Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo, en la biblioteca del Palacio de Liria
Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo, en la biblioteca del Palacio de Liria - JOSÉ RAMÓN LADRA

El duque de Alba: «Mi madre sabía que cuando falleciera la Casa de las Dueñas se abriría al público»

El nuevo duque de Alba anuncia que será antes de Semana Santa «porque las obras de palacio van despacio y en Sevilla más»

MADRID Actualizado: Guardar
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El decimonoveno duque de Alba, Carlos Fitz-James Suart Martínez de Irujo (Madrid, 1948) ha cumplido un año al frente de la Casa de Alba. Su madre, doña Cayetana, le donó hace cinco años la Casa de las Dueñas, que antes de Semana Santa abrirá tras el acondicionamiento museográfico de su planta baja. Consejero en empresas de seguros y familiares, el nuevo duque es presidente la Fundación Casa de Alba, patrono vitalicio del Museo del Prado y miembro de la Academia Santa Isabel de Hungría. Sobre sus hombros ha caído la responsabilidad de preservar el legado de la Casa de Alba, con numeros monumentos, obras de arte y documentos histórico.

—Se ha dicho que la Casa de las Dueñas la heredó su hijo Fernando porque es el más sevillano.

—Eso no es verdad. Los periodistas se han empeñado en decirlo y no ha habido manera de desmentirlo. ¿Que Fernando es el más sevillano de mi familia? ¿Es que se ha hecho un concurso para saberlo? Pues mire, a mí me encanta Sevilla y espero venir cada vez más. Se ha dicho que si mi madre quería que fuera para Fernando, pero eso no es así. Mi madre me lo dejó a mí y hoy es propiedad mía. En su día pasará a mi primogénito.

—¿Cuándo abrirá al público la Casa de las Dueñas?

—Espero que antes de Semana Santa. Las obras de palacio van despacio... y en Sevilla van más despacio todavía.

«Tengo muchos y muy buenos recuerdos de mis estancias en la Casa de las Dueñas»«Me encanta pasear por sus calles, tapear, ir al barrio de Santa Cruz...»

—Al ser un Bien de Interés Cultural (BIC) con protección A, imagino que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla han vigilado su acondicionamiento museográfico. ¿Eso ha motivado el retraso?

—No, lo que pasa es que hacen falta muchos permisos y trámites ante la Junta y el Ayuntamiento, rehabilitar cosas, cambiar el sistema eléctrico, hacer baños...

—¿Qué supone para usted la apertura de la Casa de las Dueñas?

—Fue la residencia de los duques de Alba desde el siglo XVI y supone para mí una alegría muy grande porque esta apertura responde también a una demanda social. Tanto la Junta como el Ayuntamiento están encantados con la apertura al público de la Casa de las Dueñas y están colaborando mucho.

—En vida, su madre no quiso abrir la Casa de las Dueñas al público. ¿Le comunicó antes de morir su deseo de que los sevillanos pudieran visitarla?

—No, la apertura es una iniciativa mía. Le propuse hacerlo y ella lo entendió muy bien. Además, le expliqué que se abriría la parte de abajo, que se enseñarían los patios, los jardines... La decisión de abrir sólo la planta baja es porque, entre otras cosas, la casa sufriría con mucha gente porque es muy antigua. Además, yo quería una parte reservada, la planta de arriba, para poder vivir allí cuando venga a Sevilla. A ella le pareció muy bien el proyecto y por eso sabía que cuando falleciera la casa se abriría al público. Para no molestarla hemos esperado a la apertura, y en eso estoy muy agradecido a la Junta de Andalucía, que respetó el hecho de que estaba muy mayor. Yo me comprometí con la Junta a que cuando ella faltara se abriría la casa al público.

El nuevo duque de Alba, en los jardines del Palacio de Liria JOSÉ RAMÓN LADRA
El nuevo duque de Alba, en los jardines del Palacio de Liria JOSÉ RAMÓN LADRA

—Imagino que este palacio estuvo presente en su infancia. ¿Qué recuerdos tiene de él?

—Tengo muchos y muy buenos recuerdos de mis estancias en la Casa de las Dueñas. Para mí siempre era muy ilusionante venir en Semana Santa e ir a la Feria. Recuerdo haber jugado mucho en la Casa de las Dueñas, aunque dentro de un límite porque en esa época los padres tenían muy derechos a los hijos y nos limitaban la zona de juegos. ¿Ve el caballete que tengo en la nariz? Pues fue de un tortazo que me di en una galería de la planta de arriba, caí de cabeza, me dejé la nariz allí y así se me ha quedado.

—¿Su madre fue muy rígida en la educación de sus hijos cuando eran niños?

—Buffff, si mi madre me hubiera visto jugar al fútbol en un patio de la Casa de las Dueñas no sé qué hubiera pasado.

—¿Este museo permitirá conocer aún más a la duquesa de Alba?

—El museo permitirá conocer perfectamente el mundo de Cayetana porque podrán verse sus cuadros, muebles, tapices, el jardín... porque no se ha tocado prácticamente nada. La Casa de las Dueñas está idéntica a como estaba antes, aunque ha habido que poner un baño para minusválidos, un garaje, una tienda... También se mostrará la zona donde mi madre bailaba y daba clases con Enrique el Cojo. Sus habitaciones privadas en la planta alta no se enseñarán porque son las mías ahora.

—La Junta inventarió 1.250 muebles, pinturas y antigüedades en la Casa de las Dueñas. ¿Qué obras importantes podrán verse en este museo?

—Hay un Cristo con corona de espinas de Ribera muy bueno, un tapiz maravilloso de 1570 de Pannemaker o un retablo de Neri di Bicci del siglo XVI. Lo que hay en la planta alta no lo voy a decir porque la gente va a querer subir y me voy a tener que ir yo (risas).

«Mis hijos son hermanos de los Gitanos y de Pasión. Yo soy hermano de los Gitanos y del Gran Poder»«A mí me gusta el torero artístico, como Morante de la Puebla, Talavante, Perera, Castella...»

—Dice que le gusta mucho Sevilla. ¿Qué es lo que más le gusta hacer cuando viene?

—Me gusta ir a los restaurantes clásicos. Me encanta pasear por sus calles, tapear, ir al barrio de Santa Cruz... Además, aquí tengo buenos amigos hechos en la infancia.

—¿Le gusta más la Feria o la Semana Santa o ninguna de las dos?

—La Semana Santa. Mis hijos son hermanos de los Gitanos y de Pasión. Yo soy hermano de los Gitanos y del Gran Poder. De joven salí muchas veces de nazareno. En Semana Santa estoy aquí porque además tengo que recibir a los Gitanos en Dueñas. En cuanto a la Feria, soy muy poco noctámbulo y por tanto me gusta la feria de día. A mí antes me gustaba ir a comer a la Feria pero ahora no se puede con este horario absurdo que se ha impuesto, ya que te pierdes el paseo de caballos de mediodía y almorzar allí. Ahora vas a la Feria a las cuatro de la tarde y ¿qué vas a hacer a esa hora allí? ¿Tomar café? Comprendo que por razones laborales se ha impuesto ese horario pero es un disparate. Yo voy lo más temprano posible y así disfruto de la Feria de día. Además, me encanta ir a los toros.

—Usted es además miembro de la Real Maestranza de Caballería. ¿Cuál es el torero que más le gusta en este momento?

—Ahora hay cuatro o cinco toreros muy buenos. Claro que después de Curro Romero, que fue una leyenda... A mí me gusta el torero artístico, como Morante de la Puebla, Talavante, Perera, Castella... El más artista de ellos es ahora Morante de la Puebla.

—Eso si Morante está inspirado...

—Ya, pero sí está inspirado ves una corrida extraordinaria. Yo he tenido la suerte de ver corridas antológicas de Curro Romero y Antonio Ordóñez porque he ido a los toros desde joven.

—¿Qué opina de la falta de público que vemos en la Maestranza?

—¡Con lo grande que es Sevilla y lo pequeño que es el aforo de esa plaza! Pero eso no pasa en Feria ni el Domingo de Resurrección.

—Tampoco parece haber ayudado mucho el boicot del toreros del llamado G-5.

—Eso fue una pena e hizo mucho daño. Los toros son una cosa que hay que preservar porque básicamente es arte, aunque se vea como sufrimiento. Es verdad que hay muchas corridas que desgraciadamente son malas y aburridas pero si ves una corrida o una faena buena, eso es maravilloso y muy emocionante. Todos los grandes artistas, como pintores, escultores o literatos, han plasmado los toros en sus obras de arte. Por tanto, hay que verlos como un arte. Siento mucho quien no tenga la suerte de apreciar el arte porque es un problema personal. Es como a quien no le gusta la música o le pones la Quinta Sinfonía de Beethoven y sólo aprecia ruido. ¡Pues mala suerte!. A lo mejor es que no ha nacido con esa facultad. Para apreciar los toros hay que saber y sentirlos.

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