First Dates

Los tétricos gustos musicales de un comensal de First Dates

Vicente y Mikel tuvieron una cena agradable y distendida pero se dieron cuenta de que no tenían futuro como pareja

Vicente en un momento de su cita en First Dates CUATRO

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First dates

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First Dates , con Carlos Sobera al frente, sigue empeñándose en su tarea de erradicar la soltería en España. Tarea difícil la suya, pero no es esa razón paa claudicar. Por el plató de Cuatro han pasado los personajes más excéntricos que uno pueda imaginarse, y no pocos de ellos se han ido del programa acompañados. Ninguna misión es imposible .

Mikel y Vicente fueron una de las parejas más entrañables de la noche. Dos hombres orond os, que viven en casa de sus padres y atormentados por la soledad y con un pasado lleno de problemas. Mikel acaba de superar hace poco tiempo las consecuencias que de un infarto de miocardio y ahora quiere encontrar una pareja con la que compartir su cariño. Vicente, por su parte, se tiene a si mismo como «un osito de peluche, alguien muy mimoso» que también busca a una persona de la que enamorarse para superar sus malas experiencias amorosas. Al poco de sentarse a cenar surgió el primero de los problemas, y es que resultaba una tarea muy complicada entender a Vicente cuando hablaba.

Pese a ese obstáculo comunicativo, la cena fue fluyendo con armonía y buena sintonía entre los comensales. El carácter de ambos tenía ciertos parecidos, aunque pronto fueron saliendo a la luz algunas incompatibilidades entre ellos. Ambos descubrieron que eran amantes de la música, pero sus gustos diferían bastante. Mientras que a Mikel le gustan las coplas y el flamenco, acorde con su carácter alegre y festivo , mientras que Vicente prefería las marchas fúnebres, un gusto un tanto tétrico y que dejó descolocado a Mikel. A la hora de la decisión final, Vicente quiso darle una segunda oportunidad a Mikel, pero este tiró del comodín del «sí, pero como amigo» para rechazar otra intentona romántica de Vicente.

Julián fue el protagonista de una de las historias más emotivas de la noche. Este madrileño de 57 años se ha visto obligado a jubilarse debido a la enfermedad que le han descubierto, una esclerosis múltiple contra la que ahora lucha manteniendo su ilusión por la vida. Con él se sentó a cenar Mariví, una funcionaria madrileña de 55 años a la que no se le veía que tuviese cara de muchos amigos.

La cita fue bastante sosa, más por culpa de ella que de él. Julián trató de mostrarse animado y de sacar temas de conversación, pero ella no parecía muy por la labor de colaborar demasiado. «No quería hablar de nada , no quería abrirse», se quejó Julián ante la cámara. Poco a poco se fueron derritiendo las distancias y la charla fue volviéndose algo más distentida, aunque parecía bastante claro que se trataba de una pareja sin futuro . Cuando llegó el final, Julián quiso ir a una segunda cita con Mariví pero ella, con la frialdad, que la caracteriza, no quiso darle otra oportunidad a su pareja.

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