NECROLÓGICA

Manuel Pío Halcón, el señor marqués

«Él era ese tipo de persona que ante cualquier problema, corría justo en la dirección contraria»

Manuel Pío Halcón ABC

JOSERRA HALCÓN

Vivir durante 92 años como un marqués no es cosa fácil. Y a fe que Don Manuel Pío Halcón lo consiguió. Suerte que tuvo. «Yo soy el último de una época. Para tu desgracia, hijo mío, te ha tocado trabajar por todos tus antepasados. En eso no has salido a mí, sino a tu madre». Porque él era de ese tipo de personas que ante cualquier problema, corría justo en la dirección contraria. Eso sí, siempre impecablemente vestido y atildado, con ese punto snob que sólo pueden lucir sin rubor los que tienen la seguridad de saberse verdaderamente elegantes. Era un hombre guapo y con clase, para qué vamos a engañarnos.

Don Manuel Pío también poseía en grado sumo la única virtud que tapa todos los defectos: la simpatía. Un don natural que le convertía en protagonista de toda reunión y amigo de todo aquel que le quisiera escuchar, mayormente si era mujer, su gran pasión. Las señoras que le conocieron hablarán mejor que yo sobre su plena dedicación al mundo femenino. Las buscaba, las paseaba, las escuchaba y las trataba como un auténtico caballero. Y con evidente éxito. El poco tiempo que le dejaba tan sensual afición lo empleó en oficios menores tales como inspector de Hacienda, presidente de la Federación Andaluza de Galgos, descubridor de artistas, ganadero o productor de películas, menesteres que desempeñó con, digamos, desiguales resultados, lo que provocó, según cuenta su buen amigo Don Antonio Burgos, que su padre, el novelista andaluz Manuel Halcón le aconsejara «¿Por qué no haces lo que han hecho los señoritos de toda la vida?». «¿El qué, padre?». «Nada, hijo, nada». Como es natural, Don Manuel Pío también tenía sus defectos, pero ni este es el momento, ni yo la persona adecuada para hablar de ellos.

Siempre añoramos a los que nos dejan, pero hay un exclusivo grupo de personas que perpetuamente serán recordadas con una sonrisa, por la cantidad de anécdotas, situaciones y momentos divertidos que compartieron con todo aquel que le trató. Creo, por lo que cuentan, que Don Manuel Pío Halcón se ganó el derecho a pertenecer a tan selecto club. Tras 92 años, te llegó la hora de descansar en paz, algo que en tu vida terrenal ya diste sobradas muestras de saber hacer admirablemente bien, como corresponde al que se sintió y vivió como un señor marqués.

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