First Dates

La vergonzante confesión de un comensal sobre su vida amorosa

A Jonathan le impone mucho lo de ligar en persona, por eso siempre ha recurrido a métodos virtuales

La primera vez que Jonathan liga en persona, en el plató de First Dates CUATRO

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First dates

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El popular dating show de Cuatro, First Dates , celebró hace pocos días su segundo aniversario en antena. El programa presentado por Carlos Sobera no cesa de recibir peticiones para cenar en su «restaurante del amor» . La cadena ha encontrado un auténtico filón de audiencia en este formato que es garantía de entretenimiento de lunes a viernes.

La fiesta de San Isidro no es motivo de peso para que First Dates cierre sus puertas, y la canaria Yoselin , de 18 años, fue la primera en hacer su aparición en el plató tras numerosas relaciones fallidas: « Siempre me han mentido y ya estoy cansada, ahora busco a un chico que me cuide». Su pareja fue Jonathan, también canario aunque cinco años mayor que ella, que se definió comparándose con el delfín , «porque soy muy familiar, como los delfines». La primera impresión fue inmejorable, y el mismo Sobera apostó a que los dos canarios saldrían del restaurante como pareja.

Al poco de comenzar la cena, cuando estaban hablando de su experiencia amorosa y de su pasado, Jonathan hizo una confesión que dejó boquiabierta a su pareja: « Yo jamás he ligado cara a cara , nunca he conocida a una chica en una fiesta o algo así...Siempre he ligado por redes sociales, solo de pensar de hacerlo de otra forma me dan escalofríos ». Yoselin, en ese momento, empezó a dudar si no habría algo oculto en el carácter de Jonathan, pero pronto se olvidó de sus palabras y siguió disfrutando de la cita. El desenace de la cita fue el esperado, y los dos quisieron darse la oportunidad de tener una segunda cita.

El hombre de la segunda pareja de la noche, un madrileño de 24 años, tenía como nombre Alejandro Sanz , aunque aclaró nada más llegar que estaba harto de las bromas con su nombre: «Somos dos personas diferentes, no tenemos nada que ver y la gracia ya me cansa ». El joven se gana la vida como profesor particular y al mismo tiempo estudia para ser farmaceútico . También madrileña era Tamara, una teleoperadora de 25 años que se tenía a sí misma como «una persona muy madura para la edad que tengo ». Desde un primer momento quedó bastante claro que no había mucha sintonía entre ambos, y ninguno quiso ir a la segunda cita.

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