Fernando Biurrun, un 6 de julio de hace algunos años, con el pañuelo de San Fermín en Jerusalén
Fernando Biurrun, un 6 de julio de hace algunos años, con el pañuelo de San Fermín en Jerusalén - F. B.
Sanfermines 2016

¡Viva San Fermín... y viva Salou!

Hay pamploneses que estos días prefieren huir del bullicio de su ciudad. Buena parte de ellos recalan en la costa brava

PAMPLONA Actualizado: Guardar
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Hace algunas noches, a eso de las tres de la madrugada, Miguel Vizcay se despertó sobresaltado cuando en las calles de Salou unos 50 jóvenes comenzaron a cantar, a pleno pulmón:

- «Alee Osasuna alé, alee Osasuna alé…»

Se supone que a la chavalería aún le duraba la euforia (o la borrachera) por el ascenso a Primera División del equipo navarro un par de semanas atrás. «Una de dos: o eran de Pamplona o habían cogido el autobús equivocado» dice Miguel y se ríe al contarlo, pero en su momento no le hizo tanta gracia que le sacaran de la cama.

Como cada 6 de julio, este miércoles han comenzado los Sanfermines. Durante los próximos nueve días, Pamplona será la capital mundial de la fiesta y, sin embargo, hay muchos lugareños que en estas fechas prefieren huir de su ciudad.

«Hay bastante gente que se va. No es la mayoría, pero tampoco es una minoría y, además, cada año va un poquito a más», explica Nacho Calvo, redactor jefe del «Diario de Navarra».

Según este periodista, la razón para marcharse es «huir de la marabunta, básicamente». «Escapar del bullicio y pasar unos días tranquilo», coincide Fernando Biurrun, que este año se ha ido de Pamplona con la mujer, la hija, los suegros y los cuñados, y no regresarán hasta el 16 de julio. Fernando dice que cuando era más joven (ahora tiene 50 años), los Sanfermines eran «la única ocasión que teníamos la cuadrilla de coincidir en vacaciones». De ahí que tenga fotos con el pañuelo rojo en Irlanda, Jordania o Israel.

Otro motivo para marcharse de Pamplona estos días es que se convierte en una ciudad «cara». «Al final si te quedas, comes y cenas fuera de casa, vas mucho de bares, y si tienes niños terminas comprando más cosas de las que necesitas», explica.

Existiendo 1.000 circunstancias diferentes, probablemente tantas como personas huyen de Sanfermines, quizás pueda haber un patrón común entre los que se marchan: tienden a ser familias con niños. Es el caso de José Ekiza, «Josetxo» para los amigos: con mujer y tres críos adolescentes, «uno de los motivos para irnos es que así los tenemos más controlados». Aunque este año, por ejemplo, la familia se quedará en Pamplona hasta el día 10 para que los chavales «también disfruten un poco».

Miguel pasará sus primeros Sanfermines lejos de casa. A lo ya conocido (“la ciudad se vuelve caótica, hay mucho ruido»), se ha juntado la llegada del «enano» para terminar de decidirse por escapar de Pamplona. Este «viejoven» (como él mismo se define con guasa) de 34 años recuerda cómo hace años «vivía los Sanfermines a tope: nos íbamos a los toros, salíamos por la noche, veíamos el encierro de empalmada, dormíamos de día y vuelta a empezar». Ocurre, sin embargo, «que conforme vas cumpliendo años, seguir ese ritmo es complicado y más cuando tienes niños pequeños». Y añade, otra vez de broma: «Además, cuando te casas, salir con los amigos te puede costar una mala mirada o dormir en el sofá».

Fernando expone que el irte de Pamplona durante Sanfermines depende «de la edad que tengas, de si estás casado o soltero… y hay una cosa curiosa: los divorciados vuelven a la fiesta».

Aunque, como todo en la vida, las cosas casi nunca suelen ser blancas o negras. Así que también hay pamploneses a los que les gusta pasar unos días de fiesta y luego batirse en retirada. O al revés. Los hay que se quedan en la ciudad para el chupinazo y el 7 de julio, y los hay que se marchan primero y luego regresan para vivir los dos últimos días, el 13 y el 14 de julio. Carlos Echávarri tiene 53 años y «a los 20, a los 30, incluso a los 40 era imposible que me sacaras de Pamplona. Así como antes era impensable, ahora elijo estar al principio o al final». Este año ha optado por la segunda opción y a sus amigos ya les avisa para que se vayan preparando:

- «Cuando vuelves están todos de capa caída. Llegas tú con las pilas cargadas y te los comes».

Segunda residencia

Buena parte de los que desertan de Sanfermines, recalan en Salou, convertida estos días (en general, durante todo el verano) en una segunda Pamplona. Los navarros son los terceros (tras los aragoneses y los vascos) que más visitan esta ciudad de la costa brava y en torno a un 40 por ciento de ellos tienen aquí su segunda residencia, según datos del Patronato de Turismo de Salou

Hay dos motivos que explican la íntima relación. Una es práctica y la otra es histórica. Ambas están entroncadas. «Salou es el sitio de playa más cercano a Navarra con buen tiempo», apunta el periodista Nacho Calvo. «En cuatro horas te plantas allí», responde Fernando con la experiencia del que se sabe el camino.

«Hay muchísima gente por esta zona y creo que es por la cultura de nuestros padres, que venían a veranear a Salou. Por ejemplo, yo estoy en un apartamento que es de la familia de un amigo», cuenta Miguel. «De hecho, tú estás el 6 de julio a las doce de la mañana en la playa y oyes un cohete igual que si fuera el chupinazo. También te encuentras a mucha gente con el pañuelo rojo y es muy habitual ir con el periódico («Diario de Navarra»), que aquí lo encuentras con mucha facilidad, y comentar las fotos del encierro del día anterior», añade Fernando.

No obstante, en los últimos años la oferta se ha ido diversificando. Ya no solo existe Salou. Cádiz se ha convertido en el otro destino fetiche. «En una ciudad pequeña como Pamplona, el adónde ir de vacaciones funciona muchísimo por el boca a boca. El año pasado, por ejemplo, me encontré a dos amigos a los que llevaba un montón de tiempo sin ver, y no los veía en Pamplona y los vi en Cádiz», dice Miguel.

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