Solidaridad

Proyecto Hombre: 25 años, 5.000 vidas, un caudal de esperanza

En su centro de Alcalá de Guadaíra ayuda a cien personas a salir de la droga

Los miembros de la comunidad de Proyecto Hombre se dieron cita para celebrar el aniversario y recordar a quienes impulsaron el proyecto A. M.

ALBERTO MALLADO

Contemplado en el día es una dura lucha, un fajarse contra un enemigo duro y correoso, la adicción a la droga. Un rival que se lleva por delante la persona que la sufre y a su entorno. Pero desde la perspectiva de los 25 años cumplidos, Proyecto Hombre, adquiere tintes de batalla épica, en la que usuarios, terapeutas, voluntarios y patronos plantan cara a la droga y le ganan por la vía de mantener la esperanza intacta.

Proyecto Hombre presenta su balance de este cuarto de siglos en forma de vidas recuperadas. Más de 5.000 personas han pasado por su centro. Siempre en Alcalá, primero en un piso, luego en un chalé en Cruz de Marchenilla, ahora en las Canteras. En estas instalaciones, celebraron este miércoles la efeméride numérica con el mismo espíritu que en su nacimiento: «sabiendo que lo fundamental es el respeto a la persona», en palabras del presidente nacional, Luis Bononato.

Un espíritu que les ha servido para afrontar realidades cambiantes . A la droga se sumó el problema del SIDA, luego el de las patologías mentales asociadas, luego el centro se llenó de adolescentes, casi niños que  también habían caído en la droga y de padres asustados. Y ahora advierten y piden ayuda a las administraciones frente a n uevos peligros en forma de adicción: el alcohol en los adolescentes, el cannabis o las apuestas on-line.

El balance puede hacerse en números, pero es más exacto si el recuento se hace en experiencias y testimonios. Por el lado de los usuarios, puede servir de ejemplo el de Andrés Ruiz. Según él cuenta, «no sabían que hacer conmigo»,  hubo una reunión a nivel andaluz en la que se trató su caso específico, había pasado ya por varios centros. A Alcalá llegó «con una mano delante y otra detrás». Entonces no lo sabía, pero ahora se da cuenta de que entonces era  «un hombre que estaba anulado». Aquí encontró «una familia dispuesta a ayudarte; pero hay que dejarse ayudar», dejó como enseñanza a los que aún están en el camino que él recorrió y que ahora como estación final tiene una mujer, dos hijos y un convencimiento «ahora sé quién soy, sé dónde voy y sé lo que quiero hacer».

Por la parte de las familias, vale la experiencia de Rocío González, esposa de un drogadicto que también logró completar el camino hacia una nueva vida. Un camino largo que se inicia «sin esperanza y con la vida hecha pedazos», un recorrido hecho de cambios, incertidumbres y dificultades, donde se reconstruye la vida con hitos como llevar dinero o volver a salir con amigos, así hasta llegar a «la nueva vida que nos dio Proyecto Hombre cuando a mi lado ya no estaba aquel drogadicto al que no le importaba nada».

Los voluntarios figuran también en el lado de los que reciben en este balance. Marisa Pérez, una de ellos, se dio cuenta poco después de empezar a ayudar en Proyecto Hombre. «Yo pensaba que el voluntariado era dar, pero me he dado cuenta de que siempre te llevas algo, algo que me sirve para mi familia, para mis hijos, mi trabajo o mis amigos». Es el mismo convencimiento expresado por todos los que vienen a ayudar y hacen aquí una transacción con las emociones de personas a las que las circunstancias les han tensado la vida hasta el extremo. Así lo manifiestan terapeutas como Jeanete Vega, que está desde el principio, los franciscanos de la casa de acogida de Palmete que aportan una pata al proyecto, los profesores del centro El Perejil de Alcalá que ayudan a que los usuarios completen su formación, los patrocinadores (empresas, instituciones y muchos patrocinadores) o los patronos, como Enrique Osborne, el más antiguo, que compartió con los presentes un lema de vida, «cada persona es única e irrepetible» .

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