Vecchi y Casillas, durante un entrenamiento
Vecchi y Casillas, durante un entrenamiento - ÓSCAR DEL POZO
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La relación de amor-odio entre Vecchi y Casillas

El enfado del preparador de porteros con Íker tras el gol de Luis Suárez no es el primer desencuentro entre ambos

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El episodio del pasado domingo en el Camp Nou entre el entrenador de porteros del Real Madrid, Villiam Vecchi y su pupilo Íker Casillas no le ha hecho nada de gracia al capitán blanco. Las quejas públicas y vehementes de su preparador tras el gol de Luis Suárez no parecen las más correctas cuando hay tanto en juego y medio planeta lo está viendo. El dedo acusador de Vecchi no es el mejor modo de apoyar al portero titular del Real Madrid en un momento delicado para el mostoleño, cuyas actuaciones en las últimas semanas están siendo muy criticadas.

La amarga queja de Vecchi por la errónea reacción de Íker al disparo de Suárez está lejos de ser un detalle más de los muchos que dejó el clásico.

Es un secreto a voces que el preparador de porteros blanco y Casillas nunca ha tenido «feeling» y ese gesto poco va a ayudar a mejorar su relación, profesional, pero sin apenas afecto. Todo comenzó a finales de agosto de 2013, cuando a pesar de la buena pretemporada del mostoleño, Vecchi tomó la decisión de darle la titularidad a Diego López. Ahí Íker se sintió ninguneado y engañado por Villiam. El capitán consideraba que había llevado a cabo grandes partidos, sobre todo en la final de la International Champions Cup en el que el Madrid venció 3-1 al Chelsea de Mourinho. Íker no entendía su suplencia y así se lo transmitió al club, pero la decisión era inamovible.

Ancelotti y Vecchi se conocieron hace veinte años, cuando Carlo comenzó su carrera de entrenador en la Reggiana. Desde entonces, salvo en su etapa en el Chelsea y en el PSG, en la que Villiam decidió quedarse en Italia al cuidado de sus padres, siempre ha sido su preparador de porteros. Su confianza en él es total: «Lo que tú digas es lo que se hace», le dice siempre Ancelotti cuando tiene que tomar una gran decisión. Y ésta siempre suele estar por encima del metro noventa de altura. Así han sido los porteros habituales en los equipos que ambos han trabajado codo con codo: Buffon en el Parma; Van der Sar en la Juventus; Abbiati, Dida y Kalac en el Milán; y Diego López en el Real Madrid. Casillas apenas supera el metro ochenta de estatura.

Tras la venta de Diego López este verano, decisión más de club que de Vecchi y Ancelotti, Casillas por fin recuperó la titularidad total. Haber jugado (y ganado) la Copa del Rey y la Champions la pasada temporada no era consuelo para el mostoleño. Quería ser más protagonista. La llegada de Keylor le inquietó al principio pero antes de que comenzase la Liga Villiam le dejó claro que para esta campaña su portero en el once era él. Aquello mejoró algo la relación entre ambos, casi inexistente en el ejercicio anterior, pero siempre quedó en el aire la sensación de que a Vecchi le habían quitado su portero preferido.

Este presentimiento se confirmó el pasado mes de noviembre, en unas manifestaciones suyas a la «Gazzetta dello Sport» que tampoco gustaron a Casillas: «Diego López es un gran fichaje para el Milán. Es un portero que lo tiene todo. Es completo técnicamente y ha demostrado que está preparado psicológicamente para soportar la presión. Es uno de los mejores porteros que he entrenado en mi vida. Se coloca bien, va bien con el pie con las dos piernas y es muy bueno en las salidas. Su mejor virtud son los reflejos y tiene movimientos rápidos a pesar de que mide 1,96 metros. Además, es una persona extraordinaria que solo tiene un defecto: no soporta encajar goles. Le he visto enfadarse en los entrenamientos por ello». El final de toda esta historia parece apuntar a Casillas marchándose este verano, pero mientras tanto, si el Madrid quiere pelear hasta el final por Liga y Champions, bien harían los dos en dejar las rencillas en un segundo plano y remar en la misma dirección.

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