El 42,6% de la población española padece hipertensión arterial
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HIPERTENSIÓN ARTERIAL

La cifra de muertes por la hipertensión en nuestro país se ha duplicado en la última década

Responsable en 2005 de la muerte de 6.661 españoles, la hipertensión arterial causó en 2015 el deceso de hasta 12.674 personas en nuestro país

MADRID Actualizado: Guardar
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Las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la primera causa de mortalidad en nuestro país. No en vano, son responsables de hasta un 29,39% de los decesos que se registran cada año entre la población española, siendo la cifra de fallecimientos superior en las mujeres –67.736 en 2015– que en los varones –56.461 en el mismo año–. De ahí que resulta necesario, cuando no vital, mejorar el abordaje de estas enfermedades y concienciar a la población sobre la importancia de adoptar hábitos de vida saludables, caso de la práctica de ejercicio y de seguir una dieta adecuada, para prevenirlas. Y para ello, la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Española del Corazón (FEC) impulsan este martes en nuestro país la celebración del Día Europeo de Prevención del Riesgo Cardiovascular, que en este 2017 estará dedicado a la hipertensión arterial.

Y es que si bien en la última década se han registrado descensos muy significativos en la cifra de decesos por otras enfermedades y episodios cardiovasculares, caso muy especialmente de los infartos y los ictus, no ha sucedido así en el caso de la hipertensión. De hecho, la cifra de fallecimientos por enfermedades hipertensivas es a día de hoy un 90% mayor que la de hace 10 años.

Como explica Carlos Macaya, presidente de la FEC, «mientras que en 2005 la hipertensión provocaba 6.661 fallecimientos, en 2015 ya fue la causante de 12.674 decesos. Además, ya que recordar que la hipertensión es factor de riesgo de otras enfermedades cardiovasculares como el infarto y el ictus, por lo que seguramente es causante de muchas más defunciones».

Bajar la ingesta de sal

La hipertensión arterial, esto es, la enfermedad definida por unas cifras de presión sanguínea superiores a 140/90 mmHg, constituye, como alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS), la primera causa de mortalidad global. Y es que como recuerda la FEC, la hipertensión arterial supone una mayor resistencia para el corazón a la hora de ejercer presión sobre las arterias para que conduzcan la sangre a los órganos del cuerpo. El resultado es que el corazón se ve obligado a aumentar su masa muscular –o en términos médicos, a desarrollar una ‘hipertrofia ventricular izquierda’– para hacer frente a ese sobreesfuerzo, lo que puede desembocar en insuficiencia coronaria y angina de pecho.

Es más; como consecuencia de la hipertensión, el músculo cardiaco se vuelve más irritable y se producen más arritmias. Y a todo ello se aúna que la hipertensión también favorece la deposición de placas de ateroma en las arterias –o lo que es lo mismo, la arterioesclerosis– y, por ende, la formación de trombos que pueden dar lugar a un infarto de miocardio o a un ictus.

Mientras que en 2005 la hipertensión provocaba 6.661 fallecimientos, en 2015 ya fue la causante de 12.674 decesos
Carlos Macaya

Sin embargo, y a nivel general, la mortalidad causada por las enfermedades cardiovasculares ha descendido en los últimos 10 años, pasando de suponer el 32,76% de todos los decesos en la población española en 2005 a un 29,39% en 2015. Un descenso que se explica por los avances que han permitido que en una década se haya reducido en un 32% el número de personas fallecidas a causa de un infarto y en un 18% el de las muertes por ictus.

Sin embargo, no ha sucedido así con todas las patologías cardiovasculares. La mortalidad asociada a la insuficiencia cardiaca ha permanecido invariable por encima de los 19.000 fallecimientos anuales. Y los decesos atribuibles a la hipertensión prácticamente se han duplicado. Un aspecto a tener muy presente cuando se atiende a que el 42,6% de la población de nuestro país padece hipertensión y, sobre todo, a que hasta un 37,4% no lo sabe –o lo que es lo mismo, aún no ha sido diagnosticado de la enfermedad.

Tal es así que, como apunta Carlos Macaya, «prevenir y tratar la hipertensión es primordial en nuestro país. La reducción de la sal añadida en nuestros alimentos debe ser una prioridad para nuestros políticos e industria alimentaria. Pero no solo de ellos: retirar el salero de nuestra mesa es una medida que podemos, y debemos, realizar cada uno de nosotros en nuestro día a día. Además, es fundamental la adherencia al tratamiento de los pacientes que tienen la hipertensión arterial establecida y necesitan terapia adecuada para ello».

Diferencias entre comunidades

Entonces, ¿la hipertensión es a día de hoy la primera causa de mortalidad en España? Pues no. El listado lo encabezan los accidentes cerebrovasculares o ictus, responsables en 2015 de la muerte de 16.357 mujeres y 12.077 varones. Pero como ya se ha referido, la hipertensión arterial tiene mucho que ver en estos fallecimientos.

Finalmente, debe también tenerse en cuenta que los decesos atribuibles a las enfermedades cardiovasculares varían, y mucho, en función de la comunidad autónoma de residencia, siendo su impacto mayor en Andalucía –en 2015 causaron el 32,67% de todas las muertes–, Asturias (32,38%) y Aragón (31,61%), y menor en Madrid (25,86%) Navarra (26,37%) y País Vasco (26,92%). Unas diferencias que, cuando menos parcialmente, se explican por la falta de homogeneidad en la atención de la insuficiencia cardiaca, pues como alerta el presidente de la FEC, «existe una importante inequidad en el tratamiento de esta enfermedad entre comunidades autónomas. La variabilidad de mortalidad intrahospitalaria de esta enfermedad entre comunidades llega a ser del 80%».

Y en este contexto, ¿qué se puede hacer para disminuir la morbilidad y mortalidad de la enfermedad cardiovascular? Pues controlar sus factores de riesgo, caso de la diabetes, el sedentarismo, el tabaquismo, el abuso del alcohol y el exceso de peso. Y asimismo, la hipertensión arterial.

Como concluye Carlos Macaya, «tan solo siguiendo una dieta equilibrada y variada –basada en frutas, verduras, pescado, legumbres y poca carne roja–, practicando ejercicio de manera regular –al menos 30 minutos cinco días a la semana– y abandonando el hábito tabáquico podrían reducirse espectacularmente las estadísticas de enfermedad cardiovascular. Si ya se padece la enfermedad, además de adoptar estos buenos hábitos de vida, también hay seguir estrictamente el tratamiento prescrito por el especialista».

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