OBESIDAD

¿Quiere perder peso? Ponga a su pareja a dieta o a hacer ejercicio

Hasta una tercera parte de las personas cuyos cónyuges hacen ejercicio y dieta para bajar de peso acaban perdiendo el 3% de su peso corporal en solo seis meses

Las personas que hacen un esfuerzo para perder peso también ayudan a sus cónyuges a lograrlo ARCHIVO

A. OTERO

Es bien sabido que el sobrepeso y la obesidad conllevan un mayor riesgo de aparición de distintas enfermedades muy graves y potencialmente mortales, caso de las cardiovasculares, la diabetes o el cáncer. Y a ello se aúna que el exceso de peso puede mermar, y mucho, la autoestima de su portador. En consecuencia, la pérdida de esos kilos de más se presenta como el principal objetivo –junto con dejar de fumar– a cumplir con la llegada de cada nuevo año. Pero no es fácil. De hecho, y entrado ya el mes de febrero, es muy común que este propósito ya se haya abandonado. Sin embargo, es posible que la clave para perder peso no se encuentre en uno mismo, sino en la pareja. Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Connecticut (EE.UU.), las personas que hacen un esfuerzo para perder peso no solo se ayudan a sí mismos, sino también a sus allegados. Un mero ‘efecto dominó’.

Como explica Amy Gorin, directora de esta investigación publicada en la revista « Obesity », « cuando una persona cambia sus hábitos, también lo hace la gente que se encuentra a su alrededor . Así cuando una persona trata de perder peso por sí misma, estos nuevos hábitos saludables también pueden beneficiar a los demás».

Efecto dominó

En el estudio, los autores contaron con la participación de 130 parejas –casadas o no– a las que, de acuerdo con un criterio totalmente aleatorio, dividieron en dos ramas de ‘tratamiento’: un primer grupo en el que uno de los miembros era incluido en un programa de pérdida de peso de seis meses de duración con asesoramiento personalizado y seguimiento a través de internet; y un segundo grupo en el que uno de los miembros recibía un folleto de cuatro páginas con información sobre ejercicio físico, dieta saludable y estrategias para el control de peso. Y una vez entregado el folleto, la persona era ‘abandonada’ a su suerte.

Los resultados mostraron que, transcurridos tres y seis meses, los participantes que habían sido alentados para perder peso, ya fuera a través de un programa asistido y estructurado o con un asesoramiento puntual, lograron perder unos kilos. Sin embargo, el beneficio no acabó aquí. Sus parejas también perdieron peso. Todo ello a pesar de que no participaran de una forma activa en una intervención para lograrlo. Por tanto, parece que el hecho de que una persona se comprometa a bajar de peso es suficiente para aumentar las probabilidades de que su cónyuge también lo acabe consiguiendo.

Los cónyuges pueden emular los hábitos de sus parejas y sumarse al recuento de calorías, pesarse más a menudo y consumir alimentos bajos en grasas

Como indica Amy Gorin, « se trata de un ‘efecto dominó’. La manera en que cambiamos nuestros hábitos dietéticos y de ejercicio pueden afectar a los demás, ya sea positiva o negativamente . Así, y en el lado positivo, los cónyuges pueden emular los hábitos de sus parejas y sumarse al recuento de calorías, pesarse más a menudo, y consumir alimentos bajos en grasas».

Pero, esta pérdida de kilos en los participantes no ‘tratados’, ¿fue significativa? Pues sí. De hecho, los resultados revelaron que un tercio de las personas que no fueron directamente alentadas para reducir su peso –pero sí sus parejas– acabaron perdiendo hasta un 3%, cuando no más, de su peso corporal . Y como recuerdan los autores, «una pérdida del 3% en este peso corporal ya se considera un beneficio cuantificable de salud».

¿También los hijos?

Llegados a este punto, y más allá del cónyuge, ¿qué pasa con el resto de los miembros de la familia? Por ejemplo, ¿este ‘efecto dominó’ se extiende también a los hijos que conviven con la pareja? Pues es posible que sí, pero la verdad es que no se sabe. O al menos por ahora, dado que supondrá el objetivo del próximo estudio de estos investigadores.

Sea como fuere, concluye Amy Gorin, «nuestros hallazgos pueden sumar una nueva dimensión a los programas nacionales de pérdida de peso que se han centrado de forma tradicional en los individuos que buscan mejorar sus estilos de vida. Las organizaciones y los profesionales dedicados a promover unos estilos de vida más saludables deberían considerar el efecto dominó en la pérdida de peso en sus futuros planes de tratamiento y asesoramiento ».

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