Navidad en Sevilla: ¿cómo se celebraba hace un siglo?

Las fiestas que despiden el año siempre fueron una galería de momentos costumbristas en la ciudad, que ha ido cambiando lo castizo y auténtico por lo «sofisticado»

Tres niños contemplan con entusiasmo el escaparate de una juguetería de Sevilla ARCHIVO CUBILES

FRAN PIÑERO

La Navidad es ya un reclamo turístico en Sevilla. Con mayor o menor acierto, los diseños que alumbran las calles de la ciudad (cada vez en un calendario más adelantado) son motivo para que propios y extraños recorran una Sevilla engalanada de luz y color.

Sin embargo, mucho antes de que el LED y el mapping tomaran el control, en la ciudad brillaba una luz distinta, la de una Navidad menos fastuosa pero sí más íntima, humilde y en el fondo, familiar. Eran otros tiempos, no sólo en la recta final del año.

El amplio archivo gráfico de ABC de Sevilla permite recordar cómo se celebraba en el siglo XX lo concerniente al nacimiento del Niño Dios, con todas sus costumbres previas, y el cierre del período festivo con la cabalgata de Los Reyes Magos de Oriente.

Este desfile puede servir de guía del recuerdo, pues tuvo su primera salida en 1918. Aunque ha cambiado de emplazamiento en numerosas ocasiones, y ampliado su recorrido a los distintos barrios, resulta muy curioso evocar los tiempos en los que las carrozas formaban el cortejo desde la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, durante cuatro décadas, y pasaban por el lugar que hoy ocupan cinco bolas gigantes y coreográficas: la Plaza de San Francisco .

Los Reyes Magos en el coso maestrante en 1926 ABC

Hasta se llegó a levantar una tribuna en el Arquillo del Ayuntamiento (ya en los 70) para que el primer Edil y el resto de la corporación municipal pudieran contemplar el paso de la cabalgata. Un arquillo bajo el que se cobijaba el clásico Nacimiento que nos ha legado, aunque entonces, entre una exuberante vegetación muy distinta del escueto y tardío pesebre de los ultimos años.

Las carrozas, que en ocasiones cedían su espacio a auténticos tronos reales ( Baltasar apareció sobre un vistoso palanquín portado por «etíopes» en 1927 ), eran inicialmente de tracción animal, por lo que los afortunados elegidos para «llevar la ilusión» en cada una se contaban con los dedos de una mano.

Una tradición que se mantiene en cierto modo es la de que sus Majestades Reales visitaran a los más necesitados. A comienzos del siglo XX, el Dispensario Antituberculoso Victoria Eugenia , los hospicios como el de la calle San Luis o el de la Casa Cuna (en una visita encomendada a los «Virreyes Magos»), los hospitales o los asilos de ancianos eran parte del solidario periplo.

La luz cotidiana

Eran las fiestas de alumbrados con sencillos motivos. Estrellas, ángeles, campanas, guirnaldas y demás fórmulas del imaginario navideño se dibujaban a base de gruesas bombillas de color fijo sobre calles que albergaban un trasiego de quehaceres.

Iluminación navideña en Puente y Pellón a finales de los 60 ABC

Desde el niño absorto con los regalitos que exhibía con goloso mimo un escaparate, a la madre de familia que llevaba en brazos una gallina en su cuenta atrás, pasando por aquel que transportaba las cestas de mimbre que después se convertirían en (las casi extintas) cestas de navidad . O incluso aquellos que las vendían ya repletas de viandas.

Aunque el tema de la venta ambulante merece mención aparte, dadas las estampas de solera que dejaban, por ejemplo, los puestos de turrones y alfajores a lo largo del Paseo Catalina de Ribera (a comienzos de la centuria pasada) o los que hacían de El Jueves un mercado muy navideño con corchos para el belén, zambombas y demás instrumentos que animarían las plazas como compás de villancicos.

Si no había dinero sobraba ingenio, y un búcaro podía ser el acompañamiento sonoro perfecto para ir con los amigos de puerta en puerta para, una vez interpretada «La Marimorena» , recibir dulces por parte de los vecinos. Un trueque patrio que llegó a Sevilla mucho antes del «Truco o trato» que ahora se corea, impersonal, el 31 de octubre.

La Navidad de la Sevilla «millennial» se va orientando hacia afuera. De eso habla el porcentaje de ocupación hotelera registrado entre el puente de la Inmaculada y el eje 2017/2018. La cada vez más colmatada programación de actividades clama por una Sevilla pujante en lo turístico, lo cuál también es positivo.

Ya es cuestión de cada sevillano recuperar, a su manera, esa esencia humilde que evocaban los abuelos, ese recuerdo que proyectar (siguiendo la terminología del añorado mapping) en los más pequeños de la familia.

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