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Cementerio de Sevilla - J.M.SERRANO
TRAS LA MUERTE PERSISTEN CIERTOS FENÓMENOS BIOLÓGICOS

¿Por qué les «crece» el pelo y las uñas a los muertos?

La deshidratación provoca que los tejidos se retraigan y por eso quedan a la vista

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Aunque se ha descrito que algunos tejidos corporales como pelos y uñas crecen después de la muerte lo cierto y verdad es que este fenómeno no ha sido constatado científicamente aunque muchas personas hayan podido comprobarlo a la hora de desenterrar a sus familiares.

José María Domínguez-Roldán, jefe clínico de UCI y doctor en Medidcina y Bioética afirma que, cuando acontece el cese de las funciones vitales, es decir, se produce la parada cardíaca, desaparece el flujo sanguíneo a todos los tejidos, por lo que todas las células de todos los tejidos del cuerpo terminan por morir. Pero lo cierto es que no todas ellas mueren a la misma velocidad. Algunas son más resistentes que otras.

Declara que las neuronas del cerebro mueren pocos minutos después de la parada cardíaca, pero que sin embargo, por el contrario, las células de la piel son más resistentes y pueden sobrevivir casi 24 horas.

«Ello quiere decir -sigue- que si esas células cutáneas se colocan en un medio de cultivo adecuado pueden seguir creciendo, aunque ello no significa que sean capaces de generar fibras queratina, la proteína con estructura fibrosa que forma parte de la piel y las uñas. Por ello, el máximo crecimiento que podría producirse tras la muerte sería 0,3 milímetros para el pelo o de 0,1 para las uñas, algo que no puede detectarse por el ojo humano».

No obstante, existe la impresión de que tras la muerte se produce un crecimiento del pelo y uñas. Esa percepción, según este experto, es principalmente debida a que tras la muerte se produce un fenómeno de deshidratación o pérdida de agua del cuerpo.

Esta deshidratación provoca que los tejidos se retraigan, y al retraerse queda a la vista, y ostensible, la parte del pelo que está incrustada en la piel.

Lo mismo ocurre con las uñas, al producirse la deshidratación aparece parte de la uña que permanecía oculta bajo la piel cuando el cuerpo estaba normalmente hidratado.

«Es decir, los procesos corporales de muerte de órganos células y tejidos son asincrónicos, pero el «crecimiento» real de pelos y uñas es imperceptible, y la percepción del crecimiento proviene de la deshidratación del resto de tejidos corporales», explica.

Relata que la precisión exigida legal y socialmente para establecer el momento de la muerte contrasta con la realidad biológica. Aunque la muerte de la persona haya sido establecida, es decir, se declare la insuficiencia biológica para que la corporalidad sea sustento de la persona, ello no significa que todas y cada una de las células y tejidos del cuerpo haya dejado de tener una función.

Domínguez-Roldán destaca que desde un punto de vista antropológico y filosófico es importante separar la muerte de la persona (que coincide con la muerte legal), de la muerte de todas y cada una de las estructuras biológicas que componen el cuerpo.

«Actualmente -agrega- existen dos grandes criterios para establecer la muerte de la persona: la muerte basada en criterios neurológicos (la muerte encefálica) y la muerte por parada cardiaca. En ambos casos es posible constatar la pervivencia de estructuras del biotopo orgánico que puede durar minutos, o incluso días».

De hecho, en los pacientes fallecidos en muerte encefálica es posible en muchos casos, la donación tras la muerte, de órganos para ser trasplantados dado el mantenimiento temporal de actividad biológica en algunos de estos órganos corporales.

«Igualmente -termina- en pacientes fallecidos tras parada cardíaca esta actividad corporal puede persistir durante horas o días, de modo que es posible el trasplante de algunos tejidos de la persona fallecida incluso hasta una semana después de la muerte, como es el caso de la córnea, que puede ser trasplantada hasta 7 días después de la muerte si se ha mantenido en adecuada condiciones de conservación».

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