Las acusaciones recurren la pena impuesta al conductor homicida que mató a un motorista en Nervión

Tres años y cuatro meses de prisión es una pena «difícil de digerir» para la familia de Juan Pedro Pérez, un motorista de 31 años que fue arrollado en octubre de 2012 por un conductor que tenía retirado el carné y que iba compitiendo contra otro vehículo por el corazón del barrio de Nervión. El joven arquitecto murió en el acto mientras que su pareja, que le acompañaba en la moto, quedó malherida.

Cinco años después del accidente, la juez del Penal 5 condenaba al conductor pero atenuaba la pena atendiendo al tiempo excesivo que ha empleado el sistema judicial en juzgar un accidente de tráfico. El resultado: una condena inferior a cuatro años, por debajo de lo que pedían las acusaciones particulares, que llegaban hasta los siete años, o la Fiscalía, que pedía cuatro y medio.

Los abogados de las víctimas han confirmado a ABC que van a recurrir la sentencia. En el caso del letrado que va en representación de la familia de Juan Pedro cuestionan que no se haya admitido como delito que el acusado conducía de manera temeraria. En la sentencia, adelantada por ABC, la juez recoge cómo los testigos describieron en el juicio que el procesado, al volante de un A6, «entró a gran velocidad y en maniobras de zigzag» en la avenida San Francisco Javier. Al parecer iba compitiendo con un BMW que se dio a la fuga tras producirse el accidente. Una conducta que la acusación particular entiende que es compatible con el delito de conducción temeraria.

También van a reclamar que la atenuante de dilaciones indebidas, que supuso la rebaja de la condena, se aplique sobre el grado máximo de las penas reconocidas por cada delito. «Se han tomado mal la sentencia. No entienden que se reduzca por un error de la administración de la justicia de la que ellos no son responsables», señalaba a este medio el letrado Miguel Izaguirre.

El abogado que representa a la que fuera pareja de Juan Pedro, David Andana, también va a recurrir al no compartir ni la pena ni la indemnización que le han reconocido a su cliente, la cual perdió un año académico por las secuelas que sufrió en el fatal siniestro.