Ester con sus padres en la pasada Feria de Abril
Ester con sus padres en la pasada Feria de Abril - ABC
SE INVESTIGA EL ACCIDENTE MORTAL DEL LUNES EN LA N-IV

«¡Qué arreglen ya la carretera aunque eso no me devuelva a mi hija!»

Tres veinteañeras amigas se dejan la vida en el peor siniestro desde 2013

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Tres vidas, tres familias destrozadas y una pendiente de un hilo. Los padres, allegados y amigos de las tres jóvenes fallecidas el pasado lunes en una accidente de tráfico en la N-IV lloraban ayer la pérdida de Rosa, Ester, Virginia y el estado de salud de Claudia, muy grave en la UCI del hospital de Jerez . Las cuatro eran inseparables y habían estado el pasado fin de semana en Cádiz. El lunes, a las tres de la tarde, cuando regresaban a Sevilla encontraron la muerte en una carretera que ha dado y dará que hablar por la inseguridad que conlleva y porque la Administración no toma medidas desde hace décadas.

Rosa González
Rosa González - ABC

«¡A ver si arreglan ya la N-IV aunque eso no me devuelva a mi hija!», pedía ayer María del Carmen, la madre de Ester Verdugo Vida, una de las víctimas que el próximo mes de octubre hubiese cumplido 23 años.

En el tanatorio de San Jerónimo, ella, José, su marido; y, su otra hija, Mireya, velaban el cuerpo de la muchacha junto a numerosos familiares y amigos que iban llegando a medida que pasaban las horas. «Yo estaba de viaje en Barcelona —lamentaba ayer la madre— y cuando me avisaron llamé y llamé al hospital de Jerez para saber si alguien con los datos de mi hija estaba allí y no me decían nada. Al final me enteré por Internet, y a día de hoy no sé aún cómo sucedió el accidente ni qué pasó porque se está investigando».

En el tanatorio de la SE-30, a donde a lo largo de la tarde de ayer se esperaba la llegada del cuerpo sin vida de Virginia, la familia de Rosa González Gómez tampoco sabía a ciencia cierta qué había pasado. Fernando, uno de los tíos de la muchacha dijo a ABC que él es de Jerez y que se ha llevado 45 años pasando por la N-IV y ya no «paso más por la peligrosidad que tiene, ahora siempre me voy por la pista».

«Nosotros no sabemos que sucedió el lunes pero si ha habido un adelantamiento, como dicen, mi sobrina no ha sido porque ella era muy prudente y no adelantaba ni a una bicicleta» terció Juan Antonio, otro tío de Rosa, suponiendo que ella fuera la que conducía, pues este extremo ayer no fue confirmado. Lo que sí está confirmado es que el accidente de tráfico ocurrió a la altura de Lebrija, en el kilómetros 609 de la N-IV en una zona de curvas con visibilidad. Los hechos se originaron pasadas las tres de la tarde cuando una primera llamada alertaba de una colisión frontal entre dos vehículos.

En el choque estuvieron implicados un Citroën C4 de Sevilla en el que viajaban las cuatro mujeres; y, un Volkswagen Tiguan de Madrid en el que iba un matrimonio con su bebé.

Hasta el lugar de los hechos se desplazaron efectivos de los bomberos, la Guardia Civil, los servicios sanitarios y la Policía Local, que constataron la presencia de personas atrapadas.

El equipo de Atestados de la Guardia Civil de Utrera está esclareciendo las circunstancias del accidente mientras que la alcaldesa de Lebrija, la socialista María José Fernández Muñoz, exige una solución inmediata para evitar nuevos accidentes.

Ayer urgió el desdoblamiento y la liberalización del peaje entre Dos Hermanas y Jerez de la Frontera.

Hay que recordar que en octubre de 2013 hubo otro accidente en esa carretera que se saldó con cuatro víctimas mortales.

Estas jóvenes eran inseparables y ya tenían programado un viaje a Nerja que el padre de Rosa les iba a regalar para sus cinco mejores amigas.

Rosa era hija única y había acabado Medicina a sus 23 años, dispuesta ya a emprender la especialidad de Ginecología que era lo que siempre le había gustado. Ester estudiaba Ingeniería de los Materiales y Química; y, Virginia, prima de Claudia, se había licenciado en Derecho y tenía un máster y varios cursos.

Estudiaban pero también se divertían, como es natural, «y me decía mamá que yo tengo que vivir que nunca sabe una lo que le puede pasar», recordaba ayer la madre de Ester.

«Parece que las estoy viendo en mi casa cuando se arreglaban todas allí para salir con esa alegría de la juventud...», sonrie levemente con la mirada perdida y añade: «Y mire que le decía que no se fuera por esa carretera, que pagaran el peaje que salían a dos euros cada una, pues nada hija...», apostilla María del Carmen con un temple asombroso que atribuía a su hija.

«Yo tengo esta serenidad porque ella es la que me la está transmitiendo y estoy muy orgullosa de la de amigos y compañeros que han venido a acompañarnos». Estaban en el tanatorio amigos de su infancia, como Emilio, que se acordaba cómo la conoció en una playa de Huelva, su novio, compañeras de María del Carmen y de José, su padre, que es cocinero. A Rosa también le lloraron muchos compañeros de la Facultad de Medicina y sobre todo, su madre, que apenas podía hablar y lloraba y gritaba, sentada en la sala de duelos del tanatorio de la SE-30, lamentando su desgracia «con la única niña que tengo».

El padre, titular de una empresa de servicios de limpieza tampoco pudo expresarse como quería, aunque dos de sus hermanos, —son en total ocho— dejaron claro que «la carretera esa es un peligro».

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