El acusado de matar s su mujer en el aeropuerto de Sevilla, durante el juicio
El acusado de matar s su mujer en el aeropuerto de Sevilla, durante el juicio - ROCÍO RUZ

Condenado a doce años y seis meses de prisión por matar a su mujer en el aeropuerto de Sevilla

La Audiencia considera «la circunstancia agravante de parentesco y la atenuante muy cualificada de confesión» para esta resolución

SEVILLA Actualizado: Guardar
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La Audiencia Provincial de Sevilla ha condenado a doce años y seis meses de prisión como autor de un delito de asesinato al ciudadano rumano de 35 años, acusado de estrangular a su mujer en el aeropuerto de Sevilla en la madrugada del 1 de junio del año pasado.

Tras el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular, la Audiencia condena a Toader Ciprian Enache a 12 años y seis meses de prisión y al pago de una indemnización de 90.000 euros a cada uno de sus hijos de 14 y 13 años por un delito de asesinato, «concurriendo la circunstancia agravante de parentesco y la atenuante muy cualificada de confesión».

Asimismo, la Fiscalía retiró su petición inicial de que se impusiera al acusado el alejamiento de sus hijos y se le privara de la patria potestad, a la vista de que los propios hijos, ya adolescentes y en acogida con unos parientes en un pueblo de Castilla La Mancha, manifestaron que deseaban mantener el contacto con su padre.

En la sentencia, la Audiencia recuerda que el jurado consideró probado que los hechos tuvieron lugar sobre las 3:00 horas del 1 de junio de 2016 en el interior de un automóvil abandonado depositado en una zona apartada del aparcamiento del aeropuerto. La pareja había decidido pasar la noche en un vehículo abandonado en el aparcamiento de San Pablo, después de que la mujer perdiera el vuelo que debía llevarla de nuevo a Italia, donde estaba afincada por motivos laborales.

El jurado considera que el imputado actuó «con ánimo de causarle la muerte, o al menos sabiendo que esa sería la consecuencia natural de su acción». El acusado «evitó cualquier posibilidad de huida o de defensa efectiva» de la víctima al atacarla «de forma súbita y sorpresiva» una vez que la discusión había cesado y por la espalda. La mujer estaba sentada en el asiento delantero derecho del automóvil, mirando hacia delante, en el momento en que el acusado le rodeó el cuello con la cuerda desde el asiento trasero «y tiró violentamente de ambos cabos hacia atrás, privando así a la inerme mujer de toda posibilidad de impedir o repeler la agresión o de ponerse a cubierto de ella por lo rápido, inesperado y mortífero del ataque, que no pudo advertir hasta que ya era demasiado tarde para reaccionar».

El hecho que da lugar a la atenuante de confesión no fue sometido al jurado por el magistrado-presidente, José Manuel de Paúl, al entender que las circunstancias atenuantes propuestas o aceptadas por la acusación son vinculantes tanto para un tribunal de jurado como para uno exclusivamente profesional.

El acusado admitió los hechos en el juicio, asegurando que en el transcurso de la discusión acabó estrangulando a su pareja con una cuerda fina que se encontró en el coche «porque no quería escucharla más» y aseguró que «era un momento de locura» y que se «arrepintió desde el primer momento». Aunque estaban separados, seguían casados y al parecer durante los días que Jana estuvo en España, se reconciliaron.

«Desde el principio, he contado todo», aseguró el acusado, que señaló que ha hablado con sus dos hijos sobre lo sucedido y les ha pedido perdón. «Mis dos hijos me quieren», afirmó.

En la conducta del procesado, la Fiscalía ha tenido en cuenta la confesión como atenuante «muy cualificada» de Toader Ciprian, quien horas después del crimen se entregó a la Policía Local en la Jefatura de Bollullos Par del Condado (Huelva), presentándoles incluso la tarjeta de identidad rumana de la víctima. Hasta allí había llegado haciendo autostop tras abandonar el cuerpo de Jana dentro del coche y tapado por una tela.

La Policía Local se comunicó con el puesto de la Guardia Civil de la localidad, ante cuyos agentes el acusado ratificó su confesión, guiándolos posteriormente hasta el lugar donde se encontraba el cadáver de su mujer, una actuación con la que «contribuyó decisivamente al descubrimiento del delito y de su autoría», lo que rebajó varios años la pena.

El inspector jefe del Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional declaró en el juicio que de no haber sido por la confesión espontánea del acusado habría pasado largo tiempo antes de que se descubriese siquiera el cadáver de la víctima porque estaba en un lugar muy apartado del aparcamiento. El inspector añadió que habría sido especialmente difícil identificar y capturar al autor del crimen, cuya estancia en el país era solo circunstancial.

A juicio de la Audiencia, «el propósito mortal de la acción del acusado no ha sido objeto de controversia, y en cualquier caso no puede ponerse en duda cuando» el acusado «ejecutó lo que en la jerga criminalística se denomina un estrangulamiento a lazo, realizado durante el tiempo suficiente para causarle la muerte por asfixia -un minuto, llegó a reconocer el acusado en juicio- y con tal energía como para producir la fractura del cartílago tiroideo».

Toader había aterrizado en España el año pasado para trabajar en el circo. Le acompañaban sus hijos, que se quedaron al cargo de su hermana quien vive en un pueblo de Cuenca porque según afirmó el procesado, no podía cuidar de ellos mientras trabajaba. Hoy en día es su hermana quien tiene la custodia legal de los menores.

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