SANIDAD

¿Qué pasa cuando te dan el alta y no tienes quien te cuide?

La Unidad de Trabajo Social del Virgen del Rocío busca solución a los problemas que pueden afectar a la recuperación de los pacientes

Agustina Hervás, jefa de la Unidad de Trabajo Social y Participación Comunitaria del Virgen del Rocío V.GÓMEZ

AMALIA F. LÉRIDA

No se ve pero se nota. La labor de la Unidad de Trabajo Social del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla es un termómetro de lo que pasa fuera de los muros sanitarios, de los valores que imperan en la sociedad, de cómo llegan y qué les espera a los enfermos que atiende el personal sanitario. Detecta, sigue, persigue, coordina, denuncia, ayuda, ampara, consuela y, en una palabra, busca soluciones a los problemas sociales que inciden en el proceso de recuperación de la persona. Es el pegamento, la tela de araña que une a las instituciones y entidades para que la solución llegue, y pronto. 

¿Y después del alta hospitalaria, qué? ¿Qué hacemos con una persona mayor que no puede seguir un tratamiento en su casa porque está sola? ¿Y con otra que entra por Urgencias porque vive en la calle y ha sido director de banco? ¿Cómo afronto que una familiar mío se muere en la UCI? ¿A quién llamo para que acompañen a un enfermo al que nadie viene a ver? ¿Qué hacemos con los inmigrantes, con los sintecho, con las mujeres maltratadas, con los niños que traen secuelas de golpes, con madres adolescentes o con un enfermo mental que para colmo ha delinquido y cumplido ya su condena?

Estos son algunos de los casos que se plantean en el Virgen del Rocío y en los que tiene que intervenir la unidad que dirige Agustina Hervás , una mujer que, como sus compañeros, se lleva a casa el sufrimiento y la angustia que genera a veces trabajar contrarreloj. Y para ejemplo, un botón de muestra. En estos momentos la unidad tiene que recurrir al juez porque hay una persona ingresada con la que trabajan a diario pero con la que no se puede llegar a ningún sitio a pesar del esfuerzo que están realizando. Tiene 93 años y una fractura de cadera. Ya se le tenía que haber dado el alta pero sigue ocupando una cama porque en su casa no puede estar porque vive sola, no tiene familia y no quiere ir a ninguna residencia hasta que se restablezca del todo. La anciana dice a las trabajadores sociales que «queréis llevarme a una residencia para quedaros con los dineros míos». La paciente cree que tras la fractura va a poder valerse en casa como antes. Ahora, según Hervás, la unidad está preparando un informe para conseguir que el juez dictamine su ingreso involuntario en una residencia. Entonces surge otros problema: ¿en qué residencia la ingresan?

«Nosotros tenemos que decirle al juez dónde ha de ir —sigue Agustina Hervás— y por la confidencialidad de los datos no podemos saber qué pensión tiene para ver si puede optar a una residencia pública, concertada o privada. La obtención de ese dato también tendrá que ordenarlo el juez porque esta persona mayor se niega a decírnoslo». Y mientras tanto, está ocupando una valiosa cama hospitalaria como sucede en otros casos en los que hay que buscar recursos públicos para los mayores «porque la Ley de Dependencia lleva un protocolo que está muy bien pero para situaciones de emergencia no sirve y nos la vemos y nos la deseamos».

La mediación familiar es otro recurso de esa unidad. Hablar con la familia para que cada uno asuma un papel y, entre todos, el enfermo se recupere. La familia es importante pues de toda la casuística que afronta la unidad gran parte está protagonizada por personas mayores «que viven solas y que quieren seguir viviendo solas porque se encuentran bien y no quieren molestar a nadie», dice Hervás.

Riesgo de exclusión

«Todos y cada unos de nosotros podemos necesitar en cualquier momento la intervención de la unidad, ya sea en el hospital o en Atención Primaria. Es decir, no tiene que ser una persona en riesgo de exclusión o maltratada o sin recursos porque alguien puede ser acomodado económicamente y estar solo y no saber cómo afrontar una situación determinada o necesita en cuidados paliativos consuelo y preparación para lo que le espera».

No menos importante es que en las Urgencias haya una trabajadora social las 24 horas del día ya que en la actualidad la que está para el Hospital General y el de Traumatología tiene horario de 8 de la mañana a 3 de la tarde y «eso es insuficiente dada la cantidad de casos que entran por esos servicios y que podrían agilizarse si se atendieran antes, tanto si se van a casa como si suben a planta».

Los casos que trata la unidad que dirige Hervás aumentan con el paso del tiempo. En 2016, un 13% respecto al ejercicio anterior. El año pasado gestionaron 11.261 consultas, atendieron a 3.006 pacientes del programa de adultos y a 749 familias con diagnósticos clínicos adversos, lo que conllevó 2.346 consultas de seguimiento y 3.810 coordinaciones con Trabajo Social de Atención Primaria.

Donar tiempo

También, y por citar otros ejemplos de la ingente actividad de la unidad, en 2016 se intervino en Urgencias con 288 paci entes y continuaron las líneas de participación con organizaciones que donan su tiempo para los enfermos hospitalizados que no tienen a nadie, o para menores que no pueden salir de la habitación. La cooperación internacional no se queda atrás a la hora de atender en el hospital a personas de otros países hasta que regresan.

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