El ejercicio es la mejor intervención para aliviar la fatiga asociada al cáncer
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El ejercicio físico es más eficaz que los fármacos para paliar la fatiga asociada al cáncer

El ejercicio y los tratamientos psicológicos son las intervenciones más eficaces para reducir una sensación de fatiga que, por el contrario, no se ve mejorada con ningún fármaco

MADRID Actualizado: Guardar
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La fatiga es uno de los síntomas más comunes asociados al cáncer. No en vano, el cansancio constituye uno de los principales efectos secundarios de los tratamientos, ciertamente agresivos, que se emplean para combatir el tumor. El resultado es que, por ejemplo, hasta una tercera parte de las supervivientes de cáncer de mama siguen padeciendo una fatiga de grado moderado-severo incluso una década después de haber concluido sus terapias. Y una vez aparece esta sensación de cansancio, ¿qué hacen los pacientes para paliarla? Pues básicamente, tomar unos fármacos que, por lo general, no inducen ningún beneficio. Sin embargo, como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Rochester (EE.UU.), hay una intervención para aliviar esta fatiga que, además de eficaz, es muy sencilla y barata: hacer ejercicio.

Como explica Karen Mustian, directora de esta investigación publicada en la revista « JAMA Oncology», «cuando un paciente con cáncer tiene problemas de fatiga, debería considerar darse un paseo de 15 minutos en lugar de tomar más tazas de café, echarse una siesta o buscar una solución farmacológica. Se trata de un concepto muy simple, pero muy difícil de asumir por los pacientes y la comunidad médica porque se trata de una intervención que no ha sido considerada como primordial en el pasado. Pero nuestro estudio ofrece a los médicos un método valioso para aliviar la fatiga asociada al cáncer».

Mejor caminar que medicarse

Para llevar a cabo su revisión o ‘metanálisis’, los autores analizaron los resultados de 113 ensayos clínicos llevados a cabo con más de 11.000 pacientes oncológicos con el objetivo de evaluar el efecto de distintos tratamientos e intervenciones sobre la fatiga asociada al cáncer. La mayoría de los participantes –cerca de la mitad– incluidos en estos trabajos eran mujeres con cáncer de mama, si bien hasta una decena de los mismos se realizaron exclusivamente con varones.

Los resultados mostraron que el ejercicio físico, tanto aeróbico como anaeróbico, se presenta como la intervención más efectiva para reducir la fatiga asociada al cáncer. Y asimismo, que las intervenciones psicológicas, caso de aquellas para cambiar los comportamientos personales o promover la aceptación de la enfermedad, tuvieron una eficacia prácticamente similar a la de la actividad física. Entonces, ¿es posible que la mejor forma para hacer frente a este cansancio sea combinar el ejercicio con las intervenciones psicológicas? Pues sí. Lo que pasa es que no está muy claro cómo hacerlo.

Los fármacos que se administran para la fatiga, si bien son continuamente prescritos, no funcionan demasiado bien
Karen Mustian

Como indican los autores, «los estudios en los que se combinó la actividad física con las terapias psicológicas ofrecieron unos resultados dispares, por lo que no estamos seguros de cuál es la mejor manera de combinar estas intervenciones para hacerlas más efectivas».

Y en este contexto, ¿qué pasó con los tratamientos farmacológicos? Pues que, simple y llanamente, no funcionaron y los pacientes no vieron reducida su sensación de fatiga. Es el caso, entre otros, del modafinilo, estimulante generalmente utilizado para tratar la narcolepsia, y del metilfenidato, comúnmente empleado en el tratamiento del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Como refiere Karen Mustian, «los estudios publicados confirman que estos fármacos, si bien son continuamente prescritos, no funcionan demasiado bien. Los pacientes con cáncer ya se ven abocados a tomar un gran número de medicamentos que conllevan riesgos y efectos secundarios. Por tanto, cada vez que se pueda restar un fármaco del conjunto se logrará, por lo general, un beneficio para el paciente».

Supervivencia comprometida

El abordaje de la fatiga debe suponer uno de los principales objetivos del tratamiento de todo paciente oncológico. Y es que como recuerdan los autores, «esta fatiga, que se presenta como el efecto secundario más común durante y tras el tratamiento del cáncer, es muy diferente de sentirse crónicamente cansado. Se trata de una sensación de abatimiento que no se alivia con el descanso y el sueño y que puede persistir durante meses, cuando no años».

De hecho, como concluye Karen Mustian, «la fatiga asociada al cáncer podría ser el resultado de un estado inflamatorio crónico inducido por la enfermedad o por los tratamientos. Y lo que es más preocupante aún, esta fatiga puede reducir las posibilidades de supervivencia de los pacientes al disminuir la probabilidad de que complete sus tratamientos».

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