Los peregrinos fotografían a la Virgen del Rocío a su salida de la ermita para iniciar la procesión
Los peregrinos fotografían a la Virgen del Rocío a su salida de la ermita para iniciar la procesión - ALBERTO DÍAZ

Lo mejor y lo peor de El Rocío 2017: Las caídas de la Virgen

No hubo incidentes aunque sí una gran afluencia de devotos en la procesión, lo que se convirtió en un problema por el exceso de presión contra el paso

ALMONTE Actualizado: Guardar
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La Romería del Rocío 2017, que este lunes llegó a su fin tras intensos días de celebración festiva y religiosa, ha culminado sin que haya que lamentar ningún incidente de consideración, con las hermandades enfilando sus caminos de vuelta y miles de devotos satisfechos por haber podido contemplar durante casi diez horas a la patrona de Almonte procesionando por las calles de la aldea. Es sin duda lo mejor de una romería marcada por la estabilidad en lo climatológico que no sólo ha posibilitado que, frente a lo ocurrido en la Romería de 2016, las 119 filiales hayan podido cumplir con su objetivo de llegar a la aldea sin sufrir contratiempos que hagan más difíciles unos caminos ya de por sí complicados, sino que también ha regalado a los romeros días de gran disfrute con familiares y amigos, tranquilos paseos a caballo o en carro y un continuo ir y venir de las casas particulares y de hermandad al santuario de la Virgen.

Por contra, ha sido precisamente ese buen tiempo el que en algunos momentos ha supuesto un trastorno para los peregrinos, por el excesivo calor que se alcanzaba tanto en los caminos como en la aldea almonteña. Peregrinos que han llegado en un número sensiblemente mayor que en ediciones anteriores, algo que ha sido percibido por quienes viven el Rocío año tras año y que en este 2017 han observado con satisfacción un aumento de la afluencia que denota una cierta recuperación de la situación económica general.

El aumento de la multitud era especialmente llamativo durante la procesión de la Virgen del Rocío y también se convirtió en buena medida en un escollo para el normal discurrir de la señora por su recorrido habitual, durante el que debe saludar a los simpecados de todas las hermandades filiales de la Matriz. Sin embargo, los almonteños tuvieron en muchos momentos serias dificultades para alcanzar el paso e incluso para trabajar en las andas, una sensación que era manifestada por muchos de ellos y que se tradujo en el gran número de caídas que la imagen de la Blanca Paloma sufrió desde su salida.

Una salida que para muchos ha constituido un momento memorable por su rapidez y su limpieza. A las 3:29, algunos minutos más tarde de lo que es habitual, los almonteños saltaban la reja nada más ver al simpecado de la Matriz, recién llegado del Rosario de Hermandades celebrado en la Plaza de Doñana, enfilar la nave central del templo, pero sin esperar a que alcanzase el altar, para llevar a la Virgen del Rocío con suavidad hasta las miles de almas que esperaban fuera del santuario.

En la lista de los contras de esta romería tranquila y jubilosa destacan ciertas lagunas de los planes Romero y Aldea, detalles que requieren una revisión pero que no restan un ápice de reconocimiento a unos dispositivos que desde hace años se han encumbrado por méritos propios como ejemplo de eficiencia, colaboración y lealtad institucional. El hecho de que estos planes se activasen el jueves por la noche y que hasta entonces no se hiciera efectiva la prohibición de aparcar y circular para los vehículos a motor -salvo excepciones-, deslució la entrada de todas las hermandades que llegaban en esa jornada y que ofrecieron preciosas estampas a quienes ya ocupaban la aldea.

Igualmente, muchos hermanos de las filiales que hicieron su entrada antes de la activación oficial del Plan Romero manifestaban su contrariedad por no haber contado con más presencia de la Guardia Civil a la hora de acceder a la aldea, teniendo que competir con los vehículos a motor que en gran número ocupaban las vías de entrada al Rocío.

La limpieza de las calles de la aldea no ha sido tampoco tan efectiva en algunos momentos como hubiera cabido esperar a juzgar por el estado en el que permaneció la Plaza de Doñana, escenario de la celebración del Rosario de Hermandades en la madrugada del lunes, y que continuó cubierta de basura durante toda la jornada de Pentecostés.

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