First Dates
La necrofilia de un comensal de First Dates
A Eduardo le gustaría trabajar en un tanatorio, en un cementerio o maquillando cadáveres
Ficha completa
First dates
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Difícilmente existirá en nuestro país una persona que conozca a más solteros que Carlos Sobera . Son ya más de 580 noches al frente de First Dates , haciendo de saludador a las miles de parejas que ya han pasado por el restaurante de Cuatro. Las hay, claro, de todos los tipos, y los individuos más impensables han pasado ya por un plató a cuyas cuatro paredes no les falta nada por ver.
Ya el primer comensal de la noche impactó por sus gustos, su estética y su visión de la vida. « Me gustan mucho las cosas de la muerte », le dijo Eduardo al anfitrión , «querría trabajar en un tanatorio, maquillando muertos, en un cementerio». Pamplonés de 25 años, en el paro, lucía una larga melena que se no paraba de peinarse cuando opinaba sobre «lo exótico que es Mubareck, porque nunca había conocido a nadie de Ghana».
Mubareck es un estudiante de peluquería con los 18 años recién cumplidos y que vive en Valencia. Estaba bastante claro a primera vista que se trataba de dos personas totalmente incompatibles , ya empezando por la gran diferencia de edad. La conversación entre los dos no hizo más que constatar lo que cualquiera hubiese dicho a primera visto. «Eso de la muerte me da mal rollo» , se sinceró Mubareck. Eduardo se lanzó a tranquilizarle, y le dijo «que me gusta la muerte, pero no tanto como para perder la vida por ella». Pese a ese matiz del navarro, la cosa no pudo remontar y se fueron solos a su casa con la promesa de seguir en contacto, pero no como pareja.
Llego luego una pareja de emos , una de las tribus urbanas más presentes en el restaurante de First Dates . Nuria es una educadora infantil de 25 años que vive en Barcelona se sentó a cenar con Pablo, un sevillano de 22 años que había pasado varias horas en el espejo para construir su peinado. El tema de conversación para romper el hielo lo encontraron pronto, y estuvieron hablando de anime y de grupos musicales japoneses . La cosa fue relativamente hasta casi al final, cuando se les ocurrió preguntarse de dónde eran y descubrieron que cada uno vivía en una punta del país . En ese momento la cita se enfrió irremediablemente, y ya quedó claro que los dos iban a darse un no.
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