Diana Sahakyan, 23 años, estudia Administración y Dirección de Empresas y trabaja como contable
Diana Sahakyan, 23 años, estudia Administración y Dirección de Empresas y trabaja como contable - ABC
UNIVERSIDAD

Nueve mil «sí-sí» (estudian y trabajan) plantan cara a los «nini» sevillanos

Los alumnos de carreras jurídicas y sociales y futuros ingenieros son los que más trabajan fuera de las aulas. En Sevilla son más del doble los jóvenes que ni estudian ni trabajan

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En la Universidad de Sevilla hay unos 9.000 alumnos que estudian y trabajan, casi un 13 por ciento del total de los estudiantes matriculados. De esos nueve mil, más de 4.600 estudian carreras relacionadas con ciencias sociales y jurídicas y más de 2.500 titulaciones de Ingeniería y Arquitectura. Las Ciencias de la Salud cuentan con más de 1.150 «sí-sí» en sus aulas; las carreras de Artes y Humanidades casi 900, y las carreras de Ciencias unos 400, según datos oficiales de la Hispalense.

El estallido de la crisis en 2008 empujó hacia arriba como la espuma el número de jóvenes españoles de entre 16 y 29 años que ni estudiaban ni trabajaban, un grupo al que empezó a conocérsele coloquialmente como la «generación nini». En 2011 los «ninis» se acercaron a los dos millones y ahora, con la mejora de la situación económica, superan ligeramente los 1,4 millones. La tasa española de «ni-ni» es más del doble que la de Alemania y en Europa sólo Italia (31,1), Grecia (26,1), Croacia (24,2), Rumania (24,1), Bulgaria (24), y Chipre (22,2) la superan.

En 2005 se dio el número más elevado de «sí-sí» en pleno boom económico. Entonces 1.133.7000 jóvenes españoles estudiaban y trabajaban. Fue ese año cuando hubo menos diferencia entre el número de «sí-sí» y de «ni-ni»: a partir de 2008 la tasa de estos últimos se disparó hasta duplicar a a la de los «sisi». En 2014 casi uno de cada cuatro jóvenes españoles (24,3 por ciento) ni estudiaba ni trabajaba.

En la provincia de Sevilla son unos 40.000 los jóvenes en esa situación, según los últimos datos del INE (enero de 2017), distribuidos así: 20.946 entre 16 y 25 años, y 22.401 entre 25 y 29 años. Sevilla tiene censados a 326.113 jóvenes entre 15 y 29 años.

La mayoría de los «sí-sí» sevillanos viven con sus padres, pero corren con todos sus gastos académicos y personales. Ellos se pagan sus libros, sus apuntes, sus salidas y viajes. Algunos de los «sí-sí» proceden de familias con escasos recursos económicos que gozan de una beca del Estado, lo cual les obliga a no aflojar su rendimiento académico para mantenerla y seguir estudiando. Eso les hace ser buenos estudiantes y a la vez buenos trabajadores.

«Los estudiantes que trabajan tienen más autonomía, más independencia y más autoestima y tienen más posibilidades que los que no de alcanzar sus metas», según el psicólogo Enrique García Huete. Como ellos mismos dicen: «Es duro pero merece la pena»

Algunos estudios hablan de los efectos negativos de estudiar y trabajar a la vez. Si se hacen turnos largos de trabajo los estudiantes suelen sufrir estrés, fatiga y falta de ocio, según un estudio de la Universidad de Washington. También sufrirían más riesgo de perder la concentración en clase o de empeorar sus notas. No es el caso de ninguno de los cinco alumnos que traemos a estas páginas y que mantienen sus buenas calificaciones.

Fran, ingenería y desarrollador

Francisco Pérez León tiene 21 años y estudia cuarto de Ingeniería de la Salud en la Universidad de Sevilla. Desde que empezó tercero trabaja en el hospital Virgen del Rocío desarrollando aplicaciones y administrando programas.

«Empecé como becario 30 horas semanales durante 3 meses. Mi horario era de 8,30 a 14,30, tenía una hora para comer y luego tenía clases desde las 15,30 hasta las 21,30 horas. Después me ampliaron 3 meses más pero reduje las horas porque estaba un poco agobiado para poder sacar adelante los estudios. Fran reconoce que es difícil compaginar el trabajo y el estudio con tu vida familiar y social. «Es como un bucle porque necesito buena nota para mantener la beca y eso es mucha presión. A veces llegaba a las 11 menos 20 de la noche destrozado y a las 11 me tenía que poner a estudiar», comenta.

Francisco Pérez León
Francisco Pérez León - ABC

Se acostumbró a dormir sólo seis horas y agradece las facilidades que ha tenido para hacer los exámenes y los días previos para poder estudiar. «Tengo poco tiempo para ver a mi novia y siempre estás más tenso por el estrés e incluso parece que estás con la escopeta cargada en casa, pero sé que esto es algo temporal. Es un sacrificio muy grande pero sé que es bueno para mi futuro», dice.

Reconoce que sin el apoyo de su padre no habría podido hacer esto. «Al principio era contrario y prefería que me centrara sólo en los estudios, pero luego me apoyó. Y si no llega a ser por mi madre todo esto tampoco hubiera sido posible –añade–, porque me tenía la cena preparada cuando llegaba a casa y me despertaba por la mañana. Algunas veces no me daba tiempo ni de hacerme la cama y hasta mi abuela comprende que vaya a verla menos. Estoy muy agradecido a mi familia por todo su apoyo», dice.

Diana, ADE y contable

Diana Sahakyan tiene 23 años y estudia cuarto de Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Sevilla. Sólo le quedan dos asignaturas y el trabajo fin de carrera (TFC) para terminar sus estudios, pero los compatibiliza desde hace más de un año trabajando como contable en una empresa sevillana, un trabajo por el que percibe unos 800 euros al mes.

«Me he apuntado este año a un master en Consultorías que me cuesta unos 7.000 euros y la verdad es que apenas tengo tiempo para nada», reconoce. Diana trabaja desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la tarde y tiene clases de su master desde 4 de la tarde a las 9 de la noche los lunes, miércoles y viernes, según cuenta a ABC.

Desde que empezó sus estudios superiores, Diana ha estado trabajando de camarera los veranos para ahorrar el dinero que iba a necesitar el resto del año en libros, apuntes y tasas académicas. «Esto es como la pescadilla que se muerde la cola. Necesito trabajar para poder pagarme los estudios y a veces no puedo estudiar lo suficiente y aprobar los exámenes porque el trabajo no me deja tiempo», comenta. Diana reconoce que estudiar y trabajar le obliga a sacrificar muchas cosas pero ve esta estresante etapa de su vida como «algo temporal que al final merecerá la pena».

Belén, Relaciones Laborales y camarera

Belén Garrido tiene 20 años y estudia tercero de Relaciones Laborales y Recursos Humanos en la Universidad de Sevilla. Empezó a trabajar hace un año y medio de camarera en el restaurante The good burger en pleno centro de Sevilla. En ocasiones trabaja de cocinera, según las necesidades de cada día. «Quería ser más independiente económicamente poder pagarme mis gastos y viajar», comenta.

Belén Garrido
Belén Garrido - ABC

Belén vive con su madre y tiene un contrato a tiempo parcial de 12 horas a la semana. Suele trabajar en turnos flexibles de unas cuatro horas los fines de semana, por los que viene a ganar unos 320 euros al mes con los que tiene para sus libros, apuntes y gastos personales. «No tengo que pedirle a mis padres ni un solo euro», dice orgullosa.

Se compra sus libros o apuntes y con lo que gana le da para conocer mundo. Ha estado en Granada, Valencia y Barcelona y hace poco estuvo una semana a Budapest, atraída por un festival de música. Ahora se va a Praga y tiene planeados otros viajes a París y Chicago. «Me he perdido muchas salidas con mis amigas, muchos cumpleaños, fiestas y celebraciones por culpa del trabajo, pero esto me da libertad y creo que merece la pena el esfuerzo».

Bea, Derecho yADE y azafata

Beatriz Benítez tiene 20 años y cursa la doble titulación de Derecho y Administración de Empresas en la Universidad Pablo de Olavide. Bea, como la conocen sus amigas, empezó a trabajar antes de entrar en la universidad como azafata en la agencia Doble Erre.

Beatriz Benítez
Beatriz Benítez - ABC

«Ha trabajado en Simof, en la Fundación Cajasol y en el Auditorio de Fibes muchos fines de semana. Le suelen pagar 5 euros la hora y viene a sacar unos 100-150 euros al mes. El pasado verano se fue a trabajar a una tienda de Mango en Londres y eso fueron palabras mayores porque con el dinero que pudo ahorrar en la capital inglesa ha podido pagarse un viaje a Praga con unas buenas amigas, universitarias y «sí-sí» como ella. El tiempo que tiene que sacar para estudiar y trabajar Bea se lo tiene que robar a sus ratos de ocio. «Procuro no quitárselo nunca a las horas de estudio porque si no no podría acabar la carrera y entonces no merecería la pena aceptar este trabajo», dice.

Elvira, Derecho y catering

Elvira Sánchez Ordóñez tiene 20 años y estudia tercero de Derecho en la Hispalense. Desde que empezó la carrera trabaja en un catering como camarera de cóctel. «Llevo trabajando casi cuatro años allí y lo puedo compatibilizar con los estudios porque tengo mucha flexibilidad horaria».

Elvira Sánchez Ordóñez
Elvira Sánchez Ordóñez - ABC

Elvira, aunque vive con sus padres, se paga todos sus gastos personales y viajes con lo que gana, unos 200 ó 300 euros al mes. «Normalmente hago dos o tres catering a la semana, de cuatro a seis horas cada uno y me pagan 7 euros por hora», comenta. Gracias a lo que obtiene por su trabajo ya ha estado en Londres y conoce Bélgica, Rumania y Portugal. «No es fácil porque el trabajo me obliga a veces a faltar a veces a clase y pedir apuntes», admite. Aunque en su empresa —cuenta— «casi todos son universitarios como yo y nos las arreglamos».

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