El cabo de Infantería de Marina Rubén Marchante en el cuartel
El cabo de Infantería de Marina Rubén Marchante en el cuartel
SUCESO

«No soy un héroe, cualquiera haría lo mismo para evitar que salten de un puente»

El cabo de Infantería de Marina Rubén Marchante salvó la vida de una mujer que se quería tirar a la autovía desde la pasarela de Jesús del Gran Poder

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Es curioso lo normal que transcurre todo hasta que una persona se ve envuelta en una tragedia. No suele haber ningún tipo de aviso, al contrario, la rutina avanza con parsimonia, ocurre exactamente lo que está previsto que debe ocurrir. Pero es en ese momento, en el que la confianza también se deja llevar por lo que ya es costumbre, cuando todo da un vuelco y entonces existen dos tipos de reacciones esenciales o se actúa o no.

Rubén Marchante, cabo primero de Infantería de Marina, se vio envuelto en esa vorágine en la que en un segundo se pasa de la calma a la tormenta. Acababa de hacer lo que hace cada día, salir de su trabajo para recoger a sus tres hijos de clase (dos niños de 15 años y una pequeña de siete años), acababa de llegar al puente de Jesús de Gran Poder para encontrarse la caravana que se forma todos los días, pero al acercarse a su punto más alto vio algo que nunca había imaginado encontrarse.

Una mujer estaba encaramada a la barandilla, con los pies en la parte exterior de la pasarela y con los brazos estirados. Abajo la autovía con vehículos pasando a una velocidad entre los 80 y los 100 kilómetros por hora. Rubén Marchante reaccionó.

«En ese momento simplemente no piensas. Vi a una mujer que tendría entre 40 o 50 años, no soy muy bueno para la edad la verdad, con los brazos extendidos y por fuera de la barandilla. Así que de inmediato les dije a mis hijos que no salieran del coche, me quité el cinturón y salí corriendo. No recuerdo pensar en nada más que en llegar a tiempo y una vez a su lado, me acerqué con cuidado hasta agarrarla por el brazo por si se decidía a saltar poder sujetarla».Fue el primero en llegar en un puente atestado de vehículos. «Ahora lo pienso y no sé por qué el resto de conductores no fueron. No sé si no la vieron si no reaccionaron. Yo fui el primero en llegar y detrás mía vino otro hombre que la agarró del otro brazo».

Rubén cuenta con una experiencia de más de 20 años en el cuerpo y sí está preparado para situaciones límites, pero no para convencer a una persona de que no se tire de un puente. «Ella decía y repetía que estaba sola que no tenía a nadie y que lo mejor era tirarse. Yo comencé a preguntarle si no tenía familia, me dijo que un hermano y entonces le dije que pensara en el dolor que iba a dejarle. Comenzó a decir que era el único que la ayudaba y cuando la vimos más tranquila la subimos hasta la acera y llamamos a los servicios de urgencia».

Al entrar en su vehículos sus hijos no dudaron en aplaudirle y decir que era un héroe. «No soy ningún héroe ni me siento así. A veces si pienso que he salvado la vida de una persona, pero también creo que cualquiera que hubiera estado en mi situación hubiera hecho lo mismo. Yo no pensé tan solo reaccioné».

No fue hasta llegar a casa cuando soltó toda la adrenalina que había acumulado por un momento que no duró «tan solo tres minutos. Ya en casa cuando me relajé me vino todo a la cabeza. Esa noche no pude ni pegar ojo. Le daba vueltas y me preguntaba cómo estaba la mujer, si lo intentaría otra vez o si no era su primera vez. Además dejé a mis niños solos en el coche. No sé. Mi niña me preguntó qué le había pasado a la mujer y le dije que se le había caído el bolso y estaba intentándolo coger. Fue lo que se me ocurrió».

Si no hubiera salido corriendo el desenlace podría haber sido otro. «Estaba a punto de saltar, solo le quedaba soltarse. Puede que le haya salvado la vida, pero no soy ningún héroe, solo una persona que hizo lo que tenía que hacer».

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