Adam Cheng hizo quebrar la bolsa cuando interpretó «La codicia del hombre» en 1992
Adam Cheng hizo quebrar la bolsa cuando interpretó «La codicia del hombre» en 1992

El actor de Hong Kong que hunde la Bolsa cada vez que sale en televisión

Desde comienzos de los 90, Adam Cheng tiene fama de ser gafe. Seis apariciones suyas en series y películas coincidieron con seis caídas bruscas de la Bolsa

Madrid Actualizado: Guardar
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Es para muchos el gafe por excelencia de su país. Adam Cheng, de 69 años, lleva aparejada una peligrosa maldición. Cada vez que aparece en televisión, se desploma la Bolsa de Hong Kong, principal plaza bursátil de Asia. Como consecuencia de esta ¿coincidencia?, a Cheng le han lanzado huevos al escenario, y hasta un inversor le ha llevado a los tribunales. Su historia es, como recuerda Josep Guijarro en «Más coincidencias imposibles», un caso digno de estudio.

La mala fama de Adam Cheng comenzó a finales de 1992, cuando apareció en la serie «La codicia del hombre». En aquella producción, Adam Cheng interpretaba a Ding Hai, un inversor que se hacía millonario mientras los demás iban quebrando.

Tal y como recoge Guijarro en su libro «Más coincidencias imposibles», ese día la Bolsa cayó cerca de 600 puntos.

Pero no fue la última vez. En 1994, se emitió «Instinct» y el índice volvió a dejarse 2.000 puntos. En 1996, con «Érase una vez en Shanghái» se produjeron caídas de 300 puntos, al igual que en otras emisiones de 1997 y 1999. «No se salvan ni los remakes», escribe Guijarro. «En septiembre de 2000 volvió a emitirse la primera serie y la bolsa volvió a caer. Se repitió el efecto con otras series en 2004, 2005 y 2007».

El «efecto Ding Hai», que así se llama en recuerdo del personaje con el que Adam Cheng inició esta «maldición», extiende sus tentáculos hasta el año 2015. Se sabe además que varias entidades financieras lo han estudiado para evitarse problemas y que los inversores de Hong Kong tienen mucho cuidado cuando Adam Cheng aparece en pantalla.

¿Qué razones podrían explicar esta situación? Guijarro recuerda que la Bolsa es muchas veces una cuestión de ánimo, y que la sociedad asiática es muy supersticiosa. Pero también recuerda que el «efecto Ding Hai» tiene unos cuantos años: casi 25. Suficientes para pensar que o bien es una maldición real o que la superstición ha llegado demasiado lejos.

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