Ibrahimovic y Cristiano, duelos vibrante en París
Ibrahimovic y Cristiano, duelos vibrante en París - abc
PSG-Real Madrid

Una batalla de egos en París

Cristiano e Ibrahimovic, dos estrellas dentro y fuera del campo, se retan mañana en un partido superlativo

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Harto de ser el daño colateral del capricho táctico de Messi en aquel 4-5-1 que impuso el argentino a Guardiola, Ibrahimovic dijo basta y le alzó cariñosamente la voz a Pep: «Te has comprado un Ferrari pero quieres conducir un Fiat. No puedo estar todo el día sacrificándome por Leo». El sueco no entendía que el Barça hubiera pagado 65 millones por una estrella para que jugara por y para Messi. Pero Guardiola no solo no hizo caso de las quejas de Zlatan sino que además le retiró la palabra y la mirada.

Hasta esa temporada 2009-2010 que vistió de azulgrana, Ibrahimovic había sido el icono de todos su equipos: Malmoe, Ajax, Juventus e Inter. Como lo ha sido en sus dos últimos clubes, Milán y PSG. Allá dónde ha estado, el delantero escandinavo ha hecho y deshecho a su antojo, sin importarle nada ni nadie.

Y en el Barça, su ego había sido pisoteado. Y no estaba dispuesto a consentirlo. Su complicada infancia en Rosengard, el barrio marginal de Malmoe donde creció y se hizo futbolista empapándose de vídeos de Ronaldo Nazario, moldeó su rebelde personalidad y le convirtió en un tipo vanidoso, sin apenas sentimientos. Tan de hielo tenía el corazón que incluso durante el nacimiento de su primer hijo, que se retrasó algo más de los esperado, tuvo la valentía de dejar a su pareja Helena en el hospital para irse a su casa de Turín a jugar a la PlayStation, una de sus pasiones, mientras esperaba la llamada que confirmara que Maximiliam ya había decidido venir al mundo: «No me gustan los hospitales», justificó Ibra en su autobiografía.

Infancias paralelas

El sueco se mide mañana en la tercera jornada de la Champions al Madrid de Cristiano, otra estrella planetaria que con el tiempo ha ido encauzando su carácter, pero cuya personalidad se asemeja mucho a la Ibrahimovic: «Si la afición rival me silba será porque soy guapo, rico y un gran futbolista y me tienen envidia. No tiene otra explicación», aseguró el luso hace cuatro años harto de los insultos. Como Zlatan, el luso tuvo una niñez llena de zancadillas y el fútbol salió a su rescate y el de su familia, quebrada por el alcoholismo de su padre y marcada por las dificultades para llenar la nevera. Su infancia era una fotocopia de la de Ibra, aunque para ser justos Ronaldo nunca fue tan díscolo e indómito como el sueco.

En los que ambos coinciden sin lugar a dudas es en su valoración propia. Ambos se consideran el mejor jugador del mundo. Cristiano tiene motivos de sobra para ello, pero Ibrahimovic quizás no tantos. Los dos tienen carreras asombrosas, pero el portugués ha demostrado tener bastante más fiabilidad que el sueco, lo que le ha generado mayores réditos individuales y colectivos. No es casualidad que Ronaldo tenga tres Balones y cuatro Botas de Oro y Zlatan ninguna de las dos. O que el luso acumule dos Champions, mientras que Ibra ni siquiera haya jugado una final, algo que le tiene martirizado: «Cuando estaba en el Inter ya empecé a sospechar que nunca ganaría una Champions y por eso decidí irme al Barcelona, que venía de ganar dos de las cuatro últimas y de conquistar un triplete». La jugada le salió mal, como le pronosticó Mourinho, su técnico «neroazzurro»: «¿Te vas al Barça porque crees que allí ganarás la Champions? Pues que sepas que la ganaremos nosotros». Y así fue. En 2010, el Inter apeó al equipo catalán en semifinales y acabó ganando la orejona en el Bernabéu ante el Bayern (2-0).

Relación cordial

Cristiano e Ibrahimovic no son íntimos pero se respetan y admiran. Comparten marca deportiva y eso les ha juntado en varios spots en los que han podido conocerse y entablar cierta relación. De hecho, en su último cara a cara, en la repesca del Mundial 2014 entre Suecia y Portugal, el excepcional hat-trick de Ronaldo dejó a los escandinavos sin ir a Brasil y a Zlatan aplaudiendo la actuación de Cristiano. Eso sí, luego lo negó todo y reconoció con ironía la exhibición del luso: «Aplaudía a mi equipo para animarle, no a Ronaldo. ¿Si es el mejor del mundo? Bueno, sólo hizo un gol más que yo». Ya saben, en una batalla de egos nunca hay que reconocer que el ombligo de tu rival es el más grande.

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