Ramón León, que rodeó con éxito el Montblanc, llegó a sufrir alucinaciones
Ramón León, que rodeó con éxito el Montblanc, llegó a sufrir alucinaciones - ABC
MAIRENA DEL ALCOR

El informático que circunvaló el Mont Blanc en 36 horas entre rayos, granizo y alucinaciones

A Ramón León lo pasó un corredor vestido de flamenca en una carrera nocturna de Sevilla y decidió ponerse en forma para que eso no se repitiera convirtiéndose en triatleta y coronando la prueba reina de los ultramaratones de montaña

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La Ultra Trail Mont Blanc, reina indiscutible de las ultramaratones de montaña europeas, tiene un trazado de 166 kilómetros a través de Francia, Italia y Suiza, rodeando el macizo alpino del que toma su nombre en una única etapa con 10.000 metros de desnivel positivo y un tope máximo de 46 horas para cruzar meta.

Cada año, más de 2.300 atletas venidos de todo el mundo son los afortunados en tomar partido en esta prueba que recibe más de 7.000 solicitudes por edición. Los aspirantes deben acreditar un mínimo de 15 puntos obtenidos en pruebas del circuito homologado de trail, o sea, que no admiten al primer diletante que se presente en mallas, y aún así, una media del 40 por ciento de los participantes no consigue acabar la carrera. Solo en esta última edición, celebrada hace dos semanas, más de 1.000 corredores abandonaron antes de alcanzar su destino.

No fue el caso de Ramón León (El Viso del Alcor, 1978), ingeniero informático que trabaja como analista en el sector privado, que cruzó meta poco antes de las cinco de la madrugada de su segunda noche de competición, después de 34 horas, casi el impacto de un rayo que le cayó a 50 metros, calambres hasta en los bastones y una nada desdeñable posición número 198.

Este visueño afincado en Mairena desde hace unos 15 años, es además presidente del Club UDM Los Alcores y a falta de pocas jornadas para que se cierre la temporada, no ha bajado del top ten en todas las pruebas que ha participado, yendo primero en la Liga Sevillana de Trail y Ultratrail.

La gesta de este autodeclarado «atleta minimalista», cobra mayor relieve si tenemos en cuenta que antes de 2008 no practicaba ningún tipo de deporte. Según él mismo explica, de niño practicó ciclismo, llegando a estar incluso federado, pero lo aparcó pronto y hasta hace ocho años no hacía nada de ejercicio: «Imagínate yo que soy un tío grande y pesaba 102 kilos, además, por mi trabajo tantas horas sentado, tenía dolores de espalda y me sentía fatal».

Entonces empezó a correr como aficionado y se acercó al mundo de las carreras populares,pero en el kilómetro nueve de la Nocturna del Guadalquivir le pasó un corredor vestido de flamenca, lo que le llevó a probar otras cosas y acercarse a la práctica del triatlón. Ahí se mantiene un tiempo hasta que en 2012 descubre en Ronda el mundo de las maratones de montaña, que le ganó con tanta fuerza que casi sin darse cuenta se vio tomando salida en el municipio de Chamonix ante 50.000 espectadores, entre los que se encontraban su mujer, sus dos hijas y varios miembros de la familia.

Una simple galleta

Reconoce que no pudo hacer el entrenamiento específico que hubiera requerido, aunque se muestra «muy contento» con la experiencia: «No me marqué metas de clasificación ni tiempo, mi objetivo era terminar y disfrutarlo al máximo». Yasí hizo, aunque no sin sufrir. Antes de llegar a un tercio de la prueba recuerda que fue su peor momento: «Llevaba ya varias horas y se me cerró el estómago, pasaba por el avituallamiento y me daba como asquito la comida».

Esto le hizo bajar el rendimiento y llegó a posicionarse el 800. Sufriendo lo indecible y cerca de los tiempos de corte que descalifican, tuvo que obligarse a comer una simple galleta que le costó ingerir un mundo y pudo empezar a recuperar posiciones, para alegría suya y de sus familiares y amigos que seguían su paso por los controles a través de la web pese a ser de madrugada.

Después de toda la noche recuperó posiciones, pero todavía habría otro momento crucial. Antes de comenzar una de las penúltimas crestas del trazado se encontró con una tormenta que descargó granizos y hasta un rayo «que impactó a 50 metros de mí y dos compañeros que iban delante».

Y por si fuera poco al comenzar la segunda noche sufrió alucinaciones. «Llega un momento en que estás tan cansado que empiezas a ver alucinaciones —dice—. Algunos dicen que han visto gnomos y criaturas. En mi caso, iba andando como dormido y tenía que pisar cada piedra que veía para mis niñas, mientras las pisaba imaginaba que estaba con ellas y cada piedra era para ellas, era como un sueño».

Pero terminó el sufrimiento, su familia lo recibió en la meta y ya piensa en la próxima. «Estoy seguro de que voy a volver», afirma.

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