El alcalde José Loaiza, durante su visita al establecimiento
El alcalde José Loaiza, durante su visita al establecimiento - C.C.
san fernando

La dulce historia de 100 años

La Victoria cumple un siglo vendiendo pasteles en la calle Real. Es uno de los negocios más conocidos de la ciudad, imprescindible en Semana Santa por sus roscos

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Resulta raro y por ello hay clientes que no dudaron en tirar de la puerta e intentar entrar. Y es que son pocos los días que la pastelería La Victoria ha cerrado, aunque ayer tenía un buen motivo para hacerlo, celebrar su aniversario. El 23 de octubre de 1914 abría uno de los establecimientos más conocidos de la ciudad. Un siglo vendiendo pasteles en plena calle Real, aunque el producto que le ha dado tanta fama se comenzó a elaborar más tarde, hace más de 20 años. Los roscos de Semana Santa de La Victoria son ya imprescindibles a la hora de vivir la Pasión en San Fernando.

Tanto es así que el más veterano de sus propietarios, Cristóbal del Águila, confesó que es muy común que se realicen encargos de estos roscos fuera de temporada.

Cristóbal cuenta con 84 años y lleva trabajando en el negocio familiar desde que tenía 15. Toda una vida dedicada a la elaboración de dulces y hay incluso recetas que se mantienen tal cual hace un siglo. Y es que afirma que el proceso ha cambiado pero poco, ya que uno de los signos de distinción de La Victoria es precisamente su elaboración artesanal. Por ello cada día a cada hora suele haber colas para comprar sus productos.

La filosofía del negocio continuará en los próximos años ya que la intención es seguir resaltando por su carácter familiar y artesanal, aunque sí que han visto como los tiempos cambian, sobre todo en lo relativo a la fisonomía de la calle Real, hasta llegar a la gran transformación que se ha producido en los últimos años con la semipeatonalización de la principal arteria de la ciudad.

Y como cumplir 100 años en un negocio es un mérito y más en los tiempos que corren, el alcalde de la ciudad José Loaiza, acudió ayer para felicitar a la familia y entregar una serie de obsequios. Cristóbal le confesó que el logro se debe al esfuerzo ya que apenas tienen descanso o disfrutan de vacaciones en la tienda, aunque ayer sí que cerró porque la ocasión lo merecía.

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