más dinero, pero también nos posiciona mejor», admite Cristina Silvestre, que coordina las entradas y salidas de material, así como las piezas que está listas para ser entregadas.

Y de cara al futuro, la empresa tiene previsto seguir mirando hacia Canadá, donde hay trabajo pendiente con la reconstrucción de gran parte de los puentes que se hicieron para la Expo de Montreal de 1967. Explica el gerente que «entonces se utilizó el hormigón, que es un material que no resiste tan bien las temperaturas extremas y se están viendo afectadas las estructuras». «En Sevilla no pasará eso», admite con la seguridad que le da haber participado en la construcción de los principales accesos que se hicieron para la gran muestra del 92. Megusa fabricó piezas para la Barqueta y el Alamillo, además de varios pabellones y la Esfera del Microclima, que se instaló sólo para seis meses y sigue intacta 25 años después.

«Nos atrevemos con lo que nos vaya demandando el mercado», dije el gerente que empezó con una fundición, continuó haciendo barcos y, tras la crisis naval, entró de ello en los puentes y las grandes obras civiles.

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