David haciendo una pruebasCentro de Regulación Genómica
GENÉTICA

Un componente del té verde mejora la capacidad intelectual de las personas con síndrome de Down

Combinado con sesiones de estimulación cognitiva, este polifenol hace que estas personas tengan más memoria y se organicen mejor en su día a día

BARCELONA Actualizado: Guardar
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No hay cura para el síndrome de Down, pero sí tratamientos para hacer más llevadera la vida a las personas que padecen esta alteración genética, causada por la presencia de una copia extra del cromosoma 21 (en lugar de las dos habituales), y también a sus familias. Una investigación codirigida por los doctores Rafael de la Torre, del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y Mara Dierssen, del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, ha demostrado, por primera vez, que un compuesto presente en el té verde, la epigalocatequina galato, junto con un protocolo de estimulación cognitiva, mejoran las capacidades intelectuales en las personas con este síndrome, y modifican la excitabilidad y la conectividad funcional de su cerebro.

El trabajo, publicado hoy en la revista "Lancet Neurology", constata que este polifenol es capaz de normalizar la función del gen "Dyrk1A", uno de los principales responsables de la discapacidad intelectual de estas personas. "El síndrome de Down es huérfano de tratamiento, y eso es importante subrayarlo, aunque este compuesto, que ya está en las farmacias, ayuda a que los afectados tengan más autonomía en su día a día, ya que mejora su memoria, sus funciones ejecutivas, y, en definitiva hace que sus neuronas se conecten mejor", explica a ABC Rafael de la Torre, responsable de la parte clínica de la investigación. Guadalupe Fernández, madre de David Ubiñana, uno de los participantes en el estudio, da fe de que el tratamiento funciona. Su hijo, de 25 años, ya viaja en tren solo y sabe organizar mejor su día a día gracias a esta terapia.

Ya viaja solo en tren

"David es capaz de ir en tren a Mollet (Barcelona), donde se desplaza a estudiar jardinería, algo impensable hace unos años", comenta la madre. Asegura que no es la única mejora. "Ahora sabe perfectamente en qué día estamos, dónde está y a quién llamar si se pierde", añade. Guadalupe agradece el esfuerzo de los investigadores por ofrecer mejoras como esta y recuerda "lo duro que fue aceptar durante años que no había mejoras en el día a día de su hijo. Me he sentido sola durante mucho tiempo".

David
David - Centro de Regulación Genómica

Mara Dierssen, que lidera la parte científica del estudio, lleva años estudiando las propiedades de este compuesto del té verde y su potencial efecto beneficioso en estas personas.

El gen "Dyrk1A" actúa, según apunta la investigadora, "como controlador de muchas funciones celulares, como la capacidad de crear nuevas neuronas o hacer que éstas crezcan y se diferencien, por lo que, normalizando su función con este compuesto en los casos de síndrome de Down, se consigue mejorar la memoria y el aprendizaje". A estas ventajas se añade, según coinciden los responsables del estudio, el hecho de que se trate de un producto natural, sin toxicidad ni efectos secundarios.

Prueba piloto en 2010

"En 2010, tras experimentar el tratamiento en ratones, decidimos realizar un primer estudio. Fue una prueba piloto con una muestra más pequeña y con una fase de control de solo tres meses", avanza De la Torre. "El motivo era comprobar que el tratamiento no tenía toxicidad", añade el experto.

En diciembre de 2012 el ensayo clínico se amplió a 84 personas (la investigación que ahora se publica) que se dividieron en dos grupos iguales, a uno de los cuales se suministró el compuesto del té verde durante un año, acompañado de sesiones de estimulación cognitiva, mientras que al otro se le dio un placebo y solo recibieron la terapia cognitiva. Para saber si los efectos positivos del polifenol se mantienen en el tiempo, después del tratamiento los participantes permanecieron seis meses sin tomar la sustancia. Durante el tratamiento se realizaron tests cognitivos a los participantes para comprobar sus mejorías. "Les sometimos a tests basales a los 3, 6 y 12 meses para comprobar su mejoría, y al cabo de seis meses de suspender el tratamiento les realizamos otro para ver si persistía el efecto", explica De la Torre.

Tanto los tests cognitivos como las pruebas de neuroimagen que les realizaron para observar si había cambios en la conectividad neuronal confirmaron la mejora. También se constató que el efecto persiste tras el período sin la terapia. Rafael de la Torre avanzó que el próximo reto es usar este tratamiento en niños porque "su cerebro está madurando y las oportunidades de intervenir son más importantes". El estudio se ha realizado en colaboración con la Fundación Catalana Síndrome de Down y Down Lleida.

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