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Una actuación de los artistas del Gran Circo Mundial - FOTOS: VANESSA GÓMEZ | VÍDEO: ANTONIO PERIÁÑEZ
Ferial de Abril de Sevilla 2017

Gran Circo Mundial: La magia que hay detrás del telón

La carpa del circo vuelve a levantarse en el recinto ferial para presentar al público sevillano nuevos espectáculos

Sevilla Actualizado: Guardar
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«¡Damas y caballeros!, ¡niños y niñas!, ¡atención al centro de la pista que la función va a comenzar!», con estas palabras arranca el mejor circo de Europa en cada una de las sesiones que tienen programadas durante la Feria de Abril de este año. Publicidad y marketing, ténicos, seguridad, artistas y animales, todo está controlado al detalle para que las dos horas y cuarto que dura el «show» sea puro entretenimiento. Y cuando se apagan las luces y se baja el telón, la magia no se va, la magia continua.

Detrás del «chapiteau» conviven alrededor de doscientas personas que trabajan y entrenan diariamente para que el espectáculo de cada temporada supere a la anterior. Una multitud de caravanas y camiones invanden las inmediaciones de la Calle del Infierno, «su casa» durante las tres semanas que van a estar en la capital.

Cada uno vive a su ritmo a una distancia de no más de cincuenta metros, algo que no es ningún inconveniente. «Ya somos una familia», afirma Jenia Sidelnikov de 26 años.

Es ruso y lleva toda la vida viviendo en los circos de un lado a otro. Desde hace cinco años protagoniza la función de los diábolos. y asegura, en un perfecto español, que «viajar, a veces, te cansa por la rutina que eso supone, pero al mismo tiempo sientes una enorme emoción al encontrarte con gente interesante y de culturas tan diferentes». Suele ensayar dos horas al días, a parte de estiramientos y ejercicios de respiración, y de momento no se plantea dejar esta vida ambulante. «De mayor me gustaría tener una escuela para artistas de circo», cuenta.

El día a día del circo no es fácil, sobre todo, en España. «Los

Un acróbata, durante una actuación
Un acróbata, durante una actuación - Vanessa Gómez

ciudadanos de los países del norte de Europa van al circo como cuando se va al cine o al teatro y aquí desgraciadamente no. Y además nos suelen ubicar en las periferias de los municipios que muchas veces no están acondicionadas con agua o electricidad», explica José León.

Su oficio es tan antiguo como la vida misma. Lo suyo es algo tan sencillo y complicado como hacer reír a niños de 5 a 95 años. Pepín, su nombre artístico surge de una familia sevillana atiborrada de artistas. «El que no es payaso, es actor —como su sobrino, el actor Paco León—, y el que no, al menos sabe tocar un instrumento o arrancarse a bailar».

Realidad y fantasía se mezclan en esta comunidad que cuenta, incluso, con su propia escuela. Este colegio «ambulante» está regulado por el servicio de aulas itinerantes en circos del Ministerio de Educación. Los niños van al colegio y usan el idioma del país que se encuentre. «A veces cuando la temporada de circo no coincide con la del colegio, he tenido que ser yo el profesor y luego se examinan en los consulados», dice Pepín. «Mis dos hijos, por ejemplo, se han examinado en Oslo, Tel Aviv o en Belgrado. Están más que acostumbrados».

Fuera del colegio, los hijos de los circenses juegan con niños de distintas nacionalidades. «Hablamos varios idiomas, pero cuando estamos en la caravana hablamos andaluz», cuenta Pepín con humor. «Es una experiencia extraordinaria y enriquecedora» continua Jenia Sidelnikov. «Nosotros no somos de ningún sitio, somos ciudadanos del mundo».

¿Y qué sería de un circo sin animales artistas? El Gran Circo Mundial de esta temporada cuenta con elefantes, caballos, ponis, tigres, leones y, una especie cruzada entre los dos anteriores, los ligres. Todos ellos nacen en esta ciudad itinerante.

El humor de los payasos Pepín León y su hijo
El humor de los payasos Pepín León y su hijo - Vanessa Gómez

Según la Facultad de Derecho de la Universidad de Essex de Reino Unido, el uso de animales en espectáculos circenses está cada vez más regulado. «Necesitan de dedicación y cuidados permanentes. Tienes que conocerlos bien para hacer un buen trabajo y que tu vida no corra peligro alguno», expone el domador mexicano de 23 años Francesco Berosini quien asegura que no ha sufrido ningún contratiempo con los felinos. Confiesa que antes de comenzar con el espectáculo se santigua. «Aunque tenga mucha confianza en ellos, puede que un día saquen el verdadero tigre que llevan dentro».

Los animales son la esencia del circo, y junto a los artistas y el personal de apoyo dan vida a la carpa que cada noche juega con la ilusión de los pequeños y los no tanto.

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