Los Palacios y Villafranca

El Ayuntamiento subvenciona el museo etnográfico «El Santito e hijos»

A medio plazo será trasladado a un terreno público ubicado en el parque de Los Hermanamientos

Multitud de valiosos y llamativos elementos componen el museo ABC

Fernando Rodríguez Murube

Era algo que venía reclamándose desde hace años y que por fin se ha hecho realidad: el Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca subvencionará a partir de ahora el valioso Museo Etnográfico y Tecnológico «El Santito e hijos» . Así ha quedado reflejado en el convenio firmado por el alcalde, Juan Manuel Valle, y Juan Begines Maestre «el Santito», propietario de dicho museo; a través del cual el consistorio le ofrece una subvención económica para ayudar al mantenimiento del patrimonio cultural recopilado por este vecino de la localidad durante los últimos cincuenta años.

Durante el acto de presentación de dicho acuerdo, también se anunció que existe un proyecto conjunto para la construcción a medio plazo de un museo en terreno en unos terrenos del Ayuntamiento ubicados en el Parque de los Hermanamientos . De este modo, Juan Begines no solo recibiría una cuantía económica para mantener los miles de enseres que colecciona, sino que además vería cumplido su sueño de conseguir salvaguardar su mastodóntica colección el día que él ya no pueda hacerlo, para que así ésta pueda ser visitada y disfrutada por las generaciones venideras.

«El Santito» comenzó esta aventura hace 53 años . «Cuando cumplí los 18 comencé a coleccionar cosas antiguas, como ollas de cobre y una máquina de escribir, y al poco tiempo añadí otra afición: la restauración». Esta distracción comenzó con teléfonos antiguos que podía conseguir gracias a su trabajo en Telefónica.

Actualmente cuenta con más de quinientos metros cuadrados distribuidos en dos plantas, en los que Juan ha ido recopilando con tenacidad de hormiga y paciencia de tortuga una cantidad ingente de patrimonio material, documentación gráfica y audiovisual que describen y recrean los modos de vida, rural y urbano, palaciegos (fácilmente extrapolables al resto de Andalucía) del siglo XIX y XX.

El inventario, metódicamente cuidado, es de lo más variopinto y abarca todos los aspectos vitales y sociales de la época: enseres de una casa de labor, propias de los «manchoneros» (pequeños agricultores); un carro agrícola de 1954 que entregara el Instituto Nacional de Colonización a los colonos de Guadalema de los Quinteros, acompañado de innumerables aperos de labranza; instrumental de bodega, almazara, panadería, farmacia, estanco; un piano que hiciera sonar el ciego Manolito Regabina en tiempos de posguerra en los cines palaciegos; varios gramófonos con disco de pizarra que funcionan perfectamente y que al sonar trasladan a tiempos pretéritos; los proyectores de los cines Alegría, Aurora y Coliseo; la primera central telefónica que tuvo Los Palacios, etc.

De este modo, Juan ha creado un lugar donde mirar de frente al pasado, en el que una vez que se cruza su portentosa puerta de madera el cerebro se torna monocromático, un blanco y negro nostálgico que refleja el pueblo como un espejo del tiempo que entremezcla los personajes dependiendo de su profesión o estrato social.

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