La capilla del Cementerio de Utrera sigue cerrada

Forma parte del catálogo de los monumentos utreranos, pero posiblemente por su ubicación, esta pequeña iglesia pasa desapercibida para la gran parte de la población de Utrera. Desde hace aproximadamente un año, los utreranos que tienen a sus familiares enterrados en la zona más próxima a la fachada de la capilla de San Francisco del Cementerio Municipal, tienen dificultades para acceder a estos nichos, ya que una valla impide el acceso.

Solo hay que mirar atentamente el edificio para percatarse que el estado de este monumento, erigido en el siglo XVIII, no pasa por sus mejores días. Los desconchones son visibles, la construcción está apuntalada desde hace años y el peligro de derrumbamiento es inminente, razón por la cual el Ayuntamiento colocó una serie de vallas que impiden el acceso, por motivos de seguridad.

No es un tema nuevo, ya que la capilla, en la que en su día se celebraban misas, lleva cerrada al público desde hace más de dos décadas.

Los problemas que afectan a este edificio, que desde siempre ha sido uno de los elementos que más personalidad le han conferido al cementerio utrerano, pasan por el mal estado en el que se encuentra la cubierta de madera, que está empujando a la fachada, corriendo incluso el peligro de rotura de la bóveda.

En este caso es el Ayuntamiento de Utrera el que se tiene que hacer cargo del arreglo de la capilla, ya que es de titularidad municipal. Desde comienzos de año el Consistorio ha estado trabajando en la redacción del proyecto, que ya está terminado, aunque ahora llega la parte más complicada; la búsqueda de fondos para llevar a cabo la intervención necesaria, cuyo importe en la actualidad se desconoce. «El proyecto ya está redactado, y estamos tratando de alcanzar un convenio con la Universidad de Sevilla, para crear un taller de restauración que pueda llevar a cabo las labores necesarias para reparar la iglesia», avanza Javier Mena, técnico de Cultura del Ayuntamiento. Dentro de las actuaciones que se llevarían a cabo para tratar de devolverle la vida a este rincón un tanto desconocido de Utrera, el citado taller también actuará sobre el Cristo de la Misericordia, que en su día se encontraba en el interior de esta iglesia, algunos cuadros de valor artístico y el retablo del propio templo.

Mientras tanto, la zona aledaña a la iglesia sigue cerrada al público, concretamente el denominado patio B, donde se encuentran aproximadamente un centenar de enterramientos, nichos que en su mayoría son propiedad de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y del propio Ayuntamiento de Utrera. Una vaya metálica, que también se extiende en uno de los laterales de la iglesia, impide el acceso al público en general. Un problema que se acentúa con el inicio del mes de noviembre, fechas en las que de manera tradicional muchos utreranos acuden al cementerio a visitar las tumbas de sus difuntos.

Una capilla en la que durante muchos años se celebraron misas en sufragio por el alma de los difuntos, que forma parte del paisaje urbano de un cementerio que en su día fue diseñado como una especie de sueño romántico por la familia Cuadra, contando con una amplia colección de lápidas de gran valor artístico, pero que hoy en día se ha convertido casi en un cementerio más, apenas sin personalidad.

Otro de los problemas que se han vivido en el camposanto utrerano en los últimos meses, parece que ya está en vías de solución. En septiembre de 2015, el foro Construyendo Redpública en Utrera, denunciaba la construcción de un nuevo bloque de nichos sobre la única fosa común donde se encuentran enterrados republicanos represaliados por el franquismo. Un asunto del que el propio Javier Mena asegura que «ya se están dando los pasos necesarios para solucionarlo y que esa fosa común pueda ser conservada».