Cuerpos de Lewy
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DEMENCIA

La demencia más común después del alzhéimer se puede diagnosticar de forma precoz

En caso de disminución del volumen del hipocampo, la probabilidad de que el paciente desarrolle alzhéimer y no DCL es hasta seis veces mayor

MADRID Actualizado: Guardar
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La demencia de cuerpos de Lewy (DCL) es, tras la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular, el tercer tipo de demencia más común en todo el mundo. Concretamente, se estima que la DCL es responsable de entre un 10% y un 20% del total de casos de demencia que se registran en el planeta. El problema es que muchos de los síntomas de esta DCL, caso de la pérdida de memoria, del razonamiento y de la capacidad del movimiento, son similares a los que padecen los pacientes con alzhéimer o párkinson, por lo que la enfermedad es muy difícil de diagnosticar. De hecho, la confirmación de la DCL solo puede hacerse a día de hoy por medio de una autopsia cerebral, razón por la que los afectados suelen ser incorrectamente diagnosticados de otras patologías y, en consecuencia, reciben un tratamiento inadecuado.

Sin embargo, investigadores de la Clínica Mayo en Rochester (EE.UU.) parecen haber identificado una manera de diferenciar la DCL de la enfermedad de Alzheimer, lo que facilitaría la identificación de los pacientes con este tipo específico de demencia.

Como explica Kejal Kantarci, directora de esta investigación publicada en la revista « Neurology», «el que seamos capaces de identificar a las personas en riesgo de desarrollar la DCL es muy importante, pues así podríamos administrarles un tratamiento correcto de forma precoz. Además, el diagnóstico temprano ayudaría a los médicos a saber qué tratamientos deben evitar en esta población. Y es que más de un 50% de los pacientes con DCL experimentan reacciones adversas graves con los fármacos antipsicóticos».

Cuestión de tamaño

La DCL solo puede diagnosticarse con exactitud a través de la confirmación –siempre post-mortem– de la presencia en el tejido cerebral de los denominados ‘cuerpos de Lewy’, esto es, las estructuras formadas por una acumulación anómala de proteínas –sobre todo de alfa-sinucleína– en el citoplasma de las neuronas que provocan el deterioro, cuando no la muerte, de estas células cerebrales.

Y exactamente, ¿qué síntomas padecen los pacientes con DCL? Pues básicamente, un deterioro de las funciones cognitivas y trastornos del sueño –como en el alzhéimer–, así como rigidez articular, lentitud de movimientos y temblor –como en la enfermedad de Parkinson–. Y asimismo, alucinaciones, razón por la que se les suele administrar antipsicóticos –en muchas ocasiones con muy malos resultados.

En este contexto, es bien conocido que la disminución del tamaño del hipocampo –el área del cerebro responsable de la memoria– es un signo temprano del alzhéimer. Y en el caso de la DCL, dado que también se padece un deterioro cognitivo progresivo, ¿ocurre lo mismo? Y es que de no ser así se podría diferenciar cuándo un paciente desarrollará alzhéimer o DCL.

Para llevar a cabo el estudio, los autores realizaron pruebas de resonancia magnética por imagen para medir el volumen del hipocampo de 160 personas diagnosticadas de deterioro cognitivo leve. Y una vez completadas las pruebas, evaluaron regularmente a los participantes a lo largo de dos años, periodo durante el cual el 38% desarrolló la enfermedad de Alzheimer y el 13% acabó padeciendo, ‘muy probablemente’, la DCL.

El diagnóstico temprano de la DCL ayudaría a los médicos a saber qué tratamientos deben evitar en estos pacientes
Kejal Kantarci

Como inciden los autores, «hablamos de DCL probable porque la enfermedad solo puede ser definitivamente diagnosticada mediante una autopsia tras el fallecimiento del paciente».

Los resultados mostraron que los participantes que experimentaron una reducción del tamaño del hipocampo tuvieron una probabilidad hasta 5,8 veces mayor de desarrollar alzhéimer que DCL. De hecho, el 85% de los pacientes con DCL tenía un hipocampo ‘normal’, mientras que un 61% de los pacientes con enfermedad de Alzheimer mostraban una reducción del volumen del hipocampo.

Recurrir a la memoria

Es más; la asociación entre el tamaño del hipocampo y el alzhéimer fue incluso mayor cuando solo se tuvieron en cuenta a aquellos participantes que, si bien padecían deterioro cognitivo, no sufrían problemas de memorial. Y es que la DCL no siempre afecta a la memoria, aunque sí a otras funciones cognitivas como la capacidad de atención, de resolución de problemas o de interpretación de la información visual.

Sea como fuere, concluye Kejal Kantarci, «el diagnóstico de la DCL y del alzhéimer puede ser difícil porque los pacientes pueden presentar signos cerebrales de ambas enfermedades. Nuestros hallazgos deben ser confirmados con estudios en los que se realicen autopsias para una confirmación diagnóstica definitiva».

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