AYUNTAMIENTO DE SEVILLA

Adiós a Demetrio Cabello, que acabó con la ETA en Andalucía

Fue delegado de Seguridad durante el gobierno de Juan Ignacio Zoido tras las elecciones de 2011

Demetrio Cabello JUAN FLORES

ALBERTO GARCÍA REYES

Durante los años duros del comando Andalucía de ETA , Demetrio Cabello Torés tuvo que ir personalmente a comunicar a varias personalidades de la ciudad que estaban en la lista negra de la banda terrorista.

Era jefe de la Brigada de Información de la Policía Nacional en Sevilla, una unidad formada por hombres discretos a los que nadie conocía. A pesar de su cargo, Cabello nunca aparecía entre los invitados oficiales de ningún acto. Sencillamente, no existía. Había conseguido bordar su papel de policía distante, «malaje» y poco conversador.

Pero él no era realmente así. Tenía que presentarse ante las potenciales víctimas como un profesional sin sentimentalismos , un hombre frío y directo, porque esa era la única forma de poder transmitir a los amenazados su situación sin romperse mientras les explicaba el protocolo de seguridad.

Pero en su intimidad, Demetrio Cabello era un señor con un depuradísimo sentido del humor, una vertiente que sí pudo desarrollar cuando Juan Ignacio Zoido , a quien conoció cuando era delegado del Gobierno, le pidió que se incorporara a su equipo en el Ayuntamiento de Sevilla tras las elecciones de 2011.

La carrera de Cabello estaba ya en sus estertores. Y el de Valdeobispo , provincia de Cáceres, decidió probar. Zoido lo nombró delegado de Seguridad, pero sólo duró en el cargo dos años, ya que la ley que el propio PP aprobó en el Congreso para acabar con los llamados dediles -delegados municipales no electos- le obligó a abandonar.

Las cuentas, de todas formas, le salieron, ya que se marchó del Ayuntamiento cuando ya estaba jubilado de la Policía. Y en esos años protagonizó escenas muy divertidas, como una rueda de prensa que dio en la Feria para contar que se había perdido un pavo real del parque y se había montado un gran dispositivo de búsqueda. No pudo evitar las carcajadas mientras transmitía la información a los medios. Porque Demetrio Cabello solía rebajar la tensión con mucha naturalidad. Él ordenó investigar los comportamientos irregulares dentro de la Policía Local , se enfrentó a los taxistas del aeropuerto y puso orden en el botellón. Y lo hizo sin vacilaciones. Con autoridad. Porque su experiencia policial en los años del plomo le otorgó una fortaleza con la que los funcionarios no podían combatir.

En aquel tiempo de la política, el antiguo jefe de Información acortó mucho las distancias. Y llegó a revelar alguna anécdota genial de su etapa más compleja. La que más repetía era una que le ocurrió durante el pregón de Carlos Herrera , por entonces en el objetivo de ETA. La Policía controló el acceso al Teatro de la Maestranza al detalle, pero de repente en una fila detectó a dos jóvenes ocupando butacas que correspondían a otras personas. Inmediatamente, Cabello se puso a su lado y les dijo: «Guardad silencio y acompañadme. Cuidado con hacer algo raro, que os están apuntando».

Se trataba de dos sobrinos de un invitado de Herrera que finalmente no había podido ir y había cedido sus localidades. «Cuando todo se aclaró, les dije a los chavales que podían volver a sus asientos, pero los dos dijeron a la vez: yo me voy mejor a mi casa», relataba Cabello entre risas. Ahora, justo cuando estaba disfrutando de la jubilación, él también se va. Se lo lleva un infarto . Ayer se celebró un responso en Tomares y hoy será enterrado en su casa, Valdeobispo, a donde vuelve después de haber esquivado a todos los que le apuntaron.

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